Ahí estaban las grandes rejas de metal, la entrada a la mansión Landez estaba frente a
sus ojos, Laila le rogaba a los que cuidaban la puerta que los dejaran pasar o que tan si
quiera llamaran a la señora de la casa, pero estos solo la ignoraban incluso la
amenazaron con tirarle un balde de agua fría si no dejaba de insistir.
—¡Por favor! Son cazadores, ellos solos exterminaron a los goblins que asechaban los
caminos, merecen un lugar donde lavarse y descansar, solo déjenme hablar con la
señora Selene, ella me conoce bien.
Laila seguía insistiendo y el alboroto llegó a oídos de Selene y su hija Lucia.
—¿Qué está pasando haya fuera? ¿Por qué escucho alegar a los que cuidan la
entrada? —pregunto Selene con firmeza.
—Lo sentimos señora, ya le hemos rogado a la criada que se vaya, pero insiste en
hablar con usted.
—¿Y qué es lo que quiere esa sirvienta con mi madre? —pregunto Lucia con
tranquilidad mientras revisaba unas telas costosas con las que mandaría hacerse un
vestido.
—Me parece que busca trabajo, es la muchacha que ayer vino a traerle aquella prenda
tan costosa.
—¿La pelirroja? —pregunto Selene con seriedad.
—Sí.
—Pues déjenla pasar, debe haber tenido problemas con su antigua patrona por el
abrigo que le regalé.
—¿Estás segura de meter a esa muchacha a la casa? ¿Y si le robó a su jefa?
Probablemente huye por eso. —le dijo Lucia preocupada.
—No creo que se trate de eso hija.
—Es que no viene sola señora.
—¿Con quién más viene? —pregunto Selene extrañada.
—Con dos hombres más, dice que son cazadores, que ellos acabaron con los goblins
que atacaban en los caminos.
De inmediato Selene se puso de pie, la expresión de su rostro cambio drásticamente y
corrió ella misma a recibirlos.
—¡Señora espere!
—¡Mamá! ¿Qué haces?
Todos se asombraron de ver a Selene dirigirse a toda prisa hacia la entrada, incluso
Laila creyó que había ido ella misma a echarlos, pero en cuanto abrió la reja se quedó
sin palabras frente a Reinar y Mirten.
—¿Es verdad lo que dices Laila? ¿Tus amigos son cazadores?
—Lo somos señora. —afirmaron ellos con seriedad.
—Pasen por favor… ¡prepárenles el baño y algo de comer! ¡rápido! —ordeno Selene
mientras los criados se llevaban a Reinar y a Mirten.
Lucia no entendía por qué su madre actuaba de esa forma tan extraña, ella era una
joven de veintidós años, una mujer muy hermosa, de piel blanca y tersa, no tenia
ninguna cicatriz y poseía un lunar al lado del ojo izquierdo como su padre, tenía una
abundante cabellera castaña casi rubia que le caía como cascada en su silueta bien
definida, era tan bonita que no podía pasar desapercibida, tenía el encanto de su
difunto hermano David, mientras Reinar y Mirten entraban a la mansión ella y Reinar
cruzaron miradas, el hijo de Alejandro la dejó sin palabras.
Y como no, si Reinar era el vivo reflujo de su padre a su corta edad él ya era más alto
que sus compañeros de entrenamiento, su piel era clara y sonrosada, su cabello
castaño y semi largo se lo amarraba en media coleta, tenía los ojos azules y una nariz
perfilada, sus facciones eran preciosas y varoniles y por esta razón la bella Lucia
enmudeció con las mejillas coloradas.
Y rápidamente su expresión cambio al ver a Laila hablar con su madre, la miró de
arriba abajo de manera despectiva y pensó: ¿Qué hace mi madre hablando con esta
muchacha tan mugrosa?
—Señorita, será un placer servirle de ahora en adelante. —le dijo Laila mientras le
hacia una reverencia.
—Hija, no pongas esa cara, alégrate, por fin tendrás a alguien que te ayude en todas
tus necesidades, Laila es joven y casi es de tu edad podrán entenderse rápidamente y
quien sabe, tal vez podrían ser amigas, confidentes.
—¿No crees que debería bañarse primero? Huele mal y está llena de sangre y lodo.
—Eh, discúlpeme señorita, me iré a limpiar enseguida.
—Ve a lavarte Laila y después come algo, empezaras con el empleo mañana, así
descansaras y podrás recuperarte de ese horrible golpe. —le dice Selene con
amabilidad y empatía.
—Muchas gracias señora, estoy muy agradecida con ustedes, las serviré con todo mi
corazón. —expreso Laila con lágrimas en los ojos y se fue.
—¡Mamá! ¿Por qué la aceptaste? Se nota que se metió en algo muy serio, mira que
escapar de su patrona y venir aquí como si nada a refugiarse, mira como estaba, toda
sucia y herida.
—Estaba así porque fue atacada por un grupo de goblins, si no fuera por los
cazadores, la habrían violado hasta matarla y esa herida en la cabeza fue porque su
antigua patrona la golpeo con una piedra, le cortó el pelo y la empapó en agua fría,
además de golpearla sin piedad con una vara, solo tiene veinte años y ya ha sufrido
bastante, por favor trátala bien, sabes que no tolero los maltratos en esta casa, no
olvides que yo también fui una sirvienta. —Selene se va dejándola sola y avergonzada.
Ya había pasado un rato cuando Reinar y Mirten se encontraban sentados a la mesa,
se veían reanimados después de tomar un baño caliente y comer la deliciosa comida
que Selene les ofreció.
—¿Necesitan algo más? —les pregunto Selene con una sonrisa.
—No, usted ha sido muy amable con nosotros, acepte este dinero por su hospitalidad y
por la comida.
—No es necesario, ustedes acabaron con esos monstruos, es lo minio que podemos
hacer por ustedes, ninguna mujer del pueblo salía por miedo a encontrarse a esos
goblins.
—¿Cómo está la muchacha a la que contrato como sirvienta? ¿se encuentra bien?