El amante infernal (libro 2)

Inconvenientes

La noche había avanzado, Emir había regresado a sus aposentos y se había

encontrado a Magnolia llorando, él sintió pena por ella y la abrazó toda la noche, le

tenía un gran aprecio, pues ella lo amaba realmente, era tan devota a él que la

consideraba importante para él.

Magnolia nunca se había atrevido a preguntarle a Emir si la amaba, pues tenía miedo

de escuchar una respuesta equivocada a la que ella deseaba, la preciosa Magnolia era

la segunda concubina con más poder en el reino, pues al ser la favorita de Emir,

también era considerada de gran valor para los vampiros, pero Freya seguía teniendo

la ventaja en poder y siendo el objeto de deseo de ambos dioses, era muy probable

que ella algún día fuera nombrada reina.

Al día siguiente Leonardo recibió un mensaje alarmante por parte de los encargados en

la sección de esclavos del sector de madera, le habían comunicado acerca de lo que

Lía había hecho, estaban furiosos y exigían que la bruja fuera castigada en presencia

de todos los capataces.

—No puede ser ¿En qué te metiste? —se dijo Leonardo agarrándose la cabeza,

tratándose de Lía él era sobre protector y muy cuidadoso, pues para él ella era su hija.

¿Quiere que mandemos llamar a la bruja señor? —le preguntaron los guardias con

seriedad.

—No, iré yo mismo por ella, vayan de tras de mí.

Leonardo y Lía se dirigían al lugar de los hechos, el ambiente era demasiado

incomodo, como acusaban a Lía de algo muy serio Leonardo iba serio y con el ceño

fruncido, pero lo hacía para no mostrar preferencias por ella, pues debía tratarla con

igualdad.

—Cielos, no sé por qué se ve tan enojado, los guardias también me miran con

molestia, me pregunto qué castigo me darán por lo que hice. —se decía Lía a si misma

mientras caminaba insegura.

—Escucha, no sé qué te hayan dicho, pero, no es tan grabe lo que les hice a los que

cuidan ese lugar jeje. —le dijo Lía con una sonrisa nerviosa.

—Dejaste inconsciente a un grupo de minotauros que te doblan el tamaño y la fuerza

corporal, además el vampiro encargado del sector asegura que lo mandaste a una

tierra desconocida.

—Pero lo hice volver, eso es lo importante, yo pensaba dejarlo ahí jeje, digo, no para

siempre claro.

Leonardo la miró con molestia y Lía se puso sentimental pues la última vez que la miró

así fue cuando casi quemaba su cabello por accidente, así que agacho la mirada y

siguió caminando, estaba agradecida de que su madre estuviera fuera del castillo, si no

la habría regañado con severidad, tenía la esperanza de que Leonardo fuera más

suave con ella.

Una vez que llegaron al sector de los esclavos de madera, Leonardo se quedó

boquiabierto, no podía creer lo que estaba viendo.

—¿Qué pasó aquí? —se preguntó incrédulo.

—¡Mi señor! ¡Qué bueno que está aquí! Le dije que esta mujer se había pasado de la

raya, por su culpa pasé demasiado tiempo en una tierra árida y desconocida ¡se atrevió

a pasar mi autoridad! ¡es una amenaza para el reino! ¡una defiende esclavos sin

vergüenza!

—¡Usted los estaba matando de hambre! —le recriminó Lía mirándolo con enojo.

—¡Guarda silencio humana! —le dijo el capataz con rabia.

—¿Acaso no es un destre mi señor?

—Lía ¿tu hiciste esto? —le preguntó Leonardo con seriedad.

—Sí, lo único que quería era evitar que este vampiro les hiciera más daño, mató a un

elfo y no tenía piedad de los ancianos y los niños.

—¡Los esclavos mueren todos los días! Ahora los dejó saludables y ordenó este lugar a

su manera, sin consultarme nada ¿Que se ha creído este intento de bruja?

Leonardo pudo observar lo bien que estaba organizada la madera, por secciones de

tamaño, calidad y grosor, los esclavos rendían más gracias a la energía de sus cuerpos

saludables, así que el trabajo era mejor y más rápido, el sector se encontraba mejor

que antes, pues no se habían reportado bajas en todo el día.

—¿Qué castigo le dará mi señor? ¿Le quemara las manos? ¿los pies? Creo que lo

más indicado seria que yo la castigara.

—El trabajo de Lía es mejor que el tuyo en un año.

—¿Disculpe?

—Las fallas que cometió no son tan graves como el bien que ha causado, parece que

es más eficiente que tú y eso que ella no conoce cómo trabajar este campo.

—Pero mi señor…yo.

—Los decesos de tu sector eran de veinte muertos por día, el trabajo era más lento y la

calidad cuestionable, tu trato era demasiado duro y eso afectaba los bienes de la

realeza, que bueno que sucedió esto. —le dijo Leonardo mirándolo con desprecio.

—¡Pero los esclavos deben ser tratados con dureza! por algo son esclavos, se

rehusaron a servir a los dioses ¡deben ser castigados! —dijo el capataz furioso.

—Es verdad, toda criatura que se niegue a servir a los dioses deberá convertirse en

esclavo o deberá ser condenado a muerte, pero he escuchado rumores de que muchos

de aquí, fueron raptados de manera ilegal, solo para aumentar la mano de obra

¿realmente unos niños prefirieron ser esclavos a servir a los dioses gemelos?

El capataz se quedó callado y comenzó a temblar de miedo.

—Además ¿No crees que los dioses prefieran ganancias a muertes injustificadas solo

por tu crueldad?

—Yo… yo no…

—Dejemos las cosas como están, en lugar de querer castigar a la bruja, deberías

agradecerle por mejorar tu trabajo, así serás reconocido y subido de rango, gracias al

trabajo de una humana, porque, de haberme enterado de tus acciones estúpidas, te

habría castigado a ti y te habría torturado con tal violencia que habrías deseado morir.




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