El miedo invade mi cuerpo, ni siquiera puedo mirarlos a los ojos, realmente estoy
aterrada, la energía que despiden es abrumadora ¿Realmente los niños que dejé atrás
se han convertido en dioses? Todos me miran con desprecio, me da pánico pensar que
ellos también me ven de ese modo ¿Dónde está mi familia? ¿Por qué no dejan que mis
amigos se acerquen?
Miles de ojos asesinos se posan sobre Lía, imaginándose todo tipo de escenas
perversas y asesinas, algunos quieren despedazarla, otros degollarla y desollarla para
beber su sangre de manera morbosa, mientras otros tantos solo quieren hacerla sufrir,
nadie la quería ahí.
Lía estaba con la mirada en el suelo, se encogía de hombros, tenía un mal
presentimiento.
—Levanta la mirada mujer, quiero que nos veas a los ojos. —le dijo Valeska con su voz
áspera.
Lía levantó la mirada con timidez y sus ojos se iluminaron al ver los tronos de hierro y
obsidiana y en ellos a los gemelos que tanto la intrigaban, eran extraordinarios,
hermosos de pies a cabeza, perfectas deidades masculinas que embelesaban a
cualquier criatura.
—Emir…Valeska… —susurró con trabajos pues se había quedado sin palabras, respiró
profundo y añadió con una sonrisa nerviosa. —¿Aun tienen la marca? ...yo… aun la
conservo. —dijo ella con timidez.
Emir y Valeska la miraron fijamente por un largo rato, ella no supo que hacer y bajo la
mirada, no podía sostenérselas, sentía que escudriñaban su alma sin pudor alguno.
—¿Es todo lo que vas a decir? —le preguntó el rey con frialdad.
—Eh, bueno… como bien saben yo… —Valeska la interrumpió con brusquedad.
—¿Crees puedes servirnos? Tenemos a una de las brujas más poderosas del mundo,
una hechicera eficiente y capacitada para servir a sus señores, muchos aquí se
preguntan si una humana como tú estará a la altura para servir al imperio vampírico, a
nosotros. —le preguntó con seriedad sin apartarle la mirada de encima, su mirada fría y
despectiva.
Beatriz y Leonardo miraban con preocupación a Lía, no sabían cómo iba a reaccionar
ante esta salvaje reunión, ellos podían escuchar las palabras despectivas que le hacían
y no lo soportaban.
—¡Lo estoy! —respondió enérgica, tratando de controlar su temblorosa voz, debido a
los nervios que sentía y añadió. — dediqué quince años de mi vida para entrenar en el
mundo espiritual, soporté el desafío de sobrevivir cinco mil cuatrocientos setenta y
cinco días en un mundo ajeno al que estaba acostumbrada, la prueba de que puedo
serles de utilidad es mi propia vida. —dijo con frustración.
—¿Solo tenías diez años cuando te fuiste no es verdad? —le preguntó Emir con una
serenidad impecable.
—Sí…
—Tu presencia aquí no demuestra nada, deberás probar tu valor si es que quieres
permanecer entre nosotros, como sabes, los humanos son detestables para nuestra
gente, comida y nada más, si lo que puedes aportar no es igual o mejor de lo que hace
tu madre, te mataremos, pues como puedes ver, ni para nuestro harén sirves ahora, tu
olor no es más que un frenesí molesto que perturba a mis súbditos, siendo una mortal
no sirves para nada, ni siquiera para darnos placer.
La cara de Emir cambió de golpe a una de impresión, su hermano acababa de insultar
a la mujer que había sacrificado su niñez y parte de sus pocos años como humana,
solo para servirlos a ellos y lo miró con un deseo de callarlo, pero Valeska parecía
disfrutar de la expresión de indignación de Lía.
Leonardo apretó los colmillos, Beatriz dio un paso adelante, pero él la detuvo, si la
dejaba ir, su esposa cometería una locura de la cual se podrían arrepentir, un acto que
podría costarles la vida.
Emir le clavaba la mirada a su hermano, cuando de repente lo vio asentar con la
cabeza y fue ahí donde el tiempo pasó demasiado rápido como para actuar, el rey le
había dado permiso a un grupo de vampiros que le rogaban con la mirada atacar a la
bruja de cabellos rojos, Valeska consintió solo para ver como reaccionaba aquella
mujer que hacía años no veía, en su hermoso rostro se dibujó una sonrisa perversa.
Sin siquiera dejarla parpadear, Lía fue atacada por cuarenta vampiros, quienes se le
abalanzaron desesperados por comérsela, Beatriz y Leonardo fueron encerrados en
una bruma negra que Valeska creo alrededor de ellos paralizándolos para que no
intervinieran, los ojos de sus padres se abrían con gran desesperación pues los chupa
sangre le desgarraban la ropa, Lilith y los gemelos se abalanzaron contra los atacantes
de su ama para ayudarla y Emir se puso de pie alterado, como si tratara de meterlos
Valeska lo miró con seriedad al ver su inesperada reacción y antes de ordenarles a
todos que se detuvieran Lía hizo algo inesperado.
De la nada los cuarenta vampiros quedaron suspendidos en el aire y cada una de sus
extremidades fueron fracturadas, ella movía su mano para romperlos a su voluntad con
brusquedad, una vez que los quebró los dejo caer al suelo como muertos, sus ojos se
clavaron en Valeska como dos dagas de jade.
—Que mirada más agresiva mujer. —Le dijo el rey quien casi podía reflejarse en el
fuego verde de su ardiente mirada.
—Para que todos lo sepan… ¡yo estoy orgullosa de ser una humana! me hubiera
gustado ver alguno de estos vampiros que tanto me discriminan sobrevivir al infierno
por el que yo pasé ¡Solo tenía diez años malditos! Sin ser inmortal gané cada una de
mis batallas, júzguenme si quieren, pero no me subestimen, soy más de lo que pueden
ver —Beatriz y Leonardo escuchaban a Lía impresionados por su valor y agradecidos