Especial de noche de brujas
La noche de san Juan
Algunas noches son tenebrosas, oscuras y faltas de paz y pureza, muchos se niegan a
dormir cobijados por sus penumbras y buscan desesperadamente refugiarse bajo la luz
de alguna cándida vela, pero hay una en especial que se vuelve aterradora, la noche
de san Juan, la única fecha del año donde pareciera que el abismo mismo subió a la
tierra, acompañado de sus siniestras criaturas, la noche donde los duendes, demonios
hadas y seres de ultratumba caminan en nuestro plano para deleitarse con el horror, la
desesperación y la sangre humana.
Ginebra, Beatriz y Lía habían ido al pueblo de Birdt en busca de algunas calabazas
para decorar su fiesta de noche de brujas y recorrían el lugar con la esperanza de
encontrar alguna buena ganga.
—Gracias por venir a pasar esta noche con nosotros, sé que no es fácil teniendo los
ojos de los sabios puestos en ustedes, sobre todo porque sé bien que no deberían
convivir con ningún humano. —le expresa Ginebra a Beatriz apenada.
—No te preocupes, estoy harta de verle la cara a esos ancianos. —dice Beatriz
mientras se estira.
—También me imagino que debe ser tortuoso para ti estar rodeada de tantos humanos.
Ginebra le da varias palmadas en la espalda en forma de consuelo.
—Haber pasado tiempo contigo me ayudó a controlar mis impulsos, además, comí
bastante bien antes de venir aquí. —exclama Beatriz con satisfacción.
—Por favor no me digas a quien te comiste…
—Lo único que te diré es que estuvo delicioso. —manifiesta Beatriz con una gran
sonrisa.
—Estoy tan emocionada, la noche de san Juan es una de mis festividades favoritas, los
adornos, los disfraces, las velas, todo es genial… —exclama Ginebra emocionada.
—Si yo fuera tú, no me emocionaría tanto. —le dice Beatriz indiferente.
—¿Por qué lo dices? ¿No me digas que también detestas la noche de san Juan?
—Claro que no, es la única noche donde los seres sobre naturales podemos ser lo que
somos y hacer lo que queremos sin la necesidad de escondernos o sin algún tipo de
castigo por nuestras acciones.
—No entiendo.
—¡Mira mami! ¡Unos disfraces de brujas! ¡Deberíamos comprarlos! —grita Lía
ilusionada.
—Sí, ya los vi, esos sombreros son horribles, puntiagudos y ostentosos, ¿no preferirías
que te comprara una muñeca? Olvídalo, esta noche la mayoría estarán poseídas, mejor
te comprare una fruta.
—Pero yo siempre he soñado con disfrazarnos iguales… —manifiesta Lía entre
pucheros y ojos de cordero.
—Vamos, no obligues a mamá hacer el ridículo.
—Ahora que lo mencionan, yo estoy buscando un disfraz de espantapájaros para
Reinar, sería su primera vez, ya quiero verlo con su traje. —dice Ginebra alucinada.
Beatriz mira a Lía y sede ante sus ojitos de foca acorralada.
—Está bien, lo haré, pero con una condición.
—¡Enserio! ¿Cuál? —pregunta Lía con gran interés.
—Deberás añadirle mañana una hora extra a tu entrenamiento.
—¡Sí! ¡mamá y yo nos vestiremos iguales! ¡yupi! —Lía brinca llena de felicidad
cautivando el corazón de Beatriz.
—Niños, todos son iguales, esto me pasa por ser madre y padre a la vez. —expresa
Beatriz resignada.
—Por cierto, tengo curiosidad ¿Por qué dijiste que no debería emocionarme tanto esta
noche?
—Por qué no debería ser una noche de celebración para los humanos, si no de terror.
—¿Pero por qué?
—¿Alguna vez te has preguntado por qué el primero de noviembre es uno de los días
más caóticos y sin sentido para los humanos? La noche de san juan es la única fecha
donde los seres de ultra tumba tienen la libertad de hacer lo que quieran, la única
condición es no acabar con todos los humanos, esta noche los niños desaparecerán,
sus cosechas se secarán, hombres serán sacrificados, asesinados y devorados por sus
pesadillas y por los monstruos que tanto personifican en esta festividad, su ganado
desparecerá al igual que algunas personas, habrá desastre y terror por doquier pero
nadie lo recordará porque esta fatídica noche las brujas lanzan un hechizo que les hará
perder la memoria llenándolos de confusión y temor al día siguiente, ustedes estarán
tan vacíos que no entenderán por qué sienten tanta angustia, mientras tu pueblo llora,
el mío se va con la barriga llena y los dientes repletos de carne.
—Por Dios… que horrible… —Ginebra estruja su pecho asustada.
—Lamento romper tus ilusiones, me faltó decirte que los espíritus también tienen
permitido entrar a este plano a poseer personas, animales y objetos.
—Ay, Bety… siento que voy a vomitar.
—Lo sé, no es fácil de digerir.
—Oye mami… —Lía le jala el borde de la capa a Beatriz con timidez.
—Dime linda.
—Entonces pelusa…
—Sí, tal vez te visite esta noche. —expresa Beatriz mientras acaricia su pelirroja
cabecita.
—Sí… ¡pero como un zombi! —expresa Lía histérica y añade. —dijiste que pelusa se
había ido con su familia.
—Sí, pero al cielo cariño, dejaste la reja abierta y se la comió un zorro, pero estoy
segura de que no sufrió. —Beatriz le sonríe creyendo que la ha consolado.
—debe odiarme mucho… —vendrá por mi alma… —expresa Lía mientras la cabeza le
da vueltas.
—No lo hará… creo...
—Claro que no hará eso, pelusa debe estar ahora mismo brincando en el cielo de los
conejos, seguro te quiere muchísimo porque recuerda lo mucho que la cuidaste en
vida. —le dice Ginebra con dulzura tratando de hacerla sentir mejor.
—Bueno… prácticamente se le olvidaba darle de comer y… a mí también jeje.