El amante infernal (libro 2)

El infierno soy yo

 

Aquella mujer de cabellos de fuego llegó de improvisto, acompañada de sus demonios, la oscuridad la galardonaba, coronándola como una emperatriz infernal, ella tenia un aura dulce y cálida la mayor parte del día, pero había ocasiones donde daba mucho miedo, donde su bondad desaparecía y eso era en el campo de batalla, cuando se enfrentaba a criaturas viles y despreciables que dañaban a otros.

—Aléjate de ellos bastardo, voy arrastrarte al infierno, maldito perro. —Le dijo Lía mirándolo con un profundo desprecio.

—¿Quién eres tu mujer? ¿Una bruja? —dijo el lobo olfateándola desde su posición, quien podía reconocer que había magia en ella.

Reynar se quedó prensado a la figura difusa que se encontraba en la oscuridad.

— ¿Una bruja? — Se preguntaban los cazadores ¿Cómo es que una bruja a aparecido de repente? —seguían cuestionándose llenos de dolor, aquel dolor que los estaba matando.

En un abrir y cerrar de ojos Lía invocó un conjuro que hizo que el demonio se paralizara y comenzara a recibir extrañas descargas eléctricas, estaba envuelto en relámpagos negros que lo torturaban, solo así pudo liberar a los cazadores de su dolor.

—¡Ahhh! ¡Ahh! —el lobo negro gritaba horrorizado, nunca había sentido tanto dolor en su vida, no podía creer que aquella mujer lo estuviera lastimando de esa manera.

—¡Adelante demonios bélicos! —les ordenó Lía a Bely y a Emm quienes inmediatamente se dirigieron a los cazadores para ponerlos a salvo, los alejaron al otro extremo para que pudieran exorcizar su maldición, aparte de ser demonios de guerra, Bely y Emm eran sacerdotes y podían exorcizar y purificar maldiciones, eran familiares muy útiles, por eso Lía los apreciaba tanto.

Todos estaban atónitos al ver que unos demonios los estaban ayudando, no podían creerlo.

—Pero… ¿por qué?

Lilith tenia una misión especial, ella al ser un demonio de bajo astral podía ir y venir al mundo de los muertos, tenia la habilidad de conducir a los espíritus al valle, el lugar donde sus destinos se verían definidos de quien los juzgaría y donde pasarían la eternidad, pero antes de guiarlos primero Lía debía derrotar a esa criatura infernal, mientras tanto, los estaría resguardando en un plano alterno a esa dimensión física, es como si ellos estuvieran detrás de un espejo, solo así el demonio los dejaría en paz.

—Gracias por ayudarnos…—dijeron las almas de Vinland quienes eran seres humeantes, como si estuvieran hechos de vapor.

 Su tristeza al ver que habían estado siendo victimas de los engaños de ese demonio fue muy duro para ellos, cuando los estaba torturando, los recuerdos se les vinieron a la mente, el demonio había acabado con ellos hace más de mil años, desde que se quedaron sin sacrificios los asesino sin piedad, condenando a sus almas en un bucle de mentiras, haciéndoles creer que estaban vivos, por eso en su pueblo nunca salía el sol, no había animales y todo se veía muerto y decadente, se alimentó de su miedo por muchos años, la carta que recibieron los cazadores fue un ruego desesperado de estos espíritus, solo Alejandro pudo ver esa carta fantasmal, pues al haber oído de unos viajeros que pasaban por las ruinas de su pueblo, escucharon hablar acerca de unos cazadores que se encargaban de ayudar a las personas liberándolas de los tormentos de los seres sobre naturales y fue ahí donde todo comenzó.

—Una vez que mi ama termine con él ustedes serán libres, lo prometo. —exclamó Lilith quien poco apoco comenzaba a estimar a los humanos más que a los seres sobrenaturales.

—Nuestros rezos la acompañaran. —exclamaron ellos mirando la batalla.

—¡Ya no siento dolor! —exclamaron Percy y Sabrina quienes no tenían ni un rasguño.

—¿Por qué no ayudan? —le preguntó Bocky confundido.

—Nuestra ama protege a las criaturas indefensas y nosotros obedecemos sus órdenes.

—¿Su ama? —cuestionó Sasha incrédula.

—¿Sera que se trata de…?  Mirten estaba con la expectativa de aquella pequeña niña de la que tanto había escuchado.

 Las nubes comenzaron a despejarse y la luz de la luna iluminó a Lía, resaltando su majestuosidad y poder, la reina del inframundo estaba frente a ellos, fiera, torturando a un demonio de gran poder.

—¿Quién es ella? —se preguntó Reynar admirado.

—¿Cómo es que una humana como tú me puede hacer este daño? —le preguntó el demonio lleno de rabia e indignación. —solo eres una chiquilla. —añadió enardecido.

El lobo negro volvió a transformarse tomando la forma de un lobezno, tres metros de altura y una fiereza aterradora, a simple vista Lía tenia todas las de perder.

—¡Debemos ayudarla! Esa cosa le triplica el tamaño, es muy peligroso. —exclamó Reynar preocupado y cuando iba con ella, los demonios bélicos lo detuvieron.

—No estorbes, nuestra ama, es más fuerte de lo que crees.

—Pero…

—No te preocupes por ella amigo, si es la chica que creo que es no debes angustiarte, esa niña, no, esa mujer, paso la mitad de su vida encerrada en el inframundo, el infierno mismo donde yacen los demonios mas perversos, si esta aquí, significa que lo ha conquistado todo. —le dijo Mirten emocionado al ver el temple tranquilo y dominante de aquella hermosa pelirroja.

—¡Mure maldita infeliz! —el lobo negro se abalanzó contra Lía atacándola con toda su ira y añadió furioso. —¡Yo soy el lobo negro de Vinland! ¡uno de los grandes demonios del engaño! El más grande y poderoso que conquisto la barrera y logro salir del inframundo, no podrás herirme más, tu cuerpo humano no pude herirme jajaja.

Lía ni siquiera parpadeo ante su agresividad, le detuvo las dos manos con las garras muy cerca de su rostro y lo apretó con tal fuerza que lo hizo aullar de dolor, pues lo estaba quemando con un fuego oscuro y muy ardiente.   

—¡Ahhh! ¡desgraciada! ¡esto no es posible! ¿Cómo puedes tocarme? Solo eres una humana.




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