El amante del pantano de Nil (libro 1)

El alcalde

Por fin se ha llegado el momento decisivo, hoy será anunciado el nuevo alcalde de Valle de

cobre, el pueblo está en la espera de los resultados de las votaciones, la mayoría de los

pueblerinos llevan carteles con el nombre de Fernando, en muestra de su apoyo, los dos

candidatos al poder yacen afuera del palacio municipal en espera de los resultados, a pesar del

frío y la llovizna el pueblo permanece atento, aun con las mejillas congeladas.

Bernardo mantiene la compostura, como es digno de un hombre de su alcurnia, pero no es fácil

ver al pueblo desviviéndose por su hijo el cual no tiene más de dos años de haber llegado al

pueblo, en cambio él les había servido durante cinco años sin corrupción y sin aumentar los

impuestos, pero al parecer a los pueblerinos eso no les bastaba ¿Qué es lo que realmente sentía

Bernardo? ¿Dolor? ¿Envidia? ¿Celos? No, Bernardo solo sentía añoranza, un anhelo profundo de

recuperar el corazón puro de su hijo.

Perdido en sus pensamientos se encuentra este padre, tanto que ni siquiera escuchó el nombre del candidato ganador, los fuertes gritos de júbilo lo volvieron de las nubes a la realidad de manera brusca, su hijo ha sido elegido como el nuevo alcalde de Valle de cobre.

—Lamento que hayas sido destituido de tu cargo, para mi fuiste un buen alcalde. —Víctor

abraza a Bernardo con empatía.

—No sabía que estabas aquí. —dice Bernardo cabizbajo.

—He estado pendiente de todo, si necesitas hablar con alguien puedes venir a mi casa y yo te

escuchare.

—Gracias Víctor.

Víctor mira de reojo a Isabel y esta voltea el rostro apenada, la última vez que se vieron insultó

gravemente el apellido Borgues, pero es algo de lo que no se arrepiente, ella sigue creyendo que

Ginebra, es la culpable del extraño comportamiento de su hijo.

Por otra parte, Isabel no sabe cómo reaccionar, su único hijo ha sido elegido como alcalde y su

esposo destituido de un momento a otro y para el colmo los rumores de que Ginebra estuvo en

casa de su hijo hace unos meses la tienen vuelta loca, ahora más que nunca cree que Ginebra le

ha lavado la cabeza a Fernando.

—Maldita mujer… no dejaré que te salgas con la tuya. —Isabel aprieta los puños con fuerza.

El héroe de Valle de cobre ha salido victorioso, su valentía y su seguridad lo hacen parecer un

hombre imparable, es amado y respetado por todo el pueblo, él es sin duda su máxima autoridad.

 

—Queridos y respetados habitantes de Valle de cobre, no puedo expresar con palabras la gratitud

que siento en estos momentos, hoy he sido nombrado como su nuevo alcalde y el hecho de

recibir tal honor solo me hace apreciar la confianza que han depositado en mí, servir a mi pueblo

es un placer y un sueño que ustedes han hecho realidad, les prometo que velaré por su bienestar

de día y de noche y cuidaré a cada habitante con mi vida.

La muchedumbre ovaciona a Fernando como si fuera un rey y Bernardo se da la media vuelta,

pero es detenido inesperadamente por su hijo.

—Me encantaría invitar a mi padre al estrado, así que por favor padre ven a mi lado.

Bernardo ha sido tomado por sorpresa y es llevado al frente por Fernando.

—Este buen hombre sirvió a Valle de cobre por varios años y no quiero pasar por alto su

servicio, sé que este último tiempo fue difícil para su gubernatura y que muchas cosas se salieron

de sus manos, pero quiero que sepan que este hombre a pesar de ser ya un anciano dio lo mejor

que podía y estoy seguro de que lamenta profundamente sus errores, así que padre, gracias por

tus años de servició, te haré sentir orgulloso de mi, seré el mejor alcalde que este pueblo haya

tenido, lo juro.

¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Esas eran las últimas palabras de Fernando para su padre? Se

sintieron como dagas al corazón, como insultos que se anidan en el alma, esas palabras solo le

hicieron sentir a su padre como un fracasado.

Las horas han pasado y Fernando se dirige triunfante a su mansión, la lluvia cae sobre Valle de

cobre, pero ni el mal estado del clima puede apagar el sentimiento de victoria en el corazón de

aquel joven, como ha podido se ha escabullido de la muchedumbre y ha logrado salir del palacio

municipal sin ser visto y mientras camina tranquilo entre el pastizal es embestido brutalmente.

No lo vio venir, es como si un relámpago lo hubiese impactado contra aquel pino enorme, pero

para su sorpresa unos ojos rojos lo miran llenos de rabia, Alejandro lo sostiene de la chaqueta,

están cara a cara.

—¡Te dije que te mantuvieras lejos de ella! —Alejandro gruñe con fuerza.

—Demonio… —Fernando lo mira con desprecio.

Alejandro lo arroja con violencia contra el piso y Fernando le dispara varias veces en el pecho.

—¡Yo no quiero lastimar a Ginebra! ¡pero a ti voy a erradicarte!

Alejandro se lanza contra Fernando y le disloca el hombro para después herirle la espalda con

sus garras, el héroe de Valle de cobre enfurece al ver su sangre mesclada con la lluvia y le

dispara en la cabeza a Alejandro, pero este ni se inmuta, la bala le sale de la frente como si nada

y con la velocidad que lo caracteriza Alejandro tira nuevamente a Fernando contra el suelo

quedando encima de él y ante sus ojos dobla el arma como si se tratara de una bola de papel.

 

—No te acerques a mi mujer ni a mis príncipes, ella ya no va a protegerte. —Alejandro le

advierte a Fernando para después marcharse de ahí.

Fernando esta tirado en el suelo mientras la lluvia cubre su cuerpo y lo empapa ¿Sus príncipes?

¿A qué se refiere con eso? ¿Acaso Ginebra está?

El nuevo alcalde está perplejo, las palabras de Alejandro lo han dejado en shock.




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