El amante infernal (libro 2)

Nos volveremos a ver

 

Esa noche ninguna de las dos durmió, la señora Ginebra y yo, reímos, lloramos, hablamos y volvimos a llorar recordando todas nuestras vivencias y todo el amor que solo los amigos que se convierten en familia te pueden dar, fue una de las noches más sanadoras de mi vida, estoy frente a la madre de mis gemelos.

—Nunca olvides que siempre serás bienvenida en san patricio, tu eres como la hija que nunca tuve. —le dijo Ginebra con sinceridad mientras le acariciaba la mejilla.

—Gracias por recibirme tan cálidamente, ahora no me quiero ir, Reynar y yo ahora somos hermanos jaja.

—¿Cómo así?  —le preguntó Ginebra confundida.

—Los dos seremos como hermanos, eso es lo que prometimos, amo a tus hijos…siempre voy a protegerlos.

—Ojalá pudieras casarte con uno de ellos, seria un honor que te convirtieras en mi nuera. —le dijo Ginebra entre broma y Lía se quedo sin palabras, estaba tan roja que le ardía la cara.

—No…como cree, yo no podría, no soy digna…. —decía mientras se cubría la cara.

—No digas eso, eres hermosa y de buen corazón, tan inocente, serias una buena esposa ¿no hay nadie que te llame la atención entre los cazadores?

—No pude conocer bien a los hombres, no soy buena socializando con ellos, me paralizo y me quedo sin palabras, pero…ubo alguien que me hizo sentir cosas extrañas en una ocasión. —le dijo Lía nerviosa.

—¿Alguien? ¿un vampiro o otra criatura? —le preguntó Ginebra con curiosidad.

—Por el ardor en sus ojos y ese brillo intenso como las llamas deduzco que era un vampiro, solo que me da pena contarle…

—Adelante, ten la confianza de decirlo, tal vez te aconseje, soy experta en conquistar vampiros jaja, me quede con el antiguo rey de todo. —expresó Ginebra con orgullo.

—Estaba sobre pensando muchas cosas de mi pasado y decidí nadar en un lago que se encontraba en un lugar aislado, cuando me sumergí en el nade hasta un extremo, me tope con un hombre, su voz me erizo la piel, era tan profunda y su presencia me hizo sentir como nunca antes, tan solo de pensar en eso me dan escalofríos, pero no de miedo…si no de…

—¿Deseo?

—Si ¿es normal que después de eso mi cuerpo sienta cosquillas en la entrepierna?

—¿Tu madre ha hablado de sexo contigo?

—¿De qué? No… ¡jamás! No podría soportarlo.

—Jajaja, es algo muy natural, debemos empezar por tu periodo ¿Cuándo te llego tu regla por primera vez?

—¿Mi qué? ¿Qué es eso? —preguntó Lía asustada.

—Ay esa Bety…la regañare cuando la vea, la regla es… —Ginebra le explicó todo el procedimiento y lo que se sentía y Lía la dejo impactada con su respuesta.

—Nunca me ha pasado.

—¿Qué? Pero ya tienes veinticinco años ¿estás segura?

—Si, tal vez soy de las que no les baja, que bueno jeje.

—No, eso no es normal, es vital para que puedas embarazarte.

Lía había sufrido cambios en su cuerpo al haber pasado tantos años en el mundo espiritual, no solo envejece con una lentitud inusual, si no que su cuerpo por dentro apenas si tendría unos quince años, es decir que le llegaría su regla, en un mes o en diez años.

—¿Podría curarme por favor? —le suplico Lía preocupada.

Ginebra puso sus manos en el vientre de Lía, no sabía si le ayudaría de algo, pero con suerte podría arreglar su situación.

 —Lamento haberte preocupado con mis palabras, estoy segura de que pronto pasaras por esto, no es algo que se deba desear, es algo fastidioso, pero es natural, es parte de ser mujeres.

—Le agradezco por todos sus consejos, estaré lista para cuando me llegue mi periodo lo prometo. —exclamó Lía con gran seriedad que le causo una risa involuntaria a Ginebra, Lía era muy inocente y no había maldad en ella, era imposible no amarla, Ginebra la volvió a abrazar y esperaron juntas a que el sol saliera.

El tiempo de marcharse había llegado, Lía debía partir, Ginebra le regaló varios vestidos y joyería, también le obsequio unos perfumes y le mando regalos para Beatriz y Leonardo, Alejandro era de pocas palabras, pero la acompañó junto con Reynar a la salida de san patrico.

—Les agradezco su hospitalidad, me voy contenta y con el corazón lleno. — exclamó Lía con una sonrisa tierna.

—Gracias por haber venido, me siento feliz de conocerte y saber que ahora tengo una hermana mayor. —le dijo Reynar con alegría.

Alejandro se extraño de lo que su hijo decía y una pequeña sonrisa se le dibujó en el rostro.

—Toma, aquí tienes estas provisiones para el camino, hay agua suficiente para que te hidrates. —añadió Alejandro entregándole sus presentes, también le dio una carta para Leonardo y Lía la atesoró jurando que la protegería con su vida.

—Cuídate mucho, se que eres muy fuerte, pero en el camino encontrarás criaturas de todo tipo, ustedes cuídenle la espalda por favor. —le dijo Reynar mirando a sus familiares.

—No nos digas como cuidar a la princesa humano. —le respondieron Beel y Emm dejándolo sin palabras.

—Lo siento, sé que la protegerán como siempre, yo solo decía.

—Bueno, me despido. —Lía se inclino respetuosamente y añadió. —nos veremos pronto amigos.

Aquella bruja de cabellos de fuego se subió al lomo de su loba blanca y emprendió su viaje de regreso al castillo, Alejandro y Reynar la vieron partir, parecía que el fuego rosaba las praderas pues Lilith era muy rápida.

 —¡La próxima vez que nos veamos seré más fuerte! ¡no podrás reconocerme! ¡te extrañaremos! —gritaba Reynar a voz en cuello sorprendiendo más a su padre.

—¿No me digas que te enamoraste de ella? —le preguntó su padre extrañado.

—¿Qué? ¡por supuesto que no papá! Yo respeto mucho a Lía, nunca conocí a alguien tan admirable y fuerte como ella, me inspiró a convertirme en una versión más fuerte de mi mismo, solo quiero ser alguien que al igual que ella sea capaz de proteger a los que ama.




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