Desde que Leonardo la llevó a conocer el castillo Lía no volvió a salir, se la pasó
llorando día y noche, pues en el fondo de su corazón habría deseado vivir una infancia
normal, pensaba que a esta edad por respeto Leonardo no querría cargarla entre sus
brazos o dormir con su madre y con ella después de jugar todo el día, el costo de su
gran poder fue su vida, creció sin sus padres, sin sus amigos y ahora era demasiado
tarde para recuperar el tiempo perdido pues su infancia nunca regresará.
—¿Qué hace ama?
—Iré a caminar un rato.
—Pero ya es muy tarde, puede ser peligroso. —exclamo Lilith con preocupación.
—Lo sé, por eso voy a salir, no habrá nadie que me vea y si me siento en peligro puedo
llamarlos sin problema.
—¿No quiere que la acompañemos?
—No, tengo que aclarar mi mente o esta depresión me va a matar.
—Entiendo…
Lilith y los gemelos no le dijeron más, después de verla llorar tanto, sintieron que un
tiempo a solas le ayudaría a re enfocarse, así que la dejaron ir.
—¿No dijo que quería estar sola? —cuestionaron los demonios bélicos quienes
seguían a Lilith.
—No se dará cuenta de nuestra presencia, si nos mantenemos alejados podremos
cuidarla de los vampiros o los seres que viven aquí.
—Como diga señora.
Lía caminaba tranquila por los jardines y recordó el pasillo que le había llamado tanto la
atención así que decidió ir ahí, un poco más lejos vislumbró un lago que brillaba con la
luz de la luna y sintió ganas de bañarse, observó a todos lados y una vez que se aseguró
de que nadie estuviera a la vista se quitó su vestido dejándose solo el camisón.
—Nada mejor que el agua para despejar la mente, esta tremendamente fría… pero es
perfecta para hacerme entrar en razón.
Lía se sumergió completamente y nadó relajada hasta las orillas y decidió ir más
profundo y una vez que emergió, su corazón se paró al sentir que chocaba con algo.
—¿He?
Lía volteo lentamente y pudo ver dos ojos brillantes, era un hombre desnudo, pero no
podía verlo bien porque estaba muy oscuro y se alejó rápidamente pero el hombre la
agarró de la mano y la jalo de regreso a él.
—¿A dónde crees que vas? —le preguntó la voz ronca y profunda mientras le apretaba
la mano.
—Yo… —Lía estaba asombrada por el brillo de esos ojos rojos, sin duda ese hombre
intimidante era un vampiro.
—¿Eres muda o qué? ¿Entraste a mi bañera para tentarme?
—No, Solo quería bañarme…es todo, lo siento, saldré enseguida, por favor
discúlpeme.
—Te iras cuando yo lo ordene.
—Pero…
—Acércate a la luz de la luna, que te alumbre directamente.
—¿Por qué? —preguntó Lía con timidez.
—Porque yo lo digo. —recalcó burlonamente y una vez que Lía estuvo ahí le ordenó
con firmeza aquel hombre misterioso.
—Ahora levántate lentamente y sal del agua.
Lía lo hizo así, pero al darse cuenta que su camisón se le pegaba al cuerpo se tapó
enseguida y miró con enfado y miedo al hombre de ojos de fuego.
—Tus ojos brillan como dos luciérnagas entrometidas, si te vuelvo a ver por aquí te voy
a comer, largo de aquí.
—Lía corrió con todas sus fuerzas mientras la cara se le ponía colorada por la
vergüenza y a lo lejos el hombre vio al lobo y a las serpientes que lo miraron fijamente
antes de irse tras su ama.
—Ojos de esmeralda, ja, no he olvidado tu atrevimiento.
Una vez que Lía estuvo en su habitación se escondió en una esquina y sumergió su
cara entre sus rodillas, estaba tan colorada que tenía pena de que sus sirvientes le
vieran la cara.
—¿Se encuentra bien?
—No ¿Por qué me siento tan nerviosa?… estuve tan cerca de ese hombre… creo que
no tenía ropa…
—Eh…usted no debería ser tan inocente, es joven y hermosa, cualquiera podría
aprovecharse de usted.
—Ya no me digas nada, ayúdame a secarme el cabello, quiero dormir y olvidarme de
este asunto tan bochornoso.
—Venga, recuéstese en mi regazo. —le dijo Lilith adoptando su forma humana.
—¿Esto es parte de crecer?
—¿Qué cosa? —le pregunto Lía confundida.
—Sentir estas cosas.
—No sabría decirle, cierre los ojos, mañana será otro día.