El amante del pantano de Nil (libro 1)

Invocación

Beatriz se encuentra frente a Lía, su pequeña aprendiz, la cual espera atenta a las

instrucciones de su imponente maestra.

—No había tenido la oportunidad de decírtelo, pero la runa que invocaste aquella vez

para pedir mi ayuda fue realmente buena, duró lo suficiente como para poder notar lo

bien que la hiciste, tu poder es muy interesante tu magia puede ser de invocación

¿Sabes qué significa esto?

—No. —Lía escucha con atención.

—Con tus runas puedes invocar criaturas o monstruos para que te sirvan, ni siquiera sé

hasta dónde puede llegar tu magia, eso es algo que descubriremos con el tiempo, pero

probablemente puedas llegar a tener un familiar, es decir un fiel sirviente que te

acompañe toda la vida.

—¿Enserio? ¿Algo así como una mascota? —Lía pregunta emocionada.

—Eh, si, más o menos, bueno, el caso es que debemos probar con un intento, primero

debes pensar en qué quieres invocar, comencemos con algo simple como un gato o un

ratón. ¿Estás lista?

—¡Sí!

—¡Espera! Debo advertirte algo, tienes que estar serena antes de la invocación, si tu

mente está revuelta puedes invocar demonios o cosas extrañas de otras dimensiones,

claro que una niña como tú no tendría la capacidad de invocar ese tipo de

monstruosidades, aun eres una aprendiz, pero tienes que saberlo, así que mucho

cuidado niña.

—De acuerdo lo tendré en mente.

—¡Muy bien! Haz tu runa y después tócala con tu mano, recuerda que debes estar

completamente concentrada para materializar lo que quieres invocar, una vez que

termines debes agradecer a las runas ¿Entendiste?

—Sí.

Lía respira profundamente y la runa que ha dibujado en el suelo comienza a brillar.

—Vamos pequeña, sé que puedes hacerlo… —susurra Beatriz sin quitarle los ojos de

encima.

La runa emite una brillante luz y del centro de esta algo se ha teletransportado,

impacientes por que la gran luz desaparezca Beatriz y Lía miran atentamente lo que se

ha tele transportado.

—¿Lo hice? —Lía traga saliva nerviosa.

La luz brillante por fin se ha desvanecido y los rostros de las brujas parecen

desilusionarse al ver el resultado, lo que Lía invoco fue un gato, pero no uno de carne y

hueso si no de peluche.

—Maldición, fracasé… lo siento.

—¡Oye! ¡cuidado con esa palabra! no tienes permiso de decirla.

—¿Maldición?

—No, esa está bien yo siempre la digo, me refiero a que no puedes decir que

fracasaste, recuerda que estas aprendiendo.

—Un peluche ¿Enserio? —Lía agarra el peluche con molestia.

—Relájate, ve el lado bueno de las cosas, ahora ya tienes un juguete nuevo.

—No, necesito un juguete…

—¿Quieres tomar un descanso? Voy al baño, mi vejiga va a explotar.

—No, estoy bien, te esperaré aquí.

—Ok, no me tardo, si vez un lagarto gritas y te enseñare a ahuyéntalos.

Beatriz entra a la mansión a toda prisa y se mete al baño más cercano, una vez que

sale de ahí se encuentra con Ginebra en la cocina.

—¿Cómo va el entrenamiento?

—¡Ah! Ya sabes, los niños siempre demandan atención jaja, cometió un error en la

invocación y ahora está deprimida, le llevaré un aperitivo para que se tranquilice.

—Me imagino, se ve que es una niña muy madura a pesar de su edad y por lo mismo

es tan dedicada en sus entrenamientos.

—Sí, parece una señora jaja, da un poco de miedo, pero es obediente. —Beatriz

sonríe, Ginebra jamás la había visto así.

—Tiene a la mejor como su mentora, estoy segura de que en el futuro será una buena

bruja.

—Ella realmente es interesante, si pudieras percibir su magia, es tan… tan…

De pronto un fuerte temblor sacude la tierra y una brillante luz se apodera del pantano,

Beatriz se asegura de que Ginebra este bien y corre a toda prisa hacia donde se

encuentra Lía.

—¡Te dije que no invocaras nada!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.