Ginebra les contó todo lo que había pasado, siguió hablando a pesar de los rostros
llenos de confusión e incredulidad de sus amigos, Alejandro en cambio la miraba con
una total seriedad y con esa mirada fiera, Ginebra sabía que estaba en problemas o al
menos eso creía y una vez que estaban a solas en su habitación Alejandro por fin se
dirigió a ella.
—¿Entonces ahora tienes el poder de la perla? —le pregunta Alejandro sin siquiera
mirarla a los ojos.
—Eh, sí…—le responde Ginebra con timidez.
—¿Por qué me desobedeciste?
—Alejandro, yo… —Alejandro la interrumpe de golpe.
—¡Te dije que te quedaras aquí! al cuidado de Reinar y con tu padre.
—Lo sé, pero tenía que hacer algo más, ser de utilidad para ustedes, mi padre cuidó
bien de Reinar y los sobrevivientes a la vez cuidaron de ellos. —le dice Ginebra con
frustración al ver la molestia de su esposo.
—¿Por qué no puedes seguir mis órdenes Ginebra?
—¿Tus ordenes? Soy tu esposa, no una de tus subordinados.
—¿Qué no ves que solo quiero protegerte? Pudiste haber muerto en tu intento de ser
una heroína.
—¡Todo este tiempo solo he sido una carga para ustedes! ¡estoy harta de que siempre
tengas que salvarme!... quería ser fuerte, o al menos servirles de algo, probar que
puedo hacer más por nosotros, solo quería probar que podía ser útil. —expresa
Ginebra con molestia.
—Entonces tu motivación fue egoísta, ahora tienes un poder que se volverá un peso y
una carga para ti, te verás envuelta en muchos problemas por esto.
—Creí que estarías feliz por mí. —le dice Ginebra apretando los puños.
—Estoy feliz de que estés viva y de que mi hijo no haya perdido a su madre.
Alejandro sale de la habitación dejando a Ginebra con un mal sabor de boca.
—Pensé que nuestros problemas matrimoniales iban a terminar con esto…
En el momento en el que Alejandro salía de la habitación se topó con Dafne quien
corría a avisarle que Osmar, Tairen y Sasha habían vuelto por fin con los
sobrevivientes.
—¡Alejandro! Los sobrevivientes ya vienen, podemos verlos desde las colinas, son más
de los que esperábamos. —le dice Dafne con una enorme sonrisa mientras que se
calla en cuanto ve a Ginebra asomarse también.
—Gracias por avisarme, ordénale a los demás que preparen la comida y la bebida,
tenemos que recibirlos con alimento para que recuperen las fuerzas. —le dice
Alejandro mientras se pone su chaqueta y se va con Dafne tras él.
Ginebra sentía celos de Dafne, sentía que de alguna manera estaba usurpando el lugar
que le correspondía como ayuda de Alejandro, así que la miraba con recelo y casi no
convivía con ella.
—¿Alejandro? ¿En qué momento comenzó a tutearlo? Se supone que es a mí a quien
debería pedirle esas cosas, no a ella, yo soy la señora de este lugar, pero Dafne se la
pasa detrás suyo como si nada.
Ginebra pasaba mucho de su tiempo mirando a Dafne y se comparaba con ella, con la
hermosa rubia que alguna vez fue la amante del antiguo rey y en su inseguridad se
preguntaba si ella también fue una de las amantes de Alejandro y por consideración se
lo estaba ocultando.
Mientras su mente divagaba en esos pensamientos, Sifri fue por ella para que también
recibiera a los sobrevivientes como mujer de Alejandro.
—¿Qué estás haciendo ahí escondida? ¡vamos! Nuestros hermanos querrán conocer a
la esposa de su señor. —le dice Sifri entusiasmada.
—¿A mí?
—Sí, ¿A quién más? Jaja, apresúrate. —Sifri la agarra del brazo y se la lleva.
—¡Amo! ¿Ya los vio? —le dice Mirten lleno de alegría.
Alejandro subió a la colina para divisar aquella gloriosa imagen, el aire fresco ondeaba
su hermoso cabello dorado y sus ojos azules brillaban llenos de emoción, estaba
conmovido al ver a más de quinientos sobrevivientes a la abstinencia.
—Mira todo lo que has construido Alejandro, estamos muy orgullosos de ti, el amor que
le tuviste a tu familia causó todo esto. —le dice Víctor a Alejandro mientras disfruta del
paisaje.
—No, cada uno de ellos tuvo el valor de recuperar su humanidad a pesar del dolor y la
incertidumbre.
—Pero tú los inspiraste. —le dice Dafne con lágrimas en los ojos y añade. —así como
lo hiciste con nosotros.
—¡Señor hemos regresado! —Gritaron Osmar, Tairen y Sasha llenos de júbilo.
—Bienvenidos a casa amigos…
Todos estaban sorprendidos con lo que estaban viendo, Víctor le había dado a Reinar
a Dafne mientras él acompañaba a Alejandro a recibirlos, pero ella los siguió también.
—Aquí están los sobrevivientes, son más de los que teníamos contemplados como
puede ver. —le dice Osmar apenado.
—¡Amo! —los quinientos sobrevivientes se arrodillaron al mismo tiempo postrándose
delante de Alejandro y añadieron llenos de gratitud y respeto. —sabemos que somos
más de lo que usted tenía contemplado, pero le traemos presentes para que no
seamos una carga para usted.
Los sobrevivientes traían consigo animales de carga, hermosos caballos de sangre
pura, ovejas, asnos, borregos, conejos, vacas y todo tipo de semillas para plantar
árboles frutales y árboles frondosos, traían ropas finas, telas de la mejor calidad,
cantidades estrafalarias de oro y plata, junto con todo tipo de piedras preciosas, todos
ellos eran ricos y saludables, trajeron armas de todas las clases y todo lo pusieron a la
disposición de Alejandro.
—Esperamos que se alegre con nuestros presentes.
—Aun si hubieran venido con las manos vacías los habríamos recibido con la misma