Lía tenía el corazón agrietado, se había llevado un trago muy amargo a la boca, las
cosas no habían resultado como ella pensaba, Emir y Valeska ya no eran los niños que
ella recordaba, al verlos sentados en esos enormes tronos de hierro, supo que no
pertenecían al mismo mundo, quizás eso fue lo que más le dolió, el sentir que no eran
iguales, que la raza sí importa en este universo y que el ser humana sería un gran
obstáculo para ganarse el respeto de todos.
Beatriz había llevado a Lía al bosque negro, un lugar que poseía una belleza increíble,
pues era tan impresionante como sombrío, los árboles poseían hojas negras y en cierta
época del año se teñían del color de la sangre, había criaturas fascinantes, faunos que
trabajaban la madera y ogros que construían enormes barcos y los mejores muebles
para la nobleza, elfos que supervisaban los encargos más importantes para el reino
vampírico, ese reino mágico y sobre natural parecía sacado de otra realidad.
—Este lugar es increíble. —susurro Lía con los ojos bien abiertos, jamás había visto
tanta maravilla y diversidad, estaban sentadas en las ramas de un frondoso árbol
mientras contemplaban el paisaje.
—Me alegra que te resulte fascinante, me conformaba con que te distrajera el paisaje.
—Lamento haberme puesto a llorar así, sé que no es propio de una bruja y menos de
la hija de alguien tan importante como tú.
—Llorar no está mal, el hecho de que seas mi hija no debería ser una carga para ti, no
quiero que sientas que debes cambiar tu forma de ser por agradar a esta especie, tu
humanidad es un tesoro, puedo mirar el brillo de tu cabello, saber que estás llena de
vida cuando tus mejillas se tornan rosadas, no eres pálida como un cadáver, verte
siendo una humana me hace muy feliz.
—¿Tu no quieres que me convierta en vampira? —le preguntó Lía sorprendida.
—No, hay algo en nuestra especie que te roba el alma, los sentimientos, la bondad y
todo aquello que te hace una buena criatura, no quiero verte convertida en un
monstruo.
—Pero Leonardo y tú no son monstruos, además el vínculo de Ginebra y Alejandro
devolvió las emociones a los vampiros.
—Pero la maldad abunda más en nosotros, somos villanos por naturaleza.
—Todos tenemos bondad y maldad en el corazón, solo debemos decidir a qué lado
queremos pertenecer. —exclamo Lía con una cálida sonrisa.
—Pues yo creo que tú eres pura bondad. —le dijo Beatriz a Lía mientras le acariciaba
la mejilla.
—Yo no estaría tan segura… —exclamó Lía con gran tristeza.
—¿Por qué dices eso?
—Creo que mi estancia en el inframundo me convirtió en un monstruo, mi magia
cambio, no sabía distinguir el día de la noche, ni tampoco el tiempo, lo único que sé es
que siempre estaba luchando por mi vida, fui la presa durante casi quince años y
aprendí hacer cosas espantosas…
—Quiero saber todo de ti, todo por lo que tuviste que pasar, sé que no quieres
escucharme pidiéndote perdón nunca más y sé muy bien que mis palabras no sirven de
nada, nunca te regresare el tiempo perdido, pero quiero saber todo lo que pasó, aun
que se me rompa el corazón.
—No te voy a mentir, son vivencias que no le deseo a nadie, las legiones demoniacas
intentaron poseerme, espectros y descarnados lucharon desesperadamente por
arrancarme la carne de los huesos, si Lilith no hubiera estado ahí los primeros dos
años, me habrían devorado, ni siquiera podía contar a nuestros oponentes, siempre
estaba rodeada de torbellinos, huracanes espectrales repletos de entes malignos todos
ansiosos por destruirme, a Lilith la llamaban traidora, también la torturaron, en una
ocasión nos llevaron al abismo.
—¿Cómo es que llegaste a ese lugar? —preguntó Beatriz aterrada, el abismo era el
centro del mundo espiritual, un vacío infinito donde caían los seres más perversos y
monstruosos, era el único lugar donde se podía contener tanta maldad.
—En uno de los ataques Lilith fue arrastrada por una de las legiones demoniacas que
venían a buscarme, estaban tan desesperados por mi carne que se la llevaron, no tenia
idea de que entre ellos podían hacerse tanto daño, la estaban lastimando tanto que fui
tras ella y evité que la lanzaran a ese horrible lugar, pero en su lugar caí yo, nunca
experimente tanta tortura, sentía como mi mente se fragmentaba una y otra vez, miles
de voces me atormentaban, todas en diferentes lenguas, podía sentir como salía de un
brote psicótico a otro, no podía desmayarme ni pensar. —Al recordar eso Lía
comenzaba a temblar involuntariamente y eso hacía que el corazón de Beatriz se
rompiera en mil pedazos.
Lía contaba con detalle cada una de sus experiencias y esto último dejó a Beatriz sin
palabras.
—¿Cómo saliste de ese infierno? —le preguntó con lágrimas en los ojos.
—Después de un tiempo pude apagar esos pensamientos, logré concentrarme en una
sola voz, no fue sencillo por que cambiaba de tono y de velocidad, también de lengua,
pero una vez que me familiarice con su tono de voz, lo invoque delante de mí.
—Pero…
—Lo que apareció ante mí no fue un demonio o un espíritu, era una especie de
sombra, un ente perverso que parecía una bruma, era un verdugo ni siquiera te puedo
describir que era, estaba tan enojada que metí mi mano dentro de él y comencé
hacerle el mismo daño que ellos me habían hecho, me convertí en una especie de
espejo para él, en su mente y solo me detuve por que escuché a Lilith aullar, no me
habría importado hacerle lo mismo a los millares y millares de seres que componen el