El amante infernal (libro 2)

El Wendigo

La noche era tan tenebrosa que los animales del bosque huían por su supervivencia,

había algo que los hacia correr despavoridos, algo que los llevaba a refugiarse con los

humanos de los que se escondían, Alejandro, Dafne y Blander estaban contra espalda,

atentos a cualquier movimiento que pudiera mostrarles donde estaba su depredador.

—Puedo sentirlo, la criatura que nos acosa está a unos cien metros de nosotros. —dice

Alejandro mientras adopta una postura de defensa.

—¡Ahí está! —Dafne se llena de adrenalina y terror al ver los enormes ojos brillantes

que se asoman en la oscuridad.

—¿Esa es su silueta? Es enorme…. —expresa Blander impresionado al ver la sombra

de la criatura que los vigila en la penumbra.

Era una figura humanoide, huesuda y con cuernos de alce.

—¿Qué diablos es esa cosa? —pregunta Dafne inquieta mientras aprieta su arco con

fuerza.

Las nubes despejan el cielo, haciendo que la luz de la luna ilumine la figura de aquella

extraña y aterradora criatura.

—¡Es un Wendigo! —grita Alejandro mientras el monstruo emite un horrible alarido.

El Wendigo era una criatura nocturna, una vez que dejaba salir su voz, te convertías en

una de sus víctimas, pues su reclamo te hechizaba haciéndote creer que estabas a

salvo si vas con él.

—¡Tápense los oídos! Si se dejan llevar por su chillido estarán perdidos. —Alejandro y

sus amigos improvisan unos tapones para evitar escuchar al Wendigo y así no caer en

su trampa.

De pronto, la criatura apareció de la nada justo detrás de Dafne, cogiéndola del brazo

con fuerza haciéndola correr dando grandes zancadas.

—¡Ahh!

—¡Dafne! —grita Blander con desesperación.

—¡Vamos tras él! ¡Si logra elevarla al cielo la devorará!

—¡Maldición!

El wendigo tenía a Dafne bien agarrada, no podía seguirle el pazo, por lo que esta se

tropezaba, tenía su arco y sus flechas, pero no había manera de que pudiera usarlas,

debía encontrar la forma de que esa cosa la soltara y entonces así poder

defenderse.

 

—¡Suéltame bastardo! —el monstruo corría tan rápido que la azotaba contra los

árboles, si seguía jaloneándola de ese modo terminaría no solo dislocándole el brazo si

no que podía arrancárselo.

El Wendigo tenía enormes uñas afiladas, sus dedos eran largos y eso le permitía trepar a

los árboles con gran facilidad.

—Tengo que encontrar la manera de zafarme… no puedo dejar que este animal me

mate, debo demostrarle a Alejandro que puedo serle de utilidad, que puede contar

conmigo, que puede usarme…

Dafne era una excelente arquera, era ágil, fuerte y muy inteligente, esta era la

oportunidad que estaba buscando, era el momento de hacerse notar para permanecer

al lado de Alejandro, aunque sea solo para protegerlo.

El Wendigo no tenía intenciones de seguir jugando con su comida, así que de un brinco

se elevó a los cielos llevándose consigo a Dafne y dislocándole el brazo, en un acto de

desesperación optó por patear a su captor en la boca del estómago haciendo que este

perdiera el equilibrio y la soltara, pero Dafne no se quedaría así, mientras caía, el

Wendigo se inclinó para recuperarla y esta agarró su arco y con una de sus afiladas

flechas le disparó en un ojo, reventándoselo de un solo tiro y fue ahí que entre los

gritos abominables de la criatura ella pudo ver su punto débil.

—¡Señor los veo!

Dafne se preparó para la caída en picada, pero Alejandro se apresuró para recibirla.

—¡Amo! —Dafne se sorprendió al caer en los brazos de Alejandro, pero este la baja

enseguida.

—Se ha ido… —dice Alejandro con gran molestia.

—¿Tan fácil se rindió? Debió dolerle demasiado la herida que le dejé en el ojo.

—expresa Dafne confundida.

—No se ha rendido… regresara cuando menos lo esperemos. —le dice Blander

preocupado.

—Vamos a casa, tenemos que avisarles a los demás, estaremos vigilando el bosque,

hasta dar con esa criatura. —manifiesta Alejandro con el ceño fruncido.

—Cazar o ser cazados…—expresa Dafne adolorida.

—¿Estás bien? —le pregunta Blander al escuchar su quejido.

—Esa cosa me dislocó el brazo…

—Y aun así lograste darle en el ojo, eres buena en lo que haces, serás de ayuda para

derrotarlo —le dice Alejandro con tranquilidad y Blander aprovecha su distracción para

acomodarle el brazo.

 

—¡Eres un! …—Dafne se retuerce de dolor.

—Ya pasará, debes estar feliz por el cumplido que te hizo el amo. —le dice Blander en

forma de burla.

Dafne, Blander y Alejandro vuelven por fin a casa mientras que todos los reciben

agradecidos de que regresaran sanos y salvos del bosque.

—¿Se encuentran bien? —les preguntan alterados.

—¡Beatriz nos avisó de una criatura que acecha en los bosques! —les dice Ginebra

preocupada.

—Lo sabemos, nos encontramos con él. —expresa Alejandro con enojo.

—Es un Wendigo…—manifiesta Dafne mientras se agarra el brazo. —Ginebra se da

cuenta de que aquella sobreviviente lleva puesto el abrigo de su esposo.

—Entonces ¿vieron al wendigo? —les pregunta Mirten intrigado.

—Peleamos con él, pudimos regresar gracias a que Dafne le disparó una de sus

flechas en el ojo, la atrapó y casi se la devora. —exclama Blander con enojo.

—No puede ser….

—Bueno, lo hirieron, supongo que ya no volverá a los bosques ¿no?

Ganaron…—expresa Yubel con una sonrisa nerviosa.

—No es tan sencillo, los wendigos son criaturas rencorosas, territoriales y no les gusta

irse con el estómago vacío, existen varios tipos de wendigos, las criaturas nacidas así y




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