El amante infernal (libro 2)

Una grata sorpresa

 

 

Aquella batalla con el lobo negro de Vinland había durado catorce días, debido a la maldición que el demonio ejercía en ese pueblo los días pasaban con mayor rapidez, así que Alejandro y Ginebra estaban muy preocupados por Reinar y el grupo de cazadores que lo acompañaba, pues la mayoría de los cazadores que habían salido ya habían regresado victoriosos.

—¿Aun no hay noticias de los cazadores que fueron a Vinland? —preguntó Ginebra angustiada.

—No señora, los últimos cazadores en llegar fueron los que fueron enviados al pueblo infestado de duendes.

—No puede ser… —Ginebra se lleno de miedo al pensar que su hijo estuviera muerto o en peligro.

—Tenemos ordenes de ir a investigar por que tarda tanto ese escuadrón y el señor Alejandro ira con nosotros en persona a buscarlo.

—Entiendo… ¿hay heridos por atender? ¿hubo faltas?

—Gracias al cielo no hubo muertos de esa misión, solo unos cuantos heridos, pero ninguno de gravedad por suerte.

—Iré a revisarlos, si saben algo de mi hijo y sus acompañantes háganmelo saber por favor. —le dijo Ginebra apurada.

—Por supuesto señora, cuente con eso, me retiro iré…. —una conmoción muy grande llamó la atención de todos, sobre los cielos estaba volando una gigantesca criatura.

—¡No puede ser! ¿Qué es eso?

—¡una bestia nos ataca!

—¡Es un monstruo! —gritaban llenos de miedo los civiles, pues no todos ahí eran cazadores, había hombres, niños y mujeres que se dedicaban a la agricultura, el comercio y la construcción, como otros oficios.

—¡Refúgiese señora! ¡resguárdese en su casa! —le dijo un guardia a Ginebra quien veía el cielo impactada.

—Eso es… ¿un dragón? —exclamó Ginebra asustada.

Alejandro estaba ensillando su caballo, estaba apunto de salir en busca de su hijo y los demás cazadores, cuando de pronto el tumulto agitado lo desconcertó, al ver la gran criatura que se aproximaba a aterrizar en unos campos aislados frunció el ceño y galopó de ahí a toda velocidad.

—Tiene personas en su lomo… —murmuró el guardia que trataba de proteger a Ginebra, ella enfoco la mirada y pudo reconocer a su hijo, así que también corrió a su encuentro.

Hordreck estaba descendiendo, aquel majestuoso dragón tocó la tierra dejando que sus pasajeros bajaran seguros.

—¡Reynar! ¡Reynar! —gritó Ginebra a voz en cuello y se abalanzo contra su hijo llenándolo de besos. —gracias a Dios estas bien…pensamos lo peor…

—¡Reynar! —Alejandro sintió un gran alivio al verlo con vida y se apresuro para salir a su encuentro.

—Mamá me estas asfixiando… —exclamó Reynar quien apenas si podía respirar.

—¡Lo siento! Pero estaba realmente preocupada… creímos que tal vez…  

Alejandro llegó con su espada desenvainada, mirando fijamente al dragón quien le sostenía la mirada.

—¡Aun lado! ¡colóquense detrás de mí! —les ordenó Alejandro quien estaba listo para enfrentarse a la criatura si era necesario.

—¡No papá! No es peligroso.

—¿Qué?

—Mi señor, este dragón nos trajo a casa, es un amigo nuestro.

—¿Un dragón? —Alejandro frunció el ceño, hace muchos años había tenido un encuentro con un dragón, estas criaturas no eran de este mundo, de vez en cuando la naturaleza se distrae y abre portales dejando una puerta abierta entre su mundo y el de los humanos al igual que él y otras criaturas, y para nada era amistoso, todo lo contrario, era agresivo, violento y soberbio.

—Se que es dificil creerlo, pero ella nos ayudo con la misión. —Manifestó Reynar señalando con su mano al dragón.

—¿Ella? —Alejandro y Ginebra no veían nada, Lía se había escondido detrás de la cabeza de Hordreck y sus familiares salieron primero que ella.

Beel y Emm bajaron en forma de serpientes y al tocar el suelo se convirtieron a su forma humana, Alejandro sintió la presencia de demoniaca que los envolvía y seguía preparado para atacar, pero Reynar detuvo su mano y bajo Lilith en su forma de lobo en ese momento Ginebra y Alejandro la recordaron y no supieron como reaccionar.

—Saludos antiguo rey de los vampiros y actual señor de los cazadores., soy Lilith, es un placer volverlos a ver.

Al instante, Lía bajo de Hordreck con timidez y los ojos de Alejandro y Ginebra se abrieron de golpe impactados.

—Lamento haberlos asustado, mi familiar es bueno, no atacara su ciudad.

Una muer hermosa y pelirroja estaba frente a ellos, y rápidamente la reconocieron, aun que ahora Lía era toda una mujer, supieron de quien se trataba.

—Lía…. —Ginebra corrió a su encuentro y la abrazo con fuerza llorando de felicidad por volver a verla.

—Por Dios… como has crecido, parece que fue ayer cuando te fuiste y hoy regresas triunfante como toda una mujer.

Las lágrimas salían incontrolables de los ojos de Lía quien se dejo amar por la calidez de Ginebra, sus brazos eran como los recordaba, llenos de amor y esperanza, una vez que termino de abrazarla se dirigió a Alejandro con una sonrisa y después de hacerle una reverencia lo abrazo efusivamente.

—Pero que… —Sasha y todos los que estaban ahí se preocuparon de la rección de Ginebra quien era muy celosa, pero lo que más les angustiaba era la familiaridad con la que estaba abrazando a Alejandro, quien era un hombre serio, recio y gruñón, estaban esperando el momento en le que le cortara la cabeza.

—Ay Lía no…

La reacción de Alejandro los sorprendió a todos, pues con una mano le agarro la cabeza a Lía y cuando todos pensaron que se la arrancaría el solo por primera vez en su vida le dio una muestra de afecto, y le acarició la cabeza.

—Señor Alejandro me da mucho gusto volver a verlo… —manifestó Lía entre lágrimas.

—A nosotros también.

Ginebra sonrió con dulzura, al ver la expresión de Alejandro, se notaba conmovido, pues abrazarla a ella era como abrazar a Leonardo su amigo del alma.




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