El amante infernal (libro 2)

Anclados

 

Lía permanecía sentada en el suelo, agarrando con fuerza su ramo de flores, se

recargaba en sus rodillas, mientras la puesta del sol alumbraba su rojizo cabello,

parecía que ardía en llamas.

—Llegamos ama, le trajimos fruta y carne de venado. —Le dijo Lilith con su voz

melancólica.

 

—¡Princesa! También encontramos estos hongos, no son como los que crecen en el

valle de los muertos, estos no la harán alucinar, son buenos ¿princesa? —Bely y Emm

la miraron detenidamente pues estaba perdida en sus pensamientos.

—¿Le sucede algo ama?

—Acabo de ver a el príncipe Emir y me arde el pecho… será porque los dejé de

pequeños y me di cuenta que el tiempo no me esperó… ya nada es como antes Lilith, la

vida siguió su curso y yo siento que aun tengo diez años, es demasiado frustrante.

Bely y Emm se convirtieron en serpientes y recorrieron el cuerpo de Lía hasta llegar a

sus mejillas y cada uno le beso la cara.

—No llore princesa, nosotros seguiremos siendo niños para usted.

—Mis demonios bélicos, sus besos fríos me hacen sentir un poco mejor. —les dijo Lía

con una sonrisa triste, nada podría devolverle los quince años que pasó en el mundo

espiritual y ella debía aceptar eso, no importa que tan difícil sea.

—Vayamos a descansar, hoy fue un día difícil para usted, dejaré que me rasque las

orejas si deja de llorar.

—Jajaja, es muy tentador, vámonos a casa.

Casa…me estaba esforzando por hacer de este reino mi hogar, pero todo lo siento tan

ajeno, como si yo no perteneciera aquí y es un sentir horrible… porque… ¿entonces a

donde pertenezco? No soy una humana ordinaria y no soy un vampiro y mi madre

ahora es una de ellos, me pregunto si habrá alguien igual a mi… una bruja con sangre

humana.

La noche se había apoderado de todo, las montañas de Cronther parecían gigantes

intimidantes vestidos de tinieblas, por suerte Lía veía muy bien en la oscuridad,

montada en Lilith y con sus sirvientes enredadas en las manos como pulseras por fin

llegaron al castillo.

El fuego corría a toda velocidad con su bestia, el enorme lobo blanco que aullaba

anunciando su regreso.

Por otro lado….

—¿Por qué te vez tan inquieto? —le preguntó el rey quien yacía sentado en su trono,

bañado de sangre, acababa de alimentarse con la sangre de los inocentes, un hombre

sin camisa con el cuerpo esculpido y manchado de rojo que descansaba con las

piernas entre abiertas, miró a su hermano detenidamente.

—La vi…

—Sé que la viste, estás bañado en su olor la pregunta es ¿por qué estas inquieto?

—Ya no es una niña, la misma que dejamos atrás hace unos años, ahora es una mujer.

 

—Claro que lo es, huele a hembra adulta, su sangre es muy penetrante, si no se cuida

podría comérmela. —le dijo Valeska relamiéndose la boca, derrochaba virilidad y

hombría, era como el fuego ardiente que consume a todo lo que toca.

Emir volteo a verlo y sonrió por cortesía mientras le decía.

—Deberías concederle una audiencia, seguro que te extraña, sigue esperando

paciente para…

—¿Vernos? ¿Por qué querría verla? ¿para darle su castigo por marcarnos como si

fuéramos de su propiedad? Si la veo me la como.

—Estoy seguro de que querrás clavarle los dientes, pero matarla…es algo que no

podrás hacer.

—¿Tu ya lo intentaste? Jajaja, príncipe Emir, eres impredecible, tienes la voz y el

aspecto de un ángel, pero después de todo sigues siendo un demonio como yo.

Valeska salió de su oscuridad y la luz de las antorchas iluminaron su belleza, era muy

alto, su cabello era tan oscuro que se camuflaba con las sombras, sus ojos eran

intensamente brillantes y su sonrisa maliciosa y soberbia le daban un encanto

excepcional, se puso frente a su hermano para olerle el cuello, era como ver al sol y a

la luna.

—Está bien que quieras matar, tu cena clama a gritos que le perdonen la vida, ve y

dale una muerte dolorosa por arrogante y demuéstrale que los vampiros no tenemos

misericordia.

Los ojos de Emir se abrieron, en efecto, los gritos de su víctima se desgarraban la voz

pidiendo auxilio, su hermano le dio una palmada en el hombro manchándolo de sangre.

—Me voy, esta noche la pasaré con mis concubinas, si quieres placer llévate a las

vampiras que quieras a tus aposentos, el salón principal estará ocupado.

—Tal vez en otra ocasión.

—Como quieras.

Valeska se esfumó convirtiéndose en humo, dejando a Emir con el rostro inexpresivo.

—¿Qué pasa ama? —le pregunto Lilith a Lía quien tenía la mirada clavada en el pasillo.

—De repente me dieron escalofríos.

—Es una noche muy helada, debería meterse, recuerde que usted si puede enfermar.

De pronto unas luces rojas y brillantes se desviaron hacia ella cruzando las miradas y

sintió que una electricidad le recorría el corazón.

—Creo que mejor si me meto… —dijo nerviosa y añadió. —de pronto me dio miedo.

 

—Hay vampiros por todas partes, más de alguno se ha de ver tentado por usted.

—Supongo… ojalá la poción de mamá este pronto, quisiera conocerlos a todos… al

rey, me pregunto si será igual de amable que Emir, debe ser así, después de todo son

hermanos, deben ser como el señor Alejandro y la señora Ginebra, hermosas

personas.

—¡Princesa la cama esta lista! Nosotros dormiremos en sus pies.

—Gracias, descansemos, mañana será un día largo.




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