El amante infernal (libro 2)

Heroína

Los esclavos que habían presenciado lo ocurrido no podían creer que esa muchacha

tuviera tanta fuerza y empatía, estaban absortos con la imagen de la hermosa bruja,

pues hacia mucho que nadie los defendía, poco a poco se habían convencido de que

no valían nada.

 

—No se preocupen, los minotauros estarán inconscientes por un rato y ese malvado

vampiro no se aparecerá por un tiempo, por favor bajen la guardia, no permitiré que

nadie los lastime. —les dijo Lía con una expresión cálida.

Lía se arrodillo para revisar al elfo que estaba tirado en el suelo, su hijo lloraba

desconsolado pues su padre no reaccionaba.

Ella puso sus manos sobre el hombre demacrado y se dio cuenta de que no había vida

en él, con gran pesar miró al joven elfo y le dijo…

—Lo lamento…tu padre falleció aproximadamente hace una hora…—le dijo Lía con

tristeza.

El elfo lloraba desconsoladamente, pegando dolorosos gritos llenos de sufrimiento, Lía

no pudo evitar identificarse con él, le vino a la mente uno de los recuerdos más

dolorosos de su existencia, el día que su padre murió y lo mucho que le dolió su

partida.

—Perdóname… si hubiera llegado antes esto no habría pasado. —le dijo Lía con

tristeza mientras le acariciaba la cabeza, el muchacho he instintivamente él se echó a

llorar a sus brazos empapándole la ropa con sus lágrimas.

—¿Por qué tuvieron que matarlo? ¡mi padre era bueno! ¡trabajó día y noche! Sin

comida… sin agua y aun así querían que siguiera fuerte y que no se desmayara —el

joven elfo seguía llorando a mares y añadió desesperanzado. —¡se lo comerán los

gusanos! Aquí lo apilaran como si fuera basura, como a los otros cadáveres.

—No, no será así, le daré un entierro digno, en un lugar lleno de hermosas flores,

donde la esclavitud no lo alcance, tu padre dormirá en paz, te lo prometo.

Lía miró a su alrededor, vio el hambre, la deshidratación de aquellas criaturas y su

enfermedad y antes de llevarse el cadáver, invocó toda clase de frutas he hizo llover

sobre aquel lugar para proveerlos de agua, también sano sus heridas y sus dolencias,

había incluso criaturas que tenían sus heridas infectadas de gusanos y sin asco los

tocaba y los sanaba, en todo ese momento no paró de llorar, quería salvarlos a todos,

pero sabía que era imposible.

—Gracias por curarnos bruja.

—Gracias por la comida. —le decían los seres contemplando sus lágrimas y su arduo

trabajo.

Mientras todo eso pasaba, Emir la miraba desde el anonimato, desde que ese Vampiro

la golpeó quiso intervenir, pero no lo hizo, no quería que, al defenderla, Lía terminara

pareciendo débil, pues conocía el gran desprecio que tenían sus hermanos por ella, él

había decidido buscarla, quería saber cómo se encontraba después de lo que había

sucedido en la asamblea, y cuando la olió se impresiono de que ella estuviera en un

lugar como ese.

 

Emir tenía una capa negra y estaba asombrado de ver como Lía se desvivía por ayudar

a esas criaturas, entre todo el lodo, entre toda esa lluvia, ella resplandecía como si

fuera un ángel.

Lía había invocado a Lilith y a sus demonios bélicos para que repartieran la comida

entre todos los esclavos, usó un tipo de magia muy agresiva, pues al recuperarse

todos, ella termino extremadamente agotada, con trabajos podía caminar, pero no

mostraba debilidad, ella era quien debía protegerlos, así que invoco a Hordreck, su

inmenso dragón para que la llevara al campo a enterrar al elfo.

Emir no podía concebir que Lía tuviera tanto poder, pues curar a todos esos esclavos

pudo costarle la vida, pues incluso su nariz sangraba, y no era para menos, algunos de

ellos ya estaban entre la vida y la muerte y la magia que Lía tuvo que utilizar era magia

sanadora de nivel superior, pues se podría decir que ella los trajo de vuelta a la vida.

—Lilith, por favor terminen de levantar todo el desastre que hice y procuren que antes

de irse ninguna de estas criaturas se quede sin reservas para los días posteriores,

encante las frutas para que duraran al menos dos semanas frescas, llevaré al elfo a

despedir a su padre. —les dijo Lía cansada.

—Pero… está sangrando, si la huele algún vampiro querrá atacarla y usted está muy

débil para defenderse. —le dijo Lilith llena de preocupación.

—La lluvia debe servir de algo, no será tan fácil que me huelan, hagan lo que les pido,

nos reuniremos más tarde.

—Como ordene princesa… —dijeron los demonios bélicos entre pucheros.

Los seres sobrenaturales le agradecían mientras la veían subir a los cielos encima de

aquel impresionante dragón.

—¿Qué pasa Lilith? —le pregunto Beel al verla olfatear.

—El príncipe estaba aquí, no tiene mucho que se fue.

—¿Dónde está ese desgraciado? Pagará por lo que le hicieron a la princesa.

—exclamó su hermano entre gruñidos.

—Entiendo muy bien su enojo, pero no deben actuar con estupidez, todo lo que

hagamos puede afectar a la princesa, recuerden que estamos para servirla no para

disgustarla. —les dijo Lilith con seriedad.

—Entendido… —le respondieron inconformes.

Lía y el muchacho sobrevolaban los cielos, el joven elfo se aferraba al cuerpo de su

padre.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Lía con voz suave.

El joven elfo levantó la mirada y le respondió con tristeza.

 

—Galadriel.

—¿Y cómo se llamaba tu padre?

—Aragorn.

—Que nombres más bonitos. —dijo ella con una sonrisa apagada.

Galadriel no era muy alto, tenía una piel clara y aterciopelada, su cabello era rubio y




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