En el momento en el que Valeska acercó sus labios al cuello de Lía, la fragancia de su hermano le llegó a la nariz y se detuvo en seco.
—¿Qué sucede? —le preguntó Lía confundida y temblorosa.
—Apestas, fuera de mi alcoba.
—¿Qué? —Lía no sabía por qué Valeska estaba diciendo todo eso.
—Ya no quiero tu sangre, retírate.
—Está bien, pero…
—¡Largo de aquí humana! —los ojos de Valeska le infundieron temor y salio desconcertada corriendo de aquel lugar, su corazón se encogió y al caminar por el pasillo, se encontró con Freya, quien al verla la detuvo en secó del brazo.
—No te acerques a mi rey maldita bruja despreciable, conoce tu lugar, las mujeres como tú, pertenecen a las granjas, solo sirves como ganado. —Freya le aventó el brazo a Lía y añadió. —veo que al rey le disgusta pasar la noche contigo y no es para menos, hueles a rata vieja, es momento de que una hembra de verdad lo complazca, dudo que tú lo hagas gemir de placer como lo hago yo, lárgate y no vuelvas a insinuártele o te juro que te vas a arrepentir.
Freya la dejo y se fue en dirección a la alcoba real, Lía no se quedó averiguar lo que sucedería y siguió su camino con desconcierto en el corazón.
No tenía idea del por qué el rey había actuado de esa forma tan extraña, hasta que recordó que Emir había bebido su sangre unas horas antes, pensó que Valeska se había ofendido porque el príncipe había bebido primero y no estaba muy alejada de la realidad, al sentir el olor de la saliva de Emir, Valeska enfureció y la echó de su alcoba muy disgustado, cualquiera que hubiera sido la razón, Lía se sentía herida, su relación con el rey parecía cada vez más imposible, simplemente no se podía llevar mejor con él y eso la frustraba y la entristecía.
—Por lo menos debió preguntarme la razón por la que Emir bebió de mi sangre, fue una emergencia, comparado con él, Emir no tomaría mi sangre solo por gusto, en cambio él….solo quería beberla por capricho, me siento tan estúpida, caigo en su red cada que me cruzo en su camino, por momentos me olvido de quien es en realidad, un dios perverso que disfruta hacer el mal y le complace verme en aprietos. —externó Lía con los ojos llorosos, todo lo que Valeska, hacia o decía, le dolía cien veces más que si lo hiciera cualquier otra persona, le daba mucha importancia a sus acciones y eso terminaba disgustándola mucho.
El día estaba por asomar la cabeza, eran las tres de la mañana cuando Lía decidió tocar la puerta de la habitación de su madre quien ya la esperaba con un atuendo adecuado.
—¿Qué es lo que traes puesto? —le preguntó Beatriz al verla y la recorrió con la mirada de arriba abajo confundida y añadió. —esas son las ropas que utilizan las concubinas de menor rango ¿de dónde las sacaste?
—La vampiresa Cristia me pidió apoyo para entretener al rey. —externó Lía con un notorio cansancio en el rostro.
—¿Entretenerlo? ¿de que forma? —le preguntó Beatriz quien comenzaba a alterarse.
—No es lo que piensas, usé magia para amenizar su reunión, cuando gané el favor del rey, me vistieron de esta manera, pero él no me toco ni nada…
—¿Y por que te vez tan decaída? No me digas que es por que no has dormido porque te conozco y es otra tu actitud, si fuera el caso seria una actitud de berrinche la que tendrías, pero te vez...decepcionada.
—Pues lo estoy, mi relación con el rey va de mal en peor, cada vez que trato de acercarme a él, algo sale mal, me subestima, me tiene por una niña acomodada, seguro que cree que por ser tu hija siento que merezco el cargo de convertirme en su guardiana, pero…si tan solo pudiera probarle lo contario.
—¿Valeska te llama la atención? —le preguntó Beatriz con seriedad.
—¿Qué? ¿por qué me preguntas eso? —respondió Lía con nerviosismo.
—Es que me da la impresión de que tal vez te has fijado en él no única mente como tu rey, si no como algo más.
—¡No! Para nada…solo estoy frustrada y no he dormido, me siento cansada, jamás me fijaría en un hombre como él, no combinamos en lo absoluto, nunca, jamás, es impensable para mí.
—Aun si existiera una mínima partícula tuya que sienta un cariño diferente al que deberías sentir por él, deséchalo, no debes cambiar la forma en la que vez a Valeska, el es un dios y el rey de todo, además, como madre…me gustaría a alguien de buen corazón para ti.
—Hablas como si el rey pudiera fijarse en mi…eso sería imposible. —externó Lía con una notoria tristeza.
—Ni siquiera el príncipe Emir podría entrar en mis deseos de un amor para ti, ellos están fuera de nuestro alcance, nacimos para servirles y nada más, ese es nuestro honor y la promesa que hicimos cuando juramos lealtad a los dioses gemelos, tu misión en este mundo es protegerlos, pero lo es aun más el convertirte en la bruja más poderosa de todos los tiempos, recuerda nuestra promesa cuando estábamos a punto de ir al mundo espiritual para tu entrenamiento, solo así podremos asegurar nuestra supervivencia.
—Te vez diferente hoy mamá ¿Qué sucede? Entiendo todo lo que me dices, pero hay algo más que te preocupa. —le dijo Lía mirándola con la intención de descifrarla.
En ese mismo instante, Leonardo entró por la puerta y se asomó dejando a la vista su cara de preocupación.
—Leonardo.
—Lía, ya estas aquí, creí que llegarías después.
—¿Qué sucede? Ambos se ven muy serios.
—El rey a autorizado que partan al amanecer, se a confirmado la traición de la bruja de sangre Bitchancy, ya no habrá más advertencias para ella, ambos dioses quieren su cabeza, pero serán ellos quienes la castiguen enfrente de todos los seres sobrenaturales, quieren que todas las criaturas sepan lo que les pasa aquellos que se niegan a servir a su majestad.
—Bitchancy… —lía hizo memoria la vez que su madre le pidió que ambas se esforzaran por convertirse en brujas aun más temidas y fuertes que la bruja de sangre Bitchancy, quien se rumora, es una de las brujas más poderosas del universo, una hechicera que se ha negado a servir a los dioses.