El amante infernal (libro 2)

Sumergido en tus encantos

Sumergido en tus encantos

El bello príncipe había preparado una cita perfecta, cuidando cada detalle para que fuera inolvidable, era la primera vez que daba un paseo en bote, la brisa golpeaba nuestros rostros dejando caer diminutas gotas de agua fría que aliviaba el calor que sentía, Emir estaba perfecto, no sudaba, no se sonrojaba por el sol, se veía muy atractivo remando, su camisa blanca y sus pantalones azules le daban el toque varonil que tanto admiraba.

—¿Estas disfrutando de nuestra cita? —le preguntó Emir con una sonrisa, al verla tan relajada mientras metía la mano al lago.

—Estoy disfrutando tanto que mi cuerpo esta muy relajado, mis músculos ya no están tensos. —exclamó Lía con alegría.

—¿Sueles estresarte mucho?

—Estoy rodeada de vampiros jaja, el estrés es mi pan de cada día.

—Lamento escuchar eso, siempre te vez tan feliz y radiante que pareciera que no sufres, pero se que es todo lo contrario.

—Pero justo hoy es uno de los días más felices de mi vida, me siento tan libre que podría quedarme aquí para siem… —Lía se había puesto de píe pues era muy expresiva y no pudo controlar su equilibrio y se calló al agua asustando a Emir.

—¡Lía! —Emir se tiró al agua inmediatamente y se asustó al ver que Lía ya estaba muy adentro, se inclinó y nado con fuerza hasta que la agarró de la cintura y la sacó de ahí.

¡Ay! —Lía comenzó a toser, él agua era muy fría, sus labios estaban morados y temblaba de manera incontrolable.

—¿Te encentras bien? —Emir la traía agarrada de la cintura y la soltó una vez que llegaron a la orilla, Emir sintió la cintura fina y curva de Lía  y no pudo evitar que su mirada se dirigiera a su pecho, por el frio Lía resaltaba sus grandes atributos y el corazón del príncipe comenzó a palpitar con fuerza, el cuello de la bruja era tan deseable, su piel era tan blanca y sonrosada que no podía resistir la tentación de darle una mordida, el pobre se comenzó a sentir incomodo, salivaba con tan solo imaginarlo sosteniendo a Lía y bajándole el vestido para mordisquear sus pechos, sus cuello y sus hombros.

—Dios…que susto me llevé…gracias por ir por mí, no se nadar, me dio mucho miedo ver que entre más me hundía más oscuro se ponía, cielos…que frio hace. —exclamó Lía titiritando, su voz se entre cortaba.

—Lo lamento…mi saco también se empapó, tenemos que hacer algo para que no te de hipotermia. —Sugirió Emir que entre sus malos deseos y su compasión al verla sufrir por le frio y el despiadado aire fresco pensó que ni siquiera el sol podría calentarla como era debido.

—No te preocupes…el…el sol secará mi ropa en un rato, perdón por haber arruinado nuestro viaje en bote, estaba siendo muy divertido…—exclamó Lía con tristeza.

—No te preocupes por eso, aun faltan muchas cosas por hacer, el día aun no termina…pero…¿puedo abrazarte? Quizás yo pueda hacer que entres en calor. —le dijo Emir con ojos brillantes.

—Pe…pero te vas a empapar también…—susurró Lía, quien no quería incomodarlo, pero se moría de frio, así que no se negaría a recibir algo de calor.

—Ya te dije que yo no tengo ni frio ni calor, siempre estoy cómodo, además…no quiero escuchar como te suenan los dientes, jeje.

—Gracias…

Emir se acercó a Lía y la abrazó, los dos se estaban muriendo de vergüenza, era la primera vez que Emir sentía que el corazón le latía tan rápido, sentía pena de imaginarse que Lía pudiera darse cuenta de su extraña emoción, pero ya era demasiado tarde, podía sentir el rebote.

Es extraño, creí que ellos no tenían corazón, pero me equivoqué, el príncipe es igual al rey, a los dos les late el corazón con mucha fuerza, pareciera que han corrido varios kilómetros, me pregunto si él podrá escuchar el mío…

—¿Te sientes mejor? —le preguntó Emir con su hermosa voz.

—Si…no sabía que los vampiros podían ser tan cálidos…

—No lo son, pero recuerda que soy un dios. —externó Emir sonriendo orgulloso.

—Tienes razón…

Era la primera vez que Emir sentía nervios de estar con una mujer, mas haya de que su mente divagara en pensamientos apasionados o mortales, sentía que Lía le robaba el aliento, quería ganarse su favor, complacerla, impresionarla, cortejarla, era la única mujer por la que había hecho y sentido todas estas cosas, ni siquiera con Magnolia que era su concubina favorita era así de detallista y cuidadoso, al momento de aparearse, era duro, salvaje he intenso, pero Lía sacaba su lado más humano, un lado que creyó no tenía.

Estaba disfrutando tanto el abrasarla, se sentía dichoso y feliz, quería tenerla en sus brazos para siempre, por otra parte, Lía, no podía con la vergüenza de sentirlo tan cerca, no pronunciaban ninguna palabra, él estaba simplemente disfrutando del silencio y la suavidad de la piel de su querida bruja.

—Eh…¿Príncipe Emir?

—¿Qué pasa? —le preguntó el príncipe con una sonrisa.

 —Mi madre me dijo que en su siguiente misión me llevará con ella, tengo entendido que solo los guerreros de elite la acompañan, no iría como uno de ellos, solo que sería una oportunidad de mostrar mi valía, créame cuando le digo que no hay nada en este mundo que desee más que convertirme en su guardiana. —exclamó Lía con seriedad.

—¿Eso te dijo Beatriz?

—Si, me sentí muy honrada, aunque confieso que estoy algo nerviosa jeje, pero es la oportunidad que estaba esperando, no los defraudaré.

—Ah, seguro que será una gran experiencia, no tienes de que preocuparte. —le dijo Emir con una sonrisa ligera.

¿Qué era esa sensación en su pecho? La preocupación llenó su corazón, era inevitable, Lía se estaba metiendo en las fibras más profundas del corazón del hermoso príncipe y eso le asustaba, ellos no debían tener una debilidad, esa sería su ruina ¿en que momento la bruja se volvió tan importante pata él que ahora tiene miedo que algo malo le pase?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.