El amante infernal (libro 2)

Agridulce

 

 

Todo el lugar estaba a la expectativa de lo que pasaría, de ver si el hijo del amo había

salido victorioso en su casería y si sería digno de ser uno de ellos

—¿Escuché bien, señor? —le dijo el centinela a su amo.

—Sí, no los dejes pasar.

—Ah, entendido.

Alejandro se dirigió de regreso a sus aposentos cuando Ginebra lo tomó del brazo

frenando su paso.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué dejas a fuera a nuestro hijo? —le pregunto

confundida.

—Tu querido muchacho ha traído consigo a tres mujeres, estoy seguro de que fue su

idea, salió igual de blando que tú.

—¿Qué? ¿Cómo que tres mujeres?

—A lo mejor fue a buscar esposa y trajo tres. —exclamo Dafne para molestarla.

—¿Qué? ¿Mi Reinar hizo qué? —Sifri trato de asomarse y subió hasta donde se

encontraba el centinela y confirmó lo que decían y grito a voz en cuello.

—¡Es verdad! ¡no vienen solos! Maldito Mirten, lo ha de haber sonsacado. —exclamó

Sifri furiosa.

—Pero…deben tener un motivo ¡Alejandro déjalos pasar debe ser importante!

—Conoces las reglas.

Uno de los que cuidan los muros corrió hacia Alejandro y le dijo al oído.

—Su hijo demanda hablar con usted, dice que la razón por la que trajo a estas mujeres

es por su madre.

—Maldición… entonces es verdad lo que dijo esa mujer, talvez si está buscando una

esposa y por eso las trajo, pero es tan joven…—pensó Ginebra en sus adentros.

—¿Qué tienen que ver ellas con mi esposa? —pregunto Alejandro malhumorado.

—Bueno, dice que es una amiga de hace tiempo, de valle de cobre para ser exactos.

—¿Valle de cobre?

—No puede ser… será…

—Su nombre es Selene de Landez.

 

Ginebra volteo a ver a su marido de forma inmediata y le lanzo una mirada brillante y

suplicante a la que no se pudo resistir.

Alejandro se quedó pensativo un rato y les dio la espalda a todos mientras se dirigía al

lugar donde tenían las asambleas y ordenó con voz fuerte y retumbante.

—Antes de dejarlas entrar revísenlas, no deben traer armas ni amuletos extraños y en

cuanto a mi hijo, díganle que quiero hablar con él en el gran salón.

—Sí señor.

—Ah, y una cosa más, si no trae consigo las cabezas de sus enemigos no lo dejen

entrar, no hasta que vuelva con un saco repleto de ellas.

—Como ordene amo.

Una vez que hicieron todo lo que Alejandro les había ordenado Ginebra corrió a los

brazos de su hijo y lo llenó de besos, pues él entro primero.

—¡Reinar! ¿Estás bien? ¿Necesitas que cure alguna herida? —le pregunto su madre

mientras lo revisaba.

—No mamá estoy bien, te extrañé mucho.

—Yo también mi vida, no hubo un día en el que no te pensara.

—¿Dónde está mi padre? Quiero entregarle esto. —se refiere a las cabezas de los

goblins

—Te está esperando en el salón, está molesto por las visitas que trajiste, pero ya se le

pasará, una vez que vea tu triunfo se calmará, vas a ver.

—Entonces no lo haré esperar, por cierto, sabía que la visita de Selene te animaría.

Mientras Reinar se encamina a ver a su padre, las puertas le permiten la entrada a

Selene, Lucia y Laila las cuales miraban a sombradas lo hermoso y próspero que era el

lugar tras esos imponentes muros, era como un lugar mágico, las personas vestían

bien, había construcciones magnificas como si se tratara de otro reino, y todos ahí eran

bellos, pues no había más que sobrevivientes, ex vampiros que habían hecho su vida y

tenido sus familias como un humano cualquiera.

—¿Qué es este lugar? —se preguntaba Laila enamorada del paisaje.

—¿Ginebra? —susurro Selene al reconocer a su vieja amiga y se alegró

profundamente, aunque estaba asombrada por verla tan joven como antes.

—Selene…

Lucia miró fijamente a Ginebra ¿Cómo era posible que la amiga contemporánea a su

madre fuera tan joven? Se preguntaba mientras pasaba a su lado para abrazar a su

madre.

 

—Jamás creí que te vería de nuevo… —le dice Ginebra mientras la abraza.

—Mírate nada más, sigues igual de joven y hermosa, es como si el tiempo un hubiera

pasado por ti. —le dijo Selene sonriendo.

—Es una larga historia. —respondió Ginebra apenada.

—¿Cómo es que estas aquí? Valle de cobre está demasiado lejos.

—Hace muchos años que me mudé, ahora vivimos en San Carlo, Valle de cobre era un

lugar lleno de recuerdos dolorosos, creí que habías muerto después de lo que pasó,

ese maldito de Fernando causó un grabe estrago en el mundo, por su culpa pasaron

muchas desgracias, cuando Reinar y Mirten llegaron a San Carlo le salvaron la vida a

esta muchacha, ahora trabaja para nosotras, fue ahí donde pude verte a ti y a

Alejandro reflejados en su rostro y resulto que era su hijo, no sabes lo mucho que me

alegre de saber que estaban con vida y mira este lugar, por fin la vida te recompensa

después de todo lo que tuviste que soportar.

—Hay mucho que debo contarte, me temo que me llevara más de un día ponerte al día.

—Pudiste tener a tu hijo, mira que me angustiaba que lo hubieras perdido en ese gran

incendio, te veías tan feliz con tu pancita y ahora tu hijo es todo un hombre y un héroe

también.

Los ojos de Ginebra se llenaron de lágrimas, pues Selene no tenía idea de que aquel

embarazo era el de sus gemelos a quienes tanto extrañaba.

—Lo siento, estoy muy feliz de verte.

—No te preocupes, me siento igual, por fin puedo presentarte a mi hija Lucia, después

de tanto tiempo ahora es una mujercita.

Ginebra le puso atención a Lucia y sus ojos se abrieron al ver que era idéntica a David,




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