No existía cosa que Lía detestara más que las injusticias, el abuso y la crueldad contra los indefensos, a pesar de luchar por mantener un carácter pacifico y tranquilo, Lía perdía los estribos ante estas circunstancias que la sobrepasaban, aún quedaban muchos títeres controlados por los hilos de sangre de Bitchancy.
—¡Hordreck yo te invoco! —gritó Lía con fuerza y este apareció en los cielos, debajo de una gigantesca runa.
Todos estaban concentrados en lo suyo aniquilando a los habitantes de Alfaro, pero fue inevitable que su atención no fuese llamada al notar el inmenso dragón que se había manifestado, Hordreck era simplemente colosal y en su lomo, estaba su dueña.
—¿Qué demonios es esa cosa? —preguntó Calipso mirando al cielo.
—¡Es un maldito dragón! Jajaja ¿Qué carajo? — exclamó Durém asombrado.
—¿La flor pelirroja invocó a ese gigante? Jaja si que esta llena de sorpresas jaja, veamos lo que puede hacer ese inmenso guerrero ancestral. —manifestó Adonis emocionado.
—¿Un dragón? —Guiles no podía creer que aquella humana tuviera en su poder algo tan majestuoso y misterioso como lo era Hordreck y se quedó sin palabras.
—¿Cómo pudo invocar algo así? —se preguntó Cicero atónito.
Después de resguardar a sus familiares en esferas de energía para que el fuego no los tocara, Lía le ordenó a Hordreck incinerarlos a todos.
—¡Quémalos a todos! —gritó Lía entre lágrimas al ver como los ojos de las personas miraban al cielo con angustia y tristeza.
Hordreck se elevó aun más arriba y entonces abrió el hocico y comenzó a incendiarlo todo, su fuego era tan intenso que no dejaba ni siquiera restos de cenizas en la gente, dándoles una muerte instantánea por la potencia de su llamarada.
—Lo lamento…era la única forma de salvarlos. —susurró Lía con dolor en el corazón.
Hordreck acabo con la vida de cuarenta mil personas esclavizadas por la bruja de sangre, el cabello de Lía se ondeaba con el aire y el humo que la hacían parecer como una llama más.
—Que efectivo, terminó casi con la mitad de la población ella sola. —Dijo Durém mientras seguía luchando y añadió. —debe ser mi esposa. la población total terminó siendo de ciento veinte mil personas sin contar a los niños.
—La señorita es increíble…tiene tanto poder en sus manos. —exclamó Galadriel con admiración.
Mientras tanto, Bitchancy se sorprendió al sentir la cantidad de magia que se requirió para invocar a Hordreck, nunca en su vida había visto un dragón y tenía los ojos abiertos de la impresión.
—Eira… ¿Quién de las tres brujas ha invocado a esa bestia? —preguntó Bitchancy con seriedad.
Pero Eira no le contestaba, tardó un poco en responderle.
—La mujer de cabellos rojos lo hizo. —exclamó Eira con su voz profunda, el era un demonio que podía transformarse en cuervo y el alcance que tenía de visión era único, a una distancia no muy cercana podía ver todo como si estuviera en primera fila.
—¿Cabellos rojos? —preguntó Bitchancy recordando a la hija de Beatriz y añadió con inquietud ¿Esa mocosa logró sobrevivir?
Eira la observó detenidamente, el mismo tono rojizo que parecía fuego, los ojos color esmeralda, sin duda alguna, era aquella niña que presenció cuando la aprisionaron en el inframundo.
—Vamos Lía, desata todo tu poder y lucha por tus ideales. —exclamó Beatriz en sus adentros mientras se aproximaba a donde estaba Bitchancy, la distancia entre ellas era mucha, pues Birchancy no se encontraba en la ciudad, si no a unas tres horas de distancia de Alfaro, su control de dominio era increíble, podía controlar a sus marionetas desde enormes distancias, era simplemente excepcional.
Una vez que Beatriz llegó al otro extremo, se dio cuenta de que Bitchancy no estaba ahí.
—Perra astuta, solo demuestras esconderte, nos estas tratando como si fuéramos más débiles que tú, tienes severos problemas de superioridad.
—¡Radar! —Beatriz conjuró un hechizo para que le mostrara la ubicación exacta de Bitchancy y una vez que supo donde se encontraba, lanzó un hechizo en forma de véngala que les anunciaba a sus guerreros que su objetivo no se encontraba en la ciudad.
—¡Te dejamos el resto a ti preciosa! ¡la jefa nos llama! —exclamó Durém quien pisó su sombra y la usó como si fuese un transporte y lo llevó a una gran velocidad siguiendo a Beatriz, lo mismo hicieron los otros se reunieron con su comandante y Lía terminó de incinerar a todo el pueblo restante de Alfaro.
El calor después de las intensas llamaradas de Hordreck era insoportable, las piedras se habían pintado de un rojo vivo y el humo se esparcía anunciando la devastación de su gente, para que el fuego no se dispersara, Hordreck agitó sus alas extinguiendo el fuego dejando únicamente la enorme nube de humo.
—¿Se encuentra bien señorita? —le preguntó Galadriel a Lía al verla tan decaída.
—Vayamos a reunirnos con mi madre, dejemos que esta ciudad descanse en paz. —exclamó Lía con seriedad.
Una vez que se reunieron con Beatriz ella les contó lo que estaba sucediendo.
—¡jefa! ¿sabe algo de la bruja? —le preguntó Calipso con seriedad.
—Pongan atención, esa maldita esta intentando jugar con nosotros, los habitantes de esta ciudad solo sirvieron para mostrarnos de lo que su magia es capaz de hacer, es presuntuosa y soberbia, su verdadera ubicación esta a unas tres horas de aquí, pero con lo que acaba de pasar, puede que sea otra de sus trampas.
—¿Esta diciendo que podemos dirigirnos a una ubicación fantasma? —Le preguntó Adonis con el ceño fruncido.
—Si, lo que más me preocupa es que intente acercarse al castillo.
Las palabras de Beatriz hicieron eco en el corazón de Lía y Beatriz añadió.
—Estoy segura de que nos esta distrayendo para invadir el reino y usurpar el trono del rey.
—Lo que podemos hacer es dividirnos y que uno de los grupos vaya en dirección a la supuesta ubicación de Bitchancy y la otra mitad que se dirija al castillo a proteger a los dioses. —propuso Cicero con voz firme.