El amante infernal (libro 2)

Una rosa con espinas

 

Aquella reunión termino después de varias horas, los sabios se retiraron haciéndole una reverencia a Valeska quien después de un rato se retiró arrastrando su elegante capa negra, con pasos firmes y una postura erguida, digna de un poderoso gobernante, por otro lado, Lía se encontraba pensativa respecto a la noche que había pasado con él, tenía muchos sentimientos encontrados, estaba enojada, indignada, triste y al mismo tiempo el corazón se le aceleraba cada vez que se acordaba de sus besos, al ser el primero en besarla no podía olvidarlo tan fácilmente.

—Seguro que él esta como si nada, debe haber sido solo una noche de diversión para ese malvado…mientras que yo…sigo dando vueltas con todo esto.

Lía llevaba puesto un vestido blanco, su cintura se veía pequeña y sus caderas anchas le daban una figura de reloj de arena, su piel blanca y sonrojada le daban el toque virginal de una doncella pura y tentadora, deambulaba por el palacio sobre pensando las cosas.

—Ojalá no me lo vuelva a encontrar por un rato, lo detesto, no importa que me condene a muerte, si vuelve a tocarme me defenderé. —exclamó Lía frunciendo el ceño.

Su deseo estaba lejos de hacerse realidad, por alguna razón sus caminos se cruzaron aquella fría mañana.

El rey venia caminaba sobre el pasillo que llevaba a las salas de reuniones y Lía se dirigía a su torre, tenía que cruzar de si os i por ese camino, los dos iban distraídos pensando en sus asuntos cuando de repente el aroma de Lía le llamó la atención y ella se congelo al verlo a unos cuantos pasos de ella.

Valeska sonrió maliciosamente mientras ella se llenaba de pánico, le hizo una reverencia y le dio la espalda corriendo a toda prisa, pero fue inútil porque al llegar al estanque él la detuvo agarrándola del cuello por detrás.

—Malcriada, a ti te falta que te azoten para que aprendas a no darle la espalda a tu señor. —le susurró en la oreja haciendo que se estremeciera de pies a cabeza.

—Perdóneme…es que tengo prisa. —exclamó Lía con la voz temblorosa, la presencia de Valeska era muy aterradora.

Valeska la volteó en dirección hacia él con rudeza y le apretó la cara con la mano mallugando sus mejillas y resaltando su boca.

Al rey le pareció divertido ver su expresión, pues comparó sus cachetes con suabes cojines.

—Pues deja lo que estabas haciendo y olvídate de todo, hay muchas cosas que quiero decirte.

—¿Qué cosas? Le preguntó de mala gana, era evidente que estaba enojada.

—Ya me enteré de tus travesuras ratoncita metiche, metes tus narices donde no te llaman y después andas en boca de todos.

—¿A qué se refiere? —le preguntó Lía asustada al pensar que la hubiese descubierto en su visita a las tierras de los cazadores.

—El consejo me habló de tu visita al sector de esclavos y tu intervención en la forma de su manejo, también se enteraron del alboroto que causaste con tu periodo, si que eres latosa. —le dijo Valeska mirándola como un lobo.

—No…no fue mi intención, es solo que los tratos a los esclavos eran muy severes y…—Valeska le puso el dedo índice en la boca para que se callara.

—Me pregunto cual será el mejor castigo para una pulga como tú ¿será que azotarte será suficiente?  ¿o tal vez deba tortúrate de otras formas? —el corazón de Lía brincaba como un caballo salvaje y eso enloquecía al rey, hallaba placer en su sufrimiento.

—No hice nada malo, no me arrepiento de lo que hice, además el reino salio beneficiado. —exclamó Lía evitando mirarlo a los ojos, pues la ponía muy nerviosa.

—Me parece que eres muy irrespetuosa, deberías ser más sumisa, he matado a súbditos por mucho menos.

—Jamás le faltaría al respeto…en cambio usted me tiene en muy baja estima. —le dijo Lía con tristeza.

Valeska la miro detenidamente, de arriba abajo, deteniéndose en su pecho que resaltaba.

Lía se tapó con las manos de manera disimulada, Valeska era muy hermoso, tanto que hacía que se le olvidara lo malo que era y al recordar lo que habían pasado la cara se le puso roja como un tomate.

—Hueles a que estas excitada jajaja ¿debí terminar lo que empecé esa noche? El rey se acercó mucho a su cara, los labios rosados de Lía parecían una fresca y apetitosa manzana, la cual quería arrancar de una mordida.

—¿Estás de acuerdo en que debes obedecerme en todo verdad? —le preguntó en voz baja y añadió. —puedo obligarte si no quieres, esa boca tuya me grita que la muerda.

Valeska la tomó del mentón y alzó su rostro de manera delicada y Lía serró los ojos de manera instantánea, no sabía si la besaría, pero sin pensarlo bajo la guardia, Valeska se percató de eso y echó una carcajada que la hizo avergonzarse pues se quedó con la boca parada esperando recibir algo.

—Jajaja, como si fueras a recibir algo bueno de mí. —exclamó con una sonrisa coqueta dejando a Lía en shock.

Freya pasaba por ahí, deseosa de encontrarse en su camino a Valeska y al verlo con Lía se llenó de rabia al recordar que por esa bruja la había dejado afuera en su día especial, apretó los puños, pero estaba decidida a demostrarle a ella y a cualquier mujer quien era la favorita de Valeska y respiró profundamente y con pasos firmes se Acercó a ellos.

—Mi señor, que coincidencia encontrarlo en mi paseo matutino. —Freya le hizo una reverencia he inmediatamente llamó la atención del rey quien le sonrió y le besó la mano.

—Pero si eres tú, el tesoro del imperio. —dijo el rey mirándola orgulloso, Freya sonrió y ni siquiera saludo a Lía.

—Mis ojos se llenan de dicha al contemplar su hermosura, que alegría le da a mi corazón verlo su majestad. —exclamó Freya con todos sus encantos.

Lía estaba admirada de la belleza de aquella vampiresa, nunca vio mujer más hermosa en su vida, inmediatamente supo que se trataba de una concubina, pero por su porte y elegancia debía ser una de las favoritas del rey.




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