El amante infernal (libro 2)

¿Celos?

 

Lía se encontraba muy avergonzada, se sentía tan tonta, tan humillada, no podía comprender que Valeska fuera tan idiota y la tratara de esa forma, confundía su mente y se sentía molesta porque cuando estaba con él no podía pensar ni usar la cabeza, la desarmaba por completo, no pudo evitar llorar de la rabia que sentía.

—¿Por qué de repente me siento decepcionada? ¿por qué me siento defraudada? Desde nuestro encuentro en el lago me demostró quien era, el malcriado es él, el es quien debería ser azotado…por dios que estoy diciendo, es mi rey, no debería decir estas cosas ¿Cómo se supone que voy a proteger a ese malvado?

—Lía se encontraba pensando todas estas cosas en los jardines de Emir, no sabía que eran suyos, solo se sentó en uno de los columpios de madera que había en el lugar, como era un espacio cerrado y aislados se metió ahí para no ser molestada por nadie.

—Se portó tan diferente con esa vampiresa, la trataba con respeto y educación, y como no si era preciosa…Freya…ese era su nombre, que dama tan distinguida, era tan elegante y fina, parecía una princesa, no como yo…con este pelo jamás voy a gustarle al rey…¿Qué estoy diciendo? A mí que me importa él…

Lía no podía dejar de compararse con Freya, creía que sus cabellos rojos eran escandalosos y poco elegantes, que el hecho de ser humana la hacía inferior a ellos, nadie la respetaba y creían que era una bruja mediocre, paso un buen rato comparándose con la concubina favorita del rey.

—¿Soy fea? —preguntó en voz alta, sin percatarse de que Emir estaba justo detrás de ella.

—Yo diría que eres hermosa. —manifestó el príncipe quien la columpio empujándola levemente por la espalda para que se balanceará en el columpio.

—¡Emir! —exclamó Lía sorprendida de encontrárselo.

—Escuche que alguien murmuraba y me llamó la atención, quería saber quien estaba tan deprimido como para balbucear por una hora. —exclamó con una sonrisa amable.

—Lo siento…no sabia que había alguien aquí, debí imaginar que este era uno de sus jardines, nadie más cuida y planta flores tan bellas.

—¿Qué haces aquí tan sola? ¿Por qué te lamentas tanto? —le pregunto mientras detenía el columpio pagando el cuerpo de Lía al suyo.

—Me siento miserable…—le respondió Lía con una sonrisa débil.

—Si quieres hablarme de eso soy todo oídos, no tengo mucho que hacer ahora.

—Es solo que…yo…—Lía comenzó a llorar, puso sus manos en su rostro para tapar su dolor y Emir sintió pena por ella y le sobo la espalda para consolarla.

—Estoy cansada de que me traten como si no valiera nada, como si por el hecho de ser una humana y aspirar a convertirme en su guardiana estuviese cometiendo el mayor de los pecados, no existe un solo día donde no sea discriminada, humillada y considerada una carga, no he hecho más que esforzarme por encajar, pero cada intento los insulta aún más ¿Qué quieren de mi entonces? ¿Qué sea una vampira al igual que ellos? si me convierto en una ¿entonces me aceptaran? ¿podre ser digna de ustedes? —Lía se sentía muy frustrada y se desahogaba entre lagrimas y añadió. —el rey me aborrece…se burla de mi como si fuera su juguete, yo que no he hecho más que amarlo… (se refería al cariño que desde niña le ha tenido)

—¿Quieres que te cuente un secreto? —Lía lo miró con sus ojos cristalinos y asintió con la cabeza y Emir añadió. —Yo creo que en el fondo temen que hagas que tus palabras se vuelvan realidad y seas la primera humana en convertirse en la guardiana de los dioses gemelos, es un honor que todos anhelan, solo están celosos de que seas la primera en decirlo a los cuatro vientos y que estes tan segura de conseguirlo, para serte sincero, yo te creo, se que te convertirás en la bruja más grande de todos los tiempos, cuando te vi encima de ese gran dragón supe que mi futura guardiana sería una bruja excepcional.

—¿Lo dices enserio? —Lía abrió los ojos tan grandes que parecían piedras preciosas, dos esmeraldas brillantes, Emir no pudo evitar sentirse atraído por ella.

—Ninguno de ellos ha pasado toda su vida en el inframundo solo para cumplir una promesa. —Emir se puso frente a ella y tomó su rostro con las manos y la miró fijamente y añadió. — No importa lo que el rey piense de ti, yo sé que serás mi guardiana y que darías la vida para protegernos, haberte visto regresar triunfante de ese lugar me hizo sentir agradecido.

El corazón de Lía latió con fuerza, Emir había reconfortado su corazón con sus cálidas palabras, se sintió muy agradecida y le sonrió.

Emir le limpió las lagrimas y al rozar sus manos en sus mejillas le dio un beso en el cachete y después la abrazó con fuerza, Lía no supo como reaccionar, pero se sentía bien ser acogida en los brazos de alguien tan bueno como el príncipe.

—Respondiendo a la pregunta que hiciste hace un momento, yo creo que eres hermosa, nadie se puede comparar a ti, la piel pálida de las vampiresas es como un tempano de hielo, la tuya es tibia y llena de vida, en cuanto a tu cabello, me parece fascinante que tenga el color del fuego y tus ojos reflejan la belleza de tu alma pura y despreocupada, para mí tu eres la mujer más hermosa del reino.

Los ojos de Lía se entre abrieron sonrojándose a todo lo que Emir le decía y una vez que quedaron frente a frente, él estaba tentado a besarla, pero se contuvo a pesar de la tentación.

—Voy a protegerte, no dejare que nadie vuelva a abusar de ti. —le dijo mientras la abrazaba.

—Emir…

—Lo siento, no pude resistirme. —le dijo Emir quien se resistía a sus impulsos, si por él fuera la haría suya hasta el amanecer.

—No, está bien…no me molesta que me abraces. —dijo Lía muy avergonzada.

—Me gustaría conocerte más, que seamos amigos, salir juntos, quiero saber todo de ti, quiero que tengas otro amigo aparte de la bruja que trajiste contigo. —exclamó Emir entusiasmado.




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