El amante infernal (libro 2)

Una amenaza desconocida

Ginebra les explicó todo, causando preocupación por la entidad que ronda los bosques.

—Ahora que lo mencionas, el bosque está más inquieto esta noche, creímos que era el

clima. —Mirten se asoma a la puerta mientras arruga un poco la carta con sus dedos

parece que se ha quedado atónito.

—¿Qué pasa Mirten? —le pregunta Yubel al verlo asombrado.

—Vengan a ver esto…

—¿Qué sucede?

Todos se quedan absortos al observar a un grupo de siervos que deambulan por sus

territorios, están nerviosos y se nota que tienen miedo pues pareciera que buscan

refugio.

—No puede ser… hasta los animales huyen del bosque. —Levy sale de la casa y se va

de cabeza cuando un oso enorme pasa junto a él corriendo despavorido.

—¿Qué criatura será esa que hasta los animales huyen de ese modo? —se pregunta

Víctor temeroso.

—Alejandro… —Ginebra se toca el corazón, está preocupada por su esposo y por los

sobrevivientes que lo acompañan, Alejandro ahora es un humano y Leonardo ya no

está para protegerlo, no sabe si la súper fuerza que tiene será suficiente para

deshacerse de esta entidad desconocida.

—Debemos asegurar la casa, iré con Sifri para ayudarla con el bebé. —expone Víctor

nervioso.

—El niño estará bien con ella, créeme que no dejará que nadie le toque un pelo.

—Mirten dijo esto porque Sifri quería mucho a Reinar y todo el tiempo estaba con él.

—¿Deberíamos ir al bosque? Quizá entre todos podamos encontrar la manera de

ahuyentar a esa cosa o por lo menos ayudar a los chicos a salir de ahí. —expresa

Yubel dudosa.

—No, Alejandro ya debe ser consciente de lo que está pasando, estoy seguro de que él

preferiría que nos quedáramos, como dijo Beatriz, si esa cosa come humanos es

posible que también se dé una vuelta por aquí, debemos estar listos para proteger este

lugar, a todos nosotros.

 

—Mirten tiene razón, además ninguno de nosotros es débil, sabemos pelear y

defendernos, aun conservamos agilidad y una gran fuerza, no se la haremos tan fácil.

—dice Levy con seriedad.

—Está bien, aremos lo que dicen.

—Señora Ginebra, ¿podría decirle a Sifre que la necesitamos aquí? Entre más seamos

mejor. —manifiesta Mirten con seriedad.

—Lo haré…—Ginebra odiaba sentirse inútil, aunque todos ahí eran humanos era obvio

que ella no estaba a su nivel y quería buscar la manera de ser más útil, por el bien de

Reinar, así que fue a hablar con Sifri.

—Ginebra… —Sifri se sintió avergonzada porque Ginebra la había encontrado llenando

de besos a su hijo.

—No, por favor, no te apartes de él, para serte sincera me agrada mucho como lo

tratas… con tanto cariño. —Ginebra le sonríe con ternura haciendo que Sifri se sienta

feliz.

—Escuché todo el alboroto, será mejor que vaya con ellos.

—¡Espera! Iré contigo.

Ginebra se va con Sifri mientras que Víctor se queda con su nieto en la habitación.

—No sé si Alejandro este feliz con la idea de que salgas con nosotros, si esa cosa

aparece… —Ginebra la interrumpe.

—Estoy cansada de ser una carga, de necesitar la protección de mis amigos y esperar

mientras ellos arriesgan sus vidas por mí… no sabes lo difícil que es ver como lastiman

a los que amas sin que puedas hacer algo al respecto.

—Sí sé. —expresa Sifri con una profunda tristeza.

—¿Sifri? —Ginebra se percata de la expresión de dolor en su rostro.

—Yo nací y crecí en una aldea remota y llena de pobreza, era la mayor de tres

hermanas, mi madre había muerto por culpa de una extraña enfermedad al igual que

mi hermanito menor, bueno, eso es lo que mi padre le dijo a todos en el pueblo para

que nadie siguiera preguntando de su repentina desaparición, la causa de su muerte

era más terrorífica de lo que te puedas imaginar, mi madre murió a causa de las

golpizas que mi padre le proporcionaba, era un alcohólico violento y muy celoso, esa

tarde mi tío había ido a visitarnos aprovechando que mi padre estaba ausente y nos

había traído comida y unos bonitos vestidos de la capital, él sabía que estábamos en la

miseria por culpa de mi padre y al vernos tan delgados se conmovió hasta las lagrimas

él le dijo a mi madre que había conocido a un demonio que le había prometido vida

eterna a cambio de unos favores y que en cuanto la obtuviera vendría a obsequiárnosla

también a nosotros y así podríamos vengarnos de aquel desgraciado, por supuesto

nosotros no le creímos incluso pensamos que estaba loco, pero igual lo amábamos, era

amoroso y divertido, todo lo contrario, a mi padre, por desgracia llegó antes de que mi

tío pudiera irse y recuerdo verle el rostro lleno de celos he ira, mi tío se fue de ahí de

inmediato para no causarle más problemas a mi madre el monstruo de mi padre nos

observó por un largo tiempo y después de vaciar una botella de ron para calentarse

aun más la sangre, se lanzó contra mi madre y la golpeo tanto que le desfiguró el rostro,

le había arrancado la mandíbula por los golpes y su cabeza estaba sumida de un lado,

yo estaba segura de que él era el demonio y por más que tratamos de impedir que la

golpeara… —en este punto de la plática Sifri se rompe en llanto.

—Sifri… —Ginebra siente un gran nudo en la garganta y la intenta consolar, pero ella

continúa contándole su historia.

—Por más que tratamos de defenderla, él era más grande y más fuerte que nosotros,

terminó matándola delante de nuestros ojos, pero aun inconforme miró a mi hermanito

con ira, él era igual a mi tío y lleno de celos gritó… ¡Ella te engendro con su semilla!

¡eres hijo de ese bastardo! —Mi padre lo tomó del cabello y azotó su cabeza contra el




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.