La lluvia ha cesado en Valle de cobre y Alejandro y Leonardo se dirigen a la mansión,
mientras tanto Beatriz se encuentra en su casa, esta vez ha cerrado temprano el local
uno de los volantes que corren por las calles ha llegado a la puerta de la bruja y al verlo
Beatriz hace una mueca de disgusto.
—Maldito Fernando se salió con la suya...
Beatriz escucha unos ruidos y se dirige a la habitación donde descansa la pequeña Lía
—¡Niña! ¿Qué haces? Te dije que descansaras, no hace mucho despertaste, ¡creí que
estabas en coma!
—Ya me siento mejor, además la casa no huele muy bien, supuse que necesitabas
ayuda con la limpieza. —exclama Lía mientras barre el local.
—Para tu información esta casa también es el local de una bruja es normal que huela a
hiervas extrañas.
—Pero huele a basura, como a animal muerto —dice la niña mientras se tapa la nariz.
—¡Pues sí! ¡quizá el lugar este un poco sucio! ¿Pero quién crees que te estuvo
cuidando estos días he? Con trabajos tenía tiempo de atender a los clientes.
—Veo que tampoco te dio tiempo de bañarte…
—¿Qué? Deberías olerte tú primero, te hiciste pipí en mi cama.
—Deberíamos bañarnos antes de que el príncipe nos visite… —murmura Lía
avergonzada.
—¿Príncipe? ¿Leonardo? ¿Por qué a él lo llamas príncipe y a mí no?
—Lo siento…
—No importa, quítate la ropa, vamos a bañarnos, iremos a ver a Ginebra.
—¿Qué?
—Dices que ya estas mejor, extraño a mi amiga, iremos a visitarla, está embarazada
¿Lo olvidaste?
—No es eso, es que…
—¿Qué? ¿Tu entrenamiento? Tendremos tiempo de hacerlo ahí, hay un buen terreno
además, nadie visita ese cuchitril podemos practicar sin problemas.
—¡No es eso! Me da vergüenza…
—No digas tonterías las dos somos mujeres además yo también tuve el pecho plano
como tú, no te preocupes, aun eres una niña ya te crecerá.
Beatriz prepara el baño y entra a la bañera con Lía, al final la niña la convenció de
entrar con una bata cada una.
—Voltéate te lavaré el cabello. —le dice Beatriz a Lía con voz suave.
—Eh… está bien.
Beatriz lava suavemente el cabello rojizo de Lía y la baña con mucho cuidado,
mientras la aprendiz de bruja se ruboriza, hacía mucho tiempo que nadie le lavaba el
cabello y se siente muy bien.
—Tienes un cabello muy bonito parece de muñeca. —Beatriz sonríe tiernamente.
—Tu cabello también es lindo… son como espirales.
—Ya estás lista, toma esa toalla y sécate, en un momento iré contigo y te peinare.
—Sí... gracias.
Todo era nuevo para Lía, todo había pasado muy rápido, su padre había muerto
reciente mente, había dejado su casa para irse a vivir con una bruja, de la noche a la
mañana se dio cuenta que existe un mundo lleno de criaturas mágicas y espeluznantes
y eso le aterraba un poco, si bien el rey de los vampiros la aceptó como su protegida
fue solamente porque dentro de ella hay poder mágico y tiene que demostrar que
puede ser útil para proteger a la familia real principalmente a los príncipes que están
por nacer.
—No sé si podré lograrlo… no sé si seré tan fuerte como ella. —Lía suspira al
compararse con Beatriz.
—Te extraño mucho mamá, aunque no recuerde con claridad tu voz o tu rostro… tú sabrías
que hacer en mi lugar… sé que si hubieras sabido de mis poderes me habrías
aceptado tal como papá lo hizo.
—¿Estas lista? ¿Cómo te gustaría llevar el cabello? —Beatriz la interrumpe.
—Realmente no sé, siempre lo llevo suelto.
—Con el frio que hace será mejor que lo lleves suelto, aunque podemos hacer unas
trenzas para adornar tu cabello. Mi madre solía hacerme este peinado, a ti se te vera
mejor porque tu pelo no se esponja como el mío jaja.
Después de un rato Beatriz y Lía están listas para salir y se dirigen a la mansión del
pantano.
—¿Estas bien? ¿Ya te cansaste de caminar? Vienes jadeando como un cerdo.
—Beatriz mira preocupada a Lía.
—Estoy bien, no te preocupes por mí. —dice Lía agitada.
—Vamos, sube a mi espalda.
—¿Qué?
—¡Súbete! Me desespera escuchar tu respiración de cerdo.
—¡Pero peso demasiado!
—Claro que no, ven acá. —Beatriz carga a la niña en su espalda.
—Si llego a lastimarte por favor bájame. —dice Lía apenada.
Durante el camino Beatriz le va enseñando a Lía algunas plantas y le explica para que
sirve cada una, Lía no sabe cómo actuar ante las atenciones de Beatriz pues realmente
no recuerda como es tener una madre y al final de todo Beatriz solo la había acogido
en su casa y eso no significaba que ella fuera su hija de verdad.
—Listo, llegamos, estaremos un rato con Ginebra y después iremos a entrenar ¿esta
bien?
—Sí, gracias.
Ginebra está acomodando la mesa y se alegra al ver a Beatriz y a Lía llamando a la
puerta.
—¡Bety! ¡Lía! ¡Qué alegría me da verlas! ¿Cómo están? —Ginebra las abraza con
cariño.
—Estamos bien, ¿tu cómo te sientes? Mira nada más esa barriga, solo tienes cinco
meses.
—Recuerda que llevo dos bebés dentro de mi jaja.
—Le atrajimos esto a usted y a los bebés —Lía se acerca con timidez y le entrega unas
flores que cortó en el camino.
—Muchas gracias, eres muy linda, pero no me llames de usted, háblame con más
confianza. —dice Ginebra con una sonrisa.
—Lo siento, no puedo, usted es la esposa del rey vampiro.
—Bueno, tu puedes llamarme como quieras.
—Gracias señora.
Ginebra siente un escalofrió al escuchar esa palabra.
—Lo sé, es horrible, pero tendrás que acostumbrarte a esa palabra, en algún momento
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Editado: 04.09.2022