El amante infernal (libro 2)

Universos

 

 

Una de mis cosas favoritas de este mundo, es sentir las caricias del viento suave y

fresco acariciando mi piel, es como la caricia de una madre amorosa que va por ahí

repartiendo su amor, disfruto cada cosa que ven mis ojos, todo lo que puede sentir mi

cuerpo, para mí es todo nuevo, la aspereza de este tronco y el cosquilleo del pasto en

mis pies, me recuerda que soy parte de este hermoso universo.

 

Sé que pareciera que quiero olvidarme por completo del mundo espiritual, hacer de

cuenta que nunca estuve ahí, pero es imposible borrar de mi memoria todas las cosas

traumáticas que viví en ese lugar, he estado reflexionando mucho sobre mi postura con

el otro reino, pues aunque no me guste, soy parte del inframundo como lo soy de aquí,

últimamente…cuando duermo, despierto en el mundo espiritual, es como si hiciera una

especie de viaje astral, ese mundo me llama, me reclama, puedo trasladarme de un

plano a otro con libertad, esto no se lo he dicho a nadie, pero tengo la teoría de que

puedo viajar a otros universos, mientras estaba en el plano de los muertos, tuve un

ataque de pánico, estaba tan estresada y agotada por la persecución que estaba

teniendo, que desee con todas mis fuerzas escapar de ese lugar, estaba tan

desesperada que ante mí se abrió un portal, estaba muy confundida, nunca había

escuchado que eso fuera posible, así que metí mi mano, el aire era muy cálido y denso,

cuando decidí asomar la cabeza me encontré con algo aterrador, ante mi estaba una

tierra apocalíptica, había criaturas enormes, eran como reptiles de cuellos muy largos y

otros de gran tamaño y brazos pequeños, con una cola prominente, las pobres

criaturas corrían despavoridas ante los meteoritos que golpeaban la tierra aniquilando

su mundo, me dio una gran pena y me sentí tentada a intervenir, quería ayudarlos de

alguna forma, aunque fuera a uno solo de ellos, pero rápidamente el portal comenzó a

encogerse y salí antes de quedarme atrapada ahí, lo último que escuché fueron sus

gritos de auxilio, mi corazón se estremece al recordarlo, en otra ocasión concentre mis

pensamientos y mi magia para abrir otro portal, esta vez visité el mundo de mi querido

dragón Hordreck, una tierra medieval donde su especie abunda y reina sobre los cielos,

nunca vi seres tan soberbios y majestuosos, mi Hordreck estaba herido, cansado,

tendido en un terreno pedregoso, su sangre formaba ríos carmesí que brillaban como la

lava, sus preciosos ojos rojos me miraron con intensidad, había tenido un

enfrentamiento con otros dos dragones de cola de flecha, esos invasores habían

asesinado a su pareja y a sus crías, Hordreck llegó demasiado tarde, su compañera

había dado su ultimo respiro, furioso peleo hasta vengar a su familia, el cuerpo de sus

enemigos estaba tendido a unos metros de él, había llamas por todos lados, era como

un infierno ardiente, pude ver en su mirada que ya no tenia deseos de vivir, su cuerpo

reposaba al lado de sus crías y lo que quedaba de su pareja, él me enseñó que hasta

las criaturas como él, sienten amor y odio, mi corazón se entristeció al verlo en ese

estado, no podía concebir como un rey como él podía desear morir así. Temblando me

acerqué a él y puse mi frente en su nariz, el humo que exhalaba era tan caliente que

me quemaba la piel, pero hice lo que jamás imaginé, pude ayudarlo a despedirse de su

familia, ese día descubrí que todos los seres vivos tienen alma y Hordreck pudo darles

el último adiós a sus seres amados, pude curar sus heridas, aunque eso me dejó muy

cansada, no podía ni ponerme en pie, una vez que se recuperó, se puso de píe y se

acercó a mí imponente, creí que iba a devórame, pero se quedó a mi lado hasta que me

recuperé, me cubrió con su cuerpo para que ningún otro dragón me viera, en ese

momento se convirtió en mi familiar, viviría los años que yo viviera y moriría el día que

yo muriera, eso es lo que me dijo.

 

—Hechicera de cabellos de fuego como el mío, déjame servirte a cambio de tu bondad,

viviré los años que tú vivas y moriré el día en que tú mueras, mi libertad la obtendré el

día que pueda reunirme con mi familia, pero mientras esto pase, te serviré con gratitud

hasta que tú lo decidas, este dragón servirá a una humana como si fueras de mi misma

especie.

Hardreck fue mi primer familiar, después de Lilith, después de eso, no volví a crear otro

portal, haber viajado tan osadamente me consumió mucha energía y eso casi me

cuesta la vida en el mundo espiritual, además de que Lilith me regañó como por tres

semanas seguidas, cuando viaje a esos universos solo tenía quince años.

—No debería huir de mi destino, ni de mis poderes, mucho menos del mundo espiritual,

pues ese lugar me forjó, me hizo quien soy, solo debo tratar de seguir dominando lo

que he aprendido, no dejaré de entrenar, no voy a seguir huyendo de quien soy. —se

dijo así misma Lía mientras bajaba de ese hermoso árbol.

Lía tenía mucha curiosidad por saber a lo que se dedicaba su madre, sabía que era la

bruja principal y más importante hechicera del reino sobrenatural, que era la

comandante en jefe de las fuerzas especiales de los dioses gemelos, formaba equipo

con cinco criaturas más, a las que hasta ahora Lía no conocía.

Durém, el guerrero sombrío, un elfo que dominaba el arte de las sombras, ágil con las

dagas, soldado al servicio de los dioses gemelos.

Calipso, una bruja nigromante, hábil en las artes oscuras.

Adonis, un híbrido, mitad ogro, mitad humano, con una fuerza descomunal.




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