El amante infernal (libro 2)

Una lucha interna

Seis meses habían pasado con rapidez, los príncipes crecían cada día en fuerza y

belleza, eran los bebés más hermosos de esta tierra, su piel era tan delicada y

transparente que parecían muñecos de porcelana, desde la batalla Ginebra y sus

amigos no habían pisado Valle de cobre, eran considerados demonios y enviados del

mal, tuvieron que dejar sus pertenencias y propiedades y empezaron de nuevo en

aquellas tierras remotas, como extranjeros en un mundo asustado y lleno de rencor

contra los seres sobre naturales.

—El clima es agradable, deberíamos dar un paseo con los niños. —le dice Ginebra a

su padre quien carga a uno de ellos con amor.

—Sí, el cielo está nublado, podemos salir un rato.

—¿Por qué tienes esa cara hija? —le pregunta Víctor a Ginebra pues se nota

angustiada.

—Alejandro ha comido lo mínimo, se está preparando para la abstinencia…me

preocupa que decaiga antes de la fecha prevista.

—Ha sido muy estricto, todo lo hace por amor a ustedes, es normal que este tan

irritado, en unos días se encerrará en el calabozo para que nadie pueda ver su

sufrimiento.

—Me siento tan culpable, es mi culpa que esté pasando por todo esto, debería insistirle

en que me convierta, así no tendría que renunciar a nada por mí.

—No entiendes su sacrificio… —Víctor se encoge de hombros y añade —tú no tienes

nada que ver en su decisión, no está siendo obligado por ti de ninguna manera, él sabe

que ser un vampiro es peligroso, no quiere convertirte en un demonio, quiere que vivas

en paz y disfrutes cada segundo de tu vida de la manera más normal posible, él siente

que te lo debe… no rechaces su sacrificio, te ama de una forma inimaginable, tanto que

estoy sorprendido. —expresa Víctor conmovido.

—Lo sé…—dice Ginebra entre lágrimas y añade —es solo que no puedo soportar

verlo así, me parte el corazón imaginar todo por lo que tendrá que pasar…

—Mantente fuerte por ellos. —le dice Víctor a Ginebra mientras la toma de la mano.

Ginebra mira a sus hijos y los acaricia, sin duda su vida a dado un giro inesperado, por

otro lado, Alejandro y Leonardo se encuentran solos en la espesura del bosque negro.

—¿Por qué me miras así? —le pregunta Alejandro a Leonardo, el cual tiene los ojos

llenos de tristeza al verlo comer tan poco.

—Lo lamento señor.

—Todos creen que estoy loco por someterme a esto, pero, ¿acaso no harías lo mismo

en mi lugar? ¿El amor que le tienes a la bruja y a la niña no te impulsarían a dejarlo todo

si fuera necesario?

 

—Usted es admirable, honorable y lo respeto hoy más que nunca, usted le ha dado

otro significado al amor y al sacrificio, no creo estar a su altura.

—Lo estas, convertiste a tu amada para salvarle la vida, ese amor fue tan fuerte que

superó la mayordomía que me tenías, entiendes mejor que nadie mi motivación.

—Ya tomé la decisión, hoy fue el último día que me alimento, mañana iniciaré con mi

transformación, necesito que custodies mi proceso y me encadenes con la ayuda de la

bruja, necesito un hechizo de contención tan fuerte como para impedir que escape,

pase lo que pase, diga lo que diga, no me dejes salir, el vampiro que estará encerrado

ahí no es Alejandro, después de los tres días sin alimentarme comenzaré a enloquecer,

tienen que impedir que salga de ese calabozo o destruiré todo a mi paso, no permitas

que Ginebra me vea en ese estado, la criatura que este ahí querrá asesinarla a ella y a

mis príncipes.

—Sí mi señor, haré todo lo que me pida.

—Y una cosa más querido amigo —el rostro de Alejandro se llena de profunda tristeza

y sus ojos se humedecen haciendo que Leonardo se estremezca hasta las lágrimas.

—Si no lo logro… por favor cuida de mi familia, si perezco en el intento cuida de mis

hijos como si fueran tuyos y cuida de mi esposa como si fuera tuya, solo a ti puedo

confiarte lo que más amo.

Leonardo tiene un nudo en la garganta y asiente con la cabeza para después lanzarse

A los brazos de su rey para darle a entender que estaba con él en esto.

—Prométame que no morirá… —dice Leonardo angustiado.

—Te prometo que lucharé con todo lo que soy para que eso no pase.

En efecto, la abstinencia era una tortura para cualquier vampiro, el dolor, el ardor y la

sed insaciable inducían a la locura y la violencia, pero Alejandro estaba dispuesto a

soportarlo por el bien de su familia.

Mientras tanto, entre los enormes arboles un lobo blanco corre con todas sus fuerzas

mientras la bruja de la invocación se aferra al lomo de esa majestuosa criatura.

—¡Corre Lilith! ¡mamá esta por alcanzarnos! —grita Lía mientras invoca un arco para

disparar sus afiladas flechas contra los espíritus que Beatriz ha invocado para atacarla.

—¡Ahhhh! —los lamentos de ultratumba se desvanecen una vez que Lía les dispara.

—¡Cuidado señorita hay un espectro arriba de usted! —exclama Lilith advirtiéndole.

—¡Ay! —Lía se cubre la cabeza y a lo lejos se escucha a Beatriz que le ordena al

espíritu que desaparezca.

—No puede ser… estuve tan cerca. —expresa Lía con pesar.

 

—Debes trabajar más en tu concentración, no descuides tus puntos vulnerables

durante una batalla.

—¡Mamá! ¿Cómo apareciste tan rápido? —pregunta la niña sorprendida.

—Cosa de vampiros supongo.

Lía contempla a Beatriz, la cual luce radiante, su cabello ondulado es más oscuro y sus

ojos rojos le sientan bastante bien, se ve hermosa y majestuosa, no solo su vestimenta

ha cambiado, su fuerza y su confianza también.

—¿Qué estas mirando? —pregunta Beatriz extrañada.




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