El amante infernal (libro 2)

Destino

Ahí estaban las grandes rejas de metal, la entrada a la mansión Landez estaba frente a

sus ojos, Laila le rogaba a los que cuidaban la puerta que los dejaran pasar o que tan si

quiera llamaran a la señora de la casa, pero estos solo la ignoraban incluso la

amenazaron con tirarle un balde de agua fría si no dejaba de insistir.

—¡Por favor! Son cazadores, ellos solos exterminaron a los goblins que asechaban los

caminos, merecen un lugar donde lavarse y descansar, solo déjenme hablar con la

señora Selene, ella me conoce bien.

Laila seguía insistiendo y el alboroto llegó a oídos de Selene y su hija Lucia.

—¿Qué está pasando haya fuera? ¿Por qué escucho alegar a los que cuidan la

entrada? —pregunto Selene con firmeza.

—Lo sentimos señora, ya le hemos rogado a la criada que se vaya, pero insiste en

hablar con usted.

—¿Y qué es lo que quiere esa sirvienta con mi madre? —pregunto Lucia con

tranquilidad mientras revisaba unas telas costosas con las que mandaría hacerse un

vestido.

—Me parece que busca trabajo, es la muchacha que ayer vino a traerle aquella prenda

tan costosa.

—¿La pelirroja? —pregunto Selene con seriedad.

—Sí.

—Pues déjenla pasar, debe haber tenido problemas con su antigua patrona por el

abrigo que le regalé.

—¿Estás segura de meter a esa muchacha a la casa? ¿Y si le robó a su jefa?

Probablemente huye por eso. —le dijo Lucia preocupada.

—No creo que se trate de eso hija.

—Es que no viene sola señora.

—¿Con quién más viene? —pregunto Selene extrañada.

—Con dos hombres más, dice que son cazadores, que ellos acabaron con los goblins

que atacaban en los caminos.

De inmediato Selene se puso de pie, la expresión de su rostro cambio drásticamente y

corrió ella misma a recibirlos.

—¡Señora espere!

—¡Mamá! ¿Qué haces?

 

Todos se asombraron de ver a Selene dirigirse a toda prisa hacia la entrada, incluso

Laila creyó que había ido ella misma a echarlos, pero en cuanto abrió la reja se quedó

sin palabras frente a Reinar y Mirten.

—¿Es verdad lo que dices Laila? ¿Tus amigos son cazadores?

—Lo somos señora. —afirmaron ellos con seriedad.

—Pasen por favor… ¡prepárenles el baño y algo de comer! ¡rápido! —ordeno Selene

mientras los criados se llevaban a Reinar y a Mirten.

Lucia no entendía por qué su madre actuaba de esa forma tan extraña, ella era una

joven de veintidós años, una mujer muy hermosa, de piel blanca y tersa, no tenia

ninguna cicatriz y poseía un lunar al lado del ojo izquierdo como su padre, tenía una

abundante cabellera castaña casi rubia que le caía como cascada en su silueta bien

definida, era tan bonita que no podía pasar desapercibida, tenía el encanto de su

difunto hermano David, mientras Reinar y Mirten entraban a la mansión ella y Reinar

cruzaron miradas, el hijo de Alejandro la dejó sin palabras.

Y como no, si Reinar era el vivo reflujo de su padre a su corta edad él ya era más alto

que sus compañeros de entrenamiento, su piel era clara y sonrosada, su cabello

castaño y semi largo se lo amarraba en media coleta, tenía los ojos azules y una nariz

perfilada, sus facciones eran preciosas y varoniles y por esta razón la bella Lucia

enmudeció con las mejillas coloradas.

Y rápidamente su expresión cambio al ver a Laila hablar con su madre, la miró de

arriba abajo de manera despectiva y pensó: ¿Qué hace mi madre hablando con esta

muchacha tan mugrosa?

—Señorita, será un placer servirle de ahora en adelante. —le dijo Laila mientras le

hacia una reverencia.

—Hija, no pongas esa cara, alégrate, por fin tendrás a alguien que te ayude en todas

tus necesidades, Laila es joven y casi es de tu edad podrán entenderse rápidamente y

quien sabe, tal vez podrían ser amigas, confidentes.

—¿No crees que debería bañarse primero? Huele mal y está llena de sangre y lodo.

—Eh, discúlpeme señorita, me iré a limpiar enseguida.

—Ve a lavarte Laila y después come algo, empezaras con el empleo mañana, así

descansaras y podrás recuperarte de ese horrible golpe. —le dice Selene con

amabilidad y empatía.

—Muchas gracias señora, estoy muy agradecida con ustedes, las serviré con todo mi

corazón. —expreso Laila con lágrimas en los ojos y se fue.

 

—¡Mamá! ¿Por qué la aceptaste? Se nota que se metió en algo muy serio, mira que

escapar de su patrona y venir aquí como si nada a refugiarse, mira como estaba, toda

sucia y herida.

—Estaba así porque fue atacada por un grupo de goblins, si no fuera por los

cazadores, la habrían violado hasta matarla y esa herida en la cabeza fue porque su

antigua patrona la golpeo con una piedra, le cortó el pelo y la empapó en agua fría,

además de golpearla sin piedad con una vara, solo tiene veinte años y ya ha sufrido

bastante, por favor trátala bien, sabes que no tolero los maltratos en esta casa, no

olvides que yo también fui una sirvienta. —Selene se va dejándola sola y avergonzada.

Ya había pasado un rato cuando Reinar y Mirten se encontraban sentados a la mesa,

se veían reanimados después de tomar un baño caliente y comer la deliciosa comida

que Selene les ofreció.

—¿Necesitan algo más? —les pregunto Selene con una sonrisa.

—No, usted ha sido muy amable con nosotros, acepte este dinero por su hospitalidad y

por la comida.

—No es necesario, ustedes acabaron con esos monstruos, es lo minio que podemos

hacer por ustedes, ninguna mujer del pueblo salía por miedo a encontrarse a esos

goblins.

—¿Cómo está la muchacha a la que contrato como sirvienta? ¿se encuentra bien?




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