El amante infernal (libro 2)

Cuenta conmigo

 

El aire ondeaba el rojizo cabello de Lía, ella y Reynar se encontraban solos en aquellas colinas verdosas y llenas de pequeñas flores amarillas, sus destinos se habían unido a pesar de que los dos pertenecían a mundos completamente diferentes.

—Beatriz y Leonardo no son mis verdaderos padres, antes de conocerlos vivía con mi padre biológico, un hombre bueno y trabajador, éramos tan humildes que apenas si teníamos para comer, pero éramos felices, mi madre había muerto hacía unos años y solo quedamos él y yo, pero después la enfermedad se lo llevó, solo tenía cinco años cuando me quede completamente sola, descubrí mi magia cuando robe un libro extraño que estaba maldito, liberé sin querer a un demonio muy peligroso, un demonio jerárquico de una de las etapas más bajas del inframundo, ese demonio es mi querida Lilith, Beatriz me ayudó a darme cuenta de que era una bruja, en ese tiempo , las brujas eran escasas, no sabíamos si estaban extintas o si simplemente se ocultaban para no servir a tu padre, pues tenían que jurar lealtad absoluta la rey de todo, cuando más perdida me encontraba ella me acogió, me adoptó y me crio como si fuera su hija.

—Eras muy pequeña cuando pasaste por todo eso, lo siento, si no me equivoco, eres una bruja de invocación ¿verdad? —le dijo Reynar con empatía.

—Si.

—¿Cómo es que funciona tu poder? Me sorprende que puedes controlar he invocar demonios como si nada ¿siempre fuiste tan poderosa?

—No, comencé a entrenar en este mundo mientras mi madre Beatriz me entrenaba, fue mi mentora por varios años, ella me enseño mucho, una de las condiciones para quedarme al lado de tu familia fue convertirme en la protectora de Emir y Valeska, los dioses gemelos, necesitaba ser lo suficiente mente fuerte como para convertirme en su guardiana, pero el camino fue más duro de lo que jamás imagine. —manifestó Lía con tristeza.

—Escuche que pasaste muchos años en el inframundo ¿eso es lo mismo que el infierno? ¿Por qué te obligaron a vivir en ese espantoso lugar? —le preguntó Reynar preocupado.

—Nadie me obligo, yo quise hacerlo, me sentía en deuda con tus padres, con mis queridos Leonardo y Beatriz ansiaba devolverles todos sus cuidados, la vida que me permitieron vivir a su lado, necesitaba convertirme en alguien capaz de protegerlos.

—Pero eras una niña, no tenias que pagarles nada, estoy seguro que hubieran entendido si te reusabas a ir al inframundo.

—¿Alguna vez has sentido que tu vida no es como la de otras personas? Me refiero a que naciste con un propósito mas grande, uno que no te permite ser egoísta, ese instinto te lleva a querer proteger a los que amas, no importa que tan duro sea el sacrificio, el mundo en el que vivimos siempre ha sido perverso, hay maldad por todas partes ¿si tu pudieras luchar para que esa maldad no alcanzara a los que amas que harías? —le preguntó Lía con seriedad.

—Haría todo lo posible por protegerlos. —respondió Reynar pensativo.

—Pues yo decidí sacrificar mi niñez y parte de mi adultez con tal de ser capaz de cuidar a mi familia, amaba a esos niños como si fueran mis hermanos, el solo hecho de pensar que alguien quisiera dañarlos llenaba mi corazón de fuego, amo al señor y a la señora Ginebra y no se me olvida todo lo que vivimos juntos, amo a mis padres adoptivos y daría mi vida por ellos y ahora que te conozco a ti querido Reynar me nace el deseo de protegerte también, aun que no nos conozcamos bien, somos familia. —le dijo Lía con una sonrisa brillante.

—¿Y quien te protege a ti? —preguntó Reynar conmovido.

—¿Qué? —Lía se quedó sorprendida por su pregunta.

—Seguro que tu también necesitas a alguien que te proteja.

—Bueno, tengo a mis familiares, ellos siempre velan por mi bienestar.

—¡Yo también te cuidare! ¡entrenare duro para que puedas apoyarte en mi y nunca te sientas sola! Si me consideras tu familia…entonces te vere como a una hermana, así que…si te parece…podemos vernos como hermanos. —le dijo Reynar sonrojado, Lía se sorprendió aun más con esa propuesta, pero los ojos le brillaron como dos luceros y se inundo de profunda alegría.

—Hermanos… siempre quise tener un hermano.

—Pues entonces, ante la ley de hermanos ya nos hemos convertido en unos jeje, trataré de ser un buen hermano para ti. —le dijo Reynar sonriente.

—Yo no seré como esos dioses egoístas, a quienes seguro no les importa todo lo que haz hecho por ellos, seguro que te desprecian por ser una humana, al ser tan buena deben creer que eres débil, pero eres más fuerte que cualquiera, entrenare duro para poder estar a tu altura, yo no voy a usarte, jamás seré como ellos. —se dijo Reynar en sus adentros mientras miraba a Lía con ternura.

—¿quieres que regresemos con tus padres? Seguro que querrán hablar contigo.

—Si, tengo que disculparme con ellos, gracias por traerme aquí, espero que regresemos algún día y podamos recorrer el lugar.

—Lo haremos, regresemos a tu casa.

Cuando Lía y Reynasr volvieron, ya era de noche, los dos se sorprendieron de lo rápido que había pasado el tiempo.

Lía se quedó asombrada al ver que en su ausencia le habían preparado un banquete de bienvenida, los habitantes de San Patricio (así se llamaba el hogar de los cazadores debido al hechizo que Beatriz dejó sobre el rio, un espíritu maldijo a todo el que bebiera de sus aguas concediéndoles juventud lenta y una vida más larga de lo humana mente posible a cambio de que usaran ese nombre)

—¿Qué es todo esto? —preguntó Lía mirando toda esa deliciosa comida.

—Quisimos darte una bienvenida más adecuada para alguien de la familia. —le dijo Ginebra dándole un abrazo.

—¿De verdad? Muchas gracias, tenía mucha hambre. —exclamó Lía emocionada.

—Adelante, come lo que quieras, Alejandro pronto te presentara oficialmente ante los cazadores y delante de nuestros habitantes.




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