El amante infernal (libro 2)

Amenaza contra los sobrevivientes y el surgimiento de los cazadores

Ginebra dejó caer la copa de vino a sus pies al ver la terrible imagen de un grupo de

trols furiosos que despedazaban las cabezas de algunos sobrevivientes con sus

mazos, terribles criaturas azuladas con un cuerpo grotesco y de una altura de por lo

menos dos metros de alto se habían infiltrado en su hogar, Ginebra jamás había visto a

un trol en su vida, sus colmillos eran enormes y afilados, tenían verrugas prominentes y

parecían estúpidos, pero realmente eran seres muy peligrosos.

—¡Son trols! —grito Sasha mientras ayudaba a Víctor y a Reinar a escapar, Osmar

también les cubría la espalda mientras que Blander y Dafne rodeaban a Alejandro.

De inmediato la escena donde Alejandro le declaraba a el wendigo su plan de

convertirse en un cazador y defender a la humanidad se le vino a la cabeza, pues

aquella ocasión pudo notar que una criatura lo miraba, ahora se da cuenta de que se

trataba de un trol.

—Estos animales no actúan por sí mismos, alguien debió darles la orden de que

atacaran, la pregunta es quien. —les dice Blander a sus amigos.

—Ahora nos queda claro que ya no lo respetan, creen que por ser humano nuestro

señor se ha debilitado, no cabe duda de que esta es una declaración de guerra, los

seres sobrenaturales por fin han mostrado su verdadera cara, no soportan la idea de

que hayamos renunciado a nuestra inmortalidad, su ira está enfocada en el iniciador de

todo, el antiguo rey de los vampiros. —se dice Tairen en sus adentros mientras le

atraviesa el estómago aun trol.

—¡Alejandro! —Alejandro escucha los gritos de Ginebra, estaba furioso al ver como

esas criaturas estúpidas masacraban a su gente.

—¡Ve a los graneros! ¡encárgate de sanar a todos los que aun puedas salvar! Yo me

encargare de estos perros.

Alejandro le ordeno a Mirten, sifri y Osmar que llevaran a los heridos al granero para

que su esposa pudiera sanarlos, esa era su única ventaja, ya que estaban rodeados

por los implacables trols de Jazram, así se llamaba su líder, una criatura aún más

grande y corpulenta que los otros, como un gigante se abrió paso demandando pelear

a muerte con Alejandro.

—¡Quiero pelear con su líder! ¡una pelea a muerte por estas tierras fértiles y por sus

animales y mujeres también! —Jazram le arrancó la cabeza a una oveja de una sola

mordida y con el hocico lleno de sangre sonrió confiado mientras Alejandro le clavaba

la mirada como una daga.

—¿Quién te crees que eres para venir a mis tierras y atacar a los míos? —le preguntó

Alejandro temblando de ira.

—Yo soy Jazram, líder de los trols de las cavernas, hijo de Beliel, el antiguo dirigente

de mi raza, al que por cierto tu asesinaste.

—Ah, ya veo ¿Eres hijo de ese cerdo? Murió como un cobarde, llorando y orinándose

encima, suplicándome para que no lo matara y ahora tu morirás de la misma forma por

haber asesinado a mi gente. —Jazram se indignó al escuchar como Alejandro insultaba

a su padre y se burló de él diciendo.

—Jajajaja ¿Y cómo piensas derrotarme? Traicionaste al pueblo sobrenatural, a tu

propia raza Y todo para convertirte en un débil humano, esto será pan comido para mí,

veras de lo que soy capaz.

Por otro lado, mirten, Sifri y Osmar corren a toda prisa llevando a los heridos que

pueden a donde se encuentra Ginebra, ella sanaba a uno tras otro, algunos estaban

más grabes y a esos no podía salvarlos.

—¿Qué pasó? ¿Pudiste salvarlo? —le pregunta Víctor a su hija con preocupación.

—No… —Ginebra meneo la cabeza llena de tristeza, ya había cincuenta muertos a

causa de los trols.

Estaba cubierta de sangre, la sangre de los sobrevivientes que solo buscaban

esperanza y una vida nueva, el sentimiento de indignación no tardó en hacerse

presente, los sobrevivientes yacían escondidos en los graneros, protegidos por

aquellos que Alejandro había designado, todos tenían la fuerza para pelear, pero su

señor no quería involucrarlos a todos, solo a sus diez compañeros de confianza.

—Maldición hay muchos heridos… esos bastardos se han cargado muchas muertes

con sus mazos. —exclama Sasha llena de impotencia.

—Nos agarraron desprevenidos, si Alejandro lo ordena podremos con ellos. —expresa

Dafne llena de ira.

—El amo no quiere más muertes, tenemos que confiar en él, estoy seguro de que tiene

un plan. —manifiesta Blander con seguridad.

De pronto, el alboroto se calla, un gran sonido de cuerno ha llamado la atención de

todos, Jazram les ha ordenado a los suyos detenerse, se enfrentarán a un duelo, uno a

uno, el líder de cada grupo hasta la muerte, el ganador se quedará con las tierras y con

todo lo que las habita, el bando que pierda será asesinado sin piedad, todo excepto las

mujeres.

—Esos malditos son unos depravados, ni loca dejare que me pongan una mano

encima. —se dice Yubel en sus adentros sin bajar la guardia.

Todos se han enterado de la decisión que se ha tomado, Ginebra junta sus manos y

comienza a rezar para que Alejandro salga victorioso en esta pelea.

 

—Vamos mi amor… mata a esa bestia, no permitas que caigamos en manos del

enemigo. —Ginebra estaba muy agotada debido a todas las veces que había sanado a

alguien, estaba sudando mucho y sentía que en cualquier momento iba a desmayarse.

—¡Prepárate Alejandro de Romani! Que hoy será tu última noche en este mundo,

espero que te hayas acostado con tu esposa, pues yo la reclamare como mía al

finalizar la batalla, tu cadáver frio y tieso mirara cuando la tome por la fuerza.

A Alejandro le hervía la sangre, su amada esposa era su debilidad, había algo en él




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