El viento abrazador sigue presente en Valle de cobre, está por llover otra vez, el aire
frío le cala los huesos a las brujas, las cuales tienen el cuerpo tenso y la mente llena de
preguntas, por otro lado, Leonardo y Johan se han marchado, se dirigen cada uno al
lugar acordado, Ginebra está en la mansión, Alejandro está con ella, su única
intervención será si aquel demonio decide atacar a su amante, en esta ocasión Beatriz
tendrá que hacerse cargo del error de su aprendiz y gane o falle ella será quien pague
las consecuencias.
—No me siento tranquila dejando a Betty sola en esto… —Ginebra mira a su amiga
desde la ventana, Beatriz y Lía terminan de crear las runas que protegerán la mansión.
—No hay nada que puedas hacer, eres solo una humana, además estas embarazada,
cualquier accidente puede causarte la muerte a ti o a los bebés, no voy a arriesgarlos.
—dice Alejandro mientras la mira.
—Lo sé… pero por favor, si algo se complica... ayúdalas, hazlo por mí. —A veces se
me olvida que Alejandro es un rey, creo que soy muy atrevida al tratar de humanizarlo,
si bien él está recuperando partes de su esencia humana, aún sigue siendo un
vampiro, un rey sanguinario y temible, por eso las criaturas le temen, él ha hecho cosas
increíbles por mí, cosas que jamás imaginé, pero aún se comporta como el señor de
las sombras cuando se trata de reglas y leyes de su pueblo, aunque aún me cueste
creerlo, Betty es una de ellos al igual que Lía, ambas, seres sobre naturales, en todo
caso… yo soy la única que es diferente entre ellos, solo soy una humana. —Ginebra
estruja un extremo de su vestido, la impotencia se apodera de ella.
—Ya completamos las runas, rodean toda la mansión, difícilmente el espíritu se
acercará a Ginebra, tengo entendido que el demonio solo busca a los niños ya nacidos,
por suerte Alejandro está con ella. —dice Beatriz con seriedad.
—Daré lo mejor de mí, no permitiré que te castiguen por mi culpa. —murmura Lía
mientras tiembla de frío.
—Estas temblando, ven, ponte esto.
—¿Tu capa? Pero hace mucho frío ¡te enfermaras!
—¿Acaso crees que quiero que te resfríes? Además, mira tú nariz, está toda roja, igual
tus cachetes, Ven aquí.
Beatriz despeja el rostro de Lía quitándole el cabello de la cara, y le acomoda la capa
de manera que no le cuelgue mucho, mete las manos en los bolcillos así no se
congelaran.
—De verdad me esforzaré por no ser un estorbo, no importa que tan tenebrosa sea esa
cosa, no dejaré que escape, aprenderé de ti, nunca más volverá a pasar esto, lo
prometo.
—Lía, cometiste un error, los errores son comunes cuando aprendemos a hacer algo,
pase lo que pase quédate detrás de mí, si las cosas se ponen feas, corre, tu bienestar
es lo más importante ¿de acuerdo?
—Sí…
La hora muerta ha llegado, son las tres de la mañana en punto, Beatriz suspira
profundamente y se adentra junto con Lía al pantano dejando la mansión atrás, por otra
parte, Leonardo yace en el rio, alerta de que aquel demonio no se aparezca ahí, Johan
por su parte resguarda el lago alcatraz, contempla las runas que las brujas hicieron,
fascinado por la gran cantidad de magia que tienen aquellas marcas.
—Esa bruja es un estuche de monerías. —dice Bardana con una sonrisa.
Antes de irse Leonardo se dirigió a Beatriz y Lía con estas palabras: Si llegan a estar
en problemas, griten mi nombre, vendré enseguida a ayudarlas, ese demonio es
peligroso, no tienen que lidiar con él solas.
Beatriz solamente asintió con la cabeza mientras Lía se despedía de Leonardo con un
abrazo, sabe que, aunque quiera, Leonardo no podrá ayudarlas, ningún ser de este
plano podrá ayudarlas a sellar aquel espíritu, los demonios de ese tipo solo pueden ser
vencidos en el mundo espiritual, eso suponiendo que no sea un espíritu antiguo, de ser
así, no bastará con mandarlo al mundo de los muertos, necesitara averiguar su nombre
para poder sellarlo para siempre.
—¿Estas bien? —pregunta Lía a su mentora pues la mira muy pensativa.
—Lía.
—¿Adónde vamos? ¿Por qué nos alejamos del pantano?
—No iras conmigo.
—¿Qué?
—Crearé un hechizo de protección, así que pégate a aquel árbol.
—¿De qué hablas? ¡debo arreglar lo que hice!
—¡Obedece! Este hechizo creará un escudo, tú eres una niña, esa cosa ira por ti
también, haga lo que haga el demonio jamás penetrara esta barrera, los bordes tienen
agua bendita y un gran poder espiritual, estarás a salvo hasta que encuentre la manera
de detener a esa cosa.
—Pero…
—No te preocupes, tu maestra no es una mujer débil, además ya tengo una razón para
no dejarme vencer por nada.
Beatriz le sonríe a Lía y se va de ahí dejándola a salvo.
—¿Qué acaba de hacer? Si el rey se entera de que me dejó aquí se enfadara aún más
con ella, no quiero que la azote… ¿solo me queda pedir por ella? Que inútil soy…
Beatriz camina con cuidado, en cualquier momento el demonio puede aparecer y en el
lugar puede haber lagartos hambrientos, el frío es descomunal y los relámpagos
sacuden los cielos, hacen que el corazón de la bruja se estremezca, está preocupada
por su aprendiz, esa barrera no durara hasta el amanecer, por eso debe deshacerse
del espíritu lo antes posible.
Mientras la bruja va en camino Aarón la va siguiendo, todo el tiempo se ha mantenido a
raya, para no ser detectado por su rey, por alguna razón no puede despegarse de
Ginebra y sus bebés y los vigila entre las sombras, sabe lo que está pasando gracias a
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Editado: 04.09.2022