Beatriz por fin había regresado al castillo, con ella llegaron cautivos mil trols de piel
roja, originarios de la tierra de Galid, cuarenta elfos hembras y veinte machos,
trecientas especies de hadas obreras y veinte mandrágoras más, sin contar algunos
humanos prisioneros que traían en jaulas.
La reina del mundo espiritual o la bruja negra como la llamaban caminaba con la
mirada fija y un semblante serio, vestía una capa negra y un vestido azul oscuro de
terciopelo, la punta de sus dedos estaba oscurecida y tenía una runa en la frente que
indicaba que estaba al servicio de los dioses gemelos, sus tacones resonaban por la
pasarela principal, mientras todos la veían orgullosos de su gran trabajo, así se había
ganado el respeto de todos, con su excelencia y gran poder.
El príncipe y el rey aceptaron a los esclavos que ella y los vampiros de guerra le
presentaron y en honor a su gran trabajo, Valeska organizó una audiencia para
presentar a Lía delante de los nobles vampiros, pues todos querían conocer a la
famosa hija de la gran bruja negra.
Beatriz le ordenó a un grupo de criadas que la prepararan para la ocasión, para su
sorpresa ninguna vampira quiso atender a su hija, pusieron el pretexto de que no
podrían controlar su sed de sangre, pero en realidad odiaban a los humanos y la
consideraban inferior a ellos.
Así que la atendieron dos elfas de cabellos blancos, una enana y una arpía, criaturas
que a Lía la dejaban impresionada.
—Si ninguna de esas chupasangre quisieron atenderla yo lo haré no tiene que soportar
sus malos tratos, al fin y al cabo, son inferiores a usted. —exclamo Lilith furiosa.
—No te preocupes por eso, ellas amablemente decidieron ayudarme. —expreso Lía
con una tierna sonrisa.
—Su madre ordenó que escogiera entre estos tres vestidos, el azul, el verde o el negro.
—¿Cuál creen que me quede mejor? —pregunto Lía indecisa.
—Todos se verían bien en usted.
—No lo sé… hace mucho que no usaba vestidos tan coloridos.
—Le aconsejo que use el vestido azul, es elegante y sensual, le queda bien con su tipo
de belleza. —exclamó la arpía con seriedad.
—¿Tú crees? Entonces lo usaré. —Lía le sonrió a la criatura y esta se sonrojó.
Estaban acostumbradas a la crueldad y frialdad de las vampiresas a quienes atendían,
ver la sencillez de Lía las dejó sorprendidas.
—Déjeme arreglarle su cabello, llevarlo suelto sería bueno. —le dijo una de las elfas
quien quedó asombrada del color del cabello de la bruja.
—¿Qué pasa’ está muy enredado? —le pregunto Lía apenada y añadió. —es que por
mucho tiempo me lo limpiaba en las lagunas oscuras del inframundo jeje.
—¡No! ¡su cabello es muy bello! Es solo que nunca vi uno tan rojo.
—¿Enserio?... —Lía se quedó pensativa un rato y sin pensar dijo.
—Mi cabello siempre fue llamativo, me costaba mucho trabajo ocultarme, tenía que
pintarlo con plasma para poder esconderme, para descansar, el color rojo llama la
atención de los demonios… ¡ay! lo siento, hable de más jeje.
—¿Entonces es verdad? ¿Usted estuvo en el mundo de los muertos? —preguntaron
las criadas sorprendidas.
—Sí. —les respondió Lía con una sonrisa nerviosa.
—¿Cuánto tiempo paso ahí?
—Muchos años. — Lía sonrió con tristeza.
—¿Cómo pudo sobrevivir a un lugar tan abominable? —le preguntaron horrorizadas.
—No lo sé…
—Dejen de acosar a la señorita con sus preguntas, debemos prepararla para la
audiencia. —recalcó la enana al notar la tristeza en los ojos de Lía.
Las horas pasaron y por fin Lía estaba lista para presentarse ante la asamblea de
vampiros.
—¿Cómo me veo? —le preguntó Lía a sus familiares nerviosa.
—¡Preciosa! Princesa —gritaron los gemelos casi brincando de alegría.
—Se ve encantadora. —exclamó Lilith con una sonrisa.
—Bien, entonces vamos. —expreso Lía decidida.
Dos guardias anunciaron la entrada de Lía.
—¡La bruja de la invocación está aquí! ¡El primer filtro será atravesado! —gritaron a voz
en cuello.
Las grandes puertas de hierro negro se abrieron, aquel castillo era intimidante y Lía se
petrificó al ver que miles de ojos rojos se le clavaban encima, de pies a cabeza como si
de un ciervo se tratara y tragó saliva antes de andar.
Parecía una paloma en medio de un montón de monstruos hambrientos, la miraban de
forma despectiva mientras otros se lamian los labios.
—Jajaja, mírenla, no puede invocar más que aun perro y a unos mocosos inservibles.
—¿Y será tan buena como su madre? —se preguntaban dudosos.
—No lo creo, esa humana no es su hija de verdad.
—Qué mujer tan vulgar, se ve que estuvo mucho tiempo recluida en el infierno, pobre
loca, jaja.
—Zorra barata, es lo que es, miren ese cabello, parece un animal de granja jaja.
—¿Cómo se atreve a presentarse ante el rey? Se nota que es una mediocre.
—Debió pasar otros mil años en el inframundo, se ve que es una inútil, deberían
dárnosla como aperitivo.
—No gracias, esa mujerzuela me haría vomitar.
Quienes hacían más comentarios despectivos eran las vampiresas que la veían de pies
a cabeza y murmuraban discriminándola por ser una humana.
—¿Cómo se atreve una humana a vivir entre nosotros? Es aberrante, si quieren una
mascota existen criaturas mejores para el papel.
Lilith y los demonios bélicos gruñeron al escuchar los muchos insultos hacia su ama,
ella solo caminaba humilde apretando los labios mientras otra gran puerta se abría ante
ella para reunirse ante la realeza.
—¡La bruja de la invocación está aquí! ¡Es un honor para ti estar frente a los grandes