Una vez que Aaron se ha recuperado Lía y él le ayudan a Beatriz a curar sus heridas,
ella todo el tiempo ha estado seria, esta avergonzada, confundida y no sabe como
reaccionar ante el beso de aquel querido amigo.
Lía y Aaron están lavando algunos trapos que estaban manchados de sangre.
—¿Quién eres? ¿Es verdad que no puedes hablar? ¿Por qué mordiste a mi mamá?
¿Sabías que ella ya tiene novio y algún día será mi papi? ¿Por qué la besaste? ¿Sabias
que soy su aprendiz y puedo invocar monstruos feos y poderosos? Si la lastimas
invocaré una serpiente gigante come vampiros y te devorará en un santiamén y
entonces. —Lía interroga a Aaron y lo acosa con mil preguntas, pero su madre la
interrumpe.
—¡Lía! —grita Beatriz molesta.
—¿Mamá? —reacciona Lía de un brinco.
—De ja de decir esas cosas, yo no tengo novio y no tienes permiso de invocar nada sin
mi consentimiento, sube a tu cuarto a estudiar. —dice Beatriz con firmeza.
—Si mamá… solo decía, por si acaso. —responde la aprendiz con un puchero y se va
sacándole la lengua a Aaron.
¿Que fue eso? ¿Por qué me besó? Rayos… ¿Creerá que somos novios? ¿Se habrá
confundido con el regalo que le di? ¡Ay no! ¡no estoy lista para una relación! ¿Será que
con esos besos ya somos novios? ¡no puede ser! ¿Qué se supone que debo decir?
¡auxilio Ginebra! ¿Qué se supone que se hace en estos casos? —grita Beatriz en sus
adentros.
En eso Aaron se acerca a Beatriz con timidez y se entristece al ver sus heridas.
—Perdóname… no pude controlarme. —expone Aaron avergonzado.
—Te perdono…
Un silencio incomodo se apodera del lugar.
—Creí que no podías hablar, me alegra por fin escucharte, no creí que tu voz fuera tan
grabe, masculina, digo, es que te vez muy angelical, no digo que te creyera afeminado
ni nada por el estilo jaja, ay que estoy diciendo, lo que quiero decir es… que me
alegra escucharte. —expresa Beatriz temblorosa.
—No podía hablar, no hasta que él…
—¿Qué?
—Tengo que ser sincero contigo, pero me da miedo que no quieras volver a verme
después de lo que te voy a decir. —dice Aaron temeroso.
—¿Por qué no querría verte? Eres mi amigo, te debo la vida, además me ayudaste a
derrotar a Lilith, me has demostrado que eres confiable.
—Ya no me debes nada, me acabas de salvar la vida, estamos a mano.
—¿Quién te hizo eso? Dime quien te lastimó, te juro que no volverá a ponerte una
mano encima.
—Fue mi hermano…
—¿Tienes un hermano? No lo sabía… ¿Por qué alguien cercano a ti te haría tanto
daño?
—Él… él no quiere que este cerca de ti.
—¿Qué? ¿Por qué no? Soy aliada de los vampiros, le sirvo al rey.
—No es eso.
—Ah, ya sé, no le gustan las brujas, típico de los chupa sangre, perdón de los
vampiros.
—Ya no puedo regresar con él, lo he traicionado y lo amenace de muerte, la razón es
que… —de pronto, Aaron se desvanece y Beatriz lo sostiene.
—No hables más, no te esfuerces, son las secuelas de la maldición, tienes que
descansar.
—Pero…
—No te preocupes, puedes quedarte con nosotras, ni loca dejaré que regreses con ese
psicópata de tu hermano, sin ofender.
—No me estas entendiendo… —susurra Aaron inseguro.
—Una vez que te recuperes seré toda oídos, por ahora ve y tomate un baño, descansa
un rato y después vendrás con nosotras a una reunión, yo voy a protegerte, abogaré
por ti para que tu hermano pueda recibir su castigo por haberte herido de esa forma.
—Eres muy bondadosa. —dice Aaron mientras le acaricia el rostro.
—¡Oye! Tienes que dejar de hacer eso, me pones nerviosa.
—Lo siento, no puedo resistirme.
—No creas que te he perdonado por besarme de repente, cuando te recuperes te
golpearé. —expresa Beatriz avergonzada.
—¿No te gusto?
—¡Ay! ¡eres demasiado joven para mí!
—Claro que no…técnicamente, soy más grande que tú, he vivido mucho más.
—¡Vete a bañar! —grita Beatriz ruborizada.
—Lo haré. —dice Aaron con una dulce sonrisa.
—No puede ser… ¿Qué le pasa a este chico? ¿Cómo puede hacer estas cosas con
tanta naturalidad? me pregunto si Leonardo haría lo mismo si yo… le gustara.
Beatriz suspira con añoranza, en el fondo de su corazón quisiera que esas
demostraciones de afecto las tuviera aquel mayordomo, pero lo ve tan inalcanzable que
en este tiempo ha tratado de superar sus sentimientos por Leonardo con dedicación, no
quiere salir herida y mucho menos quiere perder su amistad.
—¿Será que lo que necesito hacer es intentar amar a alguien más?
Por otro lado.
Ginebra se encuentra entre los brazos de Alejandro, disfrutando de la seguridad que
estos le brindan.
—Estoy muy nerviosa, no sé qué reacción tendrá mi padre esta noche cuando le
cuente toda la verdad.
—¿Te arrepientes de la decisión de contarle todo? —pregunta Alejandro con voz
suave.
—No, estoy convencida de que es lo correcto, no quiero seguirle ocultando lo nuestro.
—Dudo que tu padre me acepte, no lo hizo antes y no lo hará ahora que sabrá que no
soy humano.
—Mi padre tuvo un encuentro sobre natural hace muchos años, cuando yo era una
niña, ahora que lo pienso, quizás vio un espíritu del bosque o un druida, aunque no lo
creas, puede que no nos considere unos locos, el cree en estas cosas, lo percibí
aquella vez que habló conmigo.
—Tendrá que hacer un esfuerzo por aceptarme, no pienso separarme de ustedes, mi
amada familia, además, me he prometido no morderlo. —dice Alejandro con
convicción.
—Ah, que amable mi amor, que no quieras comerte a mi padre. —dice Ginebra apunto
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Editado: 04.09.2022