El amante infernal (libro 2)

Elite

 

No podía describir la sensación de mi pecho, cada que lo tenía frente a mí, se me olvidaba lo malo que era conmigo, en esos momentos no había cabida para el resentimiento o la queja, se comportaba como si me odiara y aveces como si tuviera fe en mí, eso me daba la fuerza para seguir adelante, para continuar con mi camino, para ser invencible, el rey era una obsesión para mí y no podía confesárselo a mi madre, cada vez que mi corazón latía por los dioses, las palabras de mi madre se encargaban de detener el fuego.

—Aun si existiera una mínima partícula tuya que sienta un cariño diferente al que deberías sentir por él, deséchalo, no debes cambiar la forma en la que vez a Valeska, él es un dios y el rey de todo, además, como madre…me gustaría a alguien de buen corazón para ti.

—Alguien de buen corazón dijo ella…pero…¿y si ese tipo de hombre no es el que yo busco? ¿Qué pasaría si prefiero al villano sobre el héroe?... supongo que son preguntas que por ahora no puedo contestar.

La hora de marcharse había llegado, Lía dejo su corazón en el castillo, justo al pie del balcón del rey, mientras avanzaba, pudo ver a la distancia a un grupo de guerreros que al escuchar sus pasos dirigieron la mirada hacia ella con curiosidad, la oscuridad aun dejaba ver sus sombras y justo cuando ella llegó a donde estaban ellos, la luz la iluminó, dejando ver su hermoso semblante.

—Buenos días. —les dijo Lía con voz suabe, todos la miraban detenidamente, se veía tan delicada, fina, y débil que les costaba creer todos los rumores sobre su extraño poder, pero al mismo tiempo les parecía una mujer muy hermosa y llamativa por sus ojos verdes y su cabellera rojiza.

—Ella es Lía, una bruja de invocación, el rey mismo a ordenado que nos acompañe, dependiendo su rendimiento se definirá si pasa a ser una de nosotros, su meta es convertirse en la guadiana principal de los dioses gemelos, es mi hija, pero no significa que vaya a tener tratos especiales con ella, le exigiré igual que a ustedes, la castigare si comete un error y no tendrá ningún tipo de privilegio.

Los guerreros de elite eran estos.

Durém, el elfo albino, el cual tenía el poder de controlar las sombras, media 1.90m tenía un gran cabello blanco, lacio y brillante y casi siempre lo tenía amarrado en una coleta, era muy hermoso, los elfos eran bellos de pies a cabeza, su cuerpo era atlético y sus orejas puntiagudas, tenía los ojos cristalinos de un azul muy claro y unas pestañas blancas.

Adonis, Un hibrido entre ogro y humano, de piel rojiza y cuernos en la cabeza, poseía una melena semi larga color oscura y media dos metros de altura, era muy musculoso y poseía una fuerza descomunal.

Guiles, era un demonio cambia formas, podía transformarse en lo que el quisiera, personas y animales, sin importar su tamaño, se regeneraba muy rápido y se decía que era inmortal, su apariencia era extraña pero no desagradable, su cabello era azulado y su piel grisácea, sus ojos eran violetas y era delgado, con una dualidad marcada.

Calipso, una bruja necromante, de cabello negro y corto hasta la clavícula, se veía muy ruda y tenía cara de pocos amigos, era de baja estatura y estaba montada en un zombi, el cual estaba en cuatro patas, parecía su silla, era bonita pero intimidante.

Cicero, era un hechicero y científico, muy inteligente, amaba experimentar con criaturas sobrenaturales y humanos para poder crear al hibrido perfecto, semidioses de ser posible, estaba obsesionado con la vida eterna y el alma de los seres vivos, su sueño más grande era poder esclavizar aun espíritu y torturarlo, era perverso.

Berserker ¿Cómo podríamos describir a este guerrero? ¿Cómo alguien sin alma? ¿sin conciencia? Era un monstruo de tres metros de altura, un gigante sin voz, nunca pronunciaba una palabra, cuando entraba en un arranque de euforia y desenfreno era una bestia asesina, no sentía empatía, amor ni nada, estaba vacío, parecía una aberración de la naturaleza, comía carne cruda, animales, humanos, lo que fuera, su crueldad era muy grande.

Eran seis guerreros de elite y había más aspirantes como Lía que deseaban unirse, pero cada uno de los candidatos debían mostrar su Valia y su utilidad para el reino, solo los más fuertes podían formar parte del grupo de guerreros de los dioses gemelos.

Al verla ahí parada no pudieron evitar preguntarse si se trataba de alguna preferencia o si realmente los dioses creían que ella tenía el potencial para pertenecer a la elite, había muchos rumores que la rodeaban, el hecho de que había conquistado el inframundo, que podía viajar a otras realidades, que poseía a más de un familiar y entre los rumores más absurdos se encontraban estos, que era muy fea, pues las vampiresas y las concubinas habían esparcido este rumor, que su olor era nauseabundo y que no era tan fuerte como decían, murmuraban que solo era el juguete de los dioses y un bocadillo codiciado por ellos.

Pero al verla en persona, descartaron la posibilidad de que aquellos rumores fueran ciertos, la realidad es que era muy hermosa, tanto que ahora entendían los celos de las concubinas, al esparcir todos aquellos rumores.

—A partir de ahora, todo lo que hagas debe ser para gloria y honra de los dioses gemelos, vivirás por ellos y morirás por ellos, tus victorias serán tu estandarte y tus heridas y cicatrices tu orgullo, me alegro de que estes aquí, es tu oportunidad de mostrar tu valor y tu lealtad al reino vampírico.

Estas palabras le dedicó Beatriz a su hija, Lía se dio cuenta de que hablaba en serio, que, durante las misiones y la guerra, los enfrentamientos y las aventuras, ella no seria su madre, si no su general “la bruja negra “líder de los guerreros de elite de los dioses gemelos.

—¿Te ha quedado claro? —le preguntó Beatriz con seriedad, mirándola fijamente.

—Si general, me queda claro. —le respondió Lía con un temple decidido, no había marcha atrás, su momento había llegado.




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