El amante infernal (libro 2)

Trampa y astucia

 

El mal presentimiento que Beatriz tenia en el corazón era insistente, a pesar de tener a Bitchancy con ella, sabia que algo no estaba bien, los ojos de la bruja de sangre estaban en blanco, aparentaba un estado de shock extremo, pero Beatriz seguía sin creer lo fácil que había sido vencer a la bruja milenaria.

—Este es tu verdadero cuerpo, se que eres real, tu aparente pánico se ve autentico, pero solo te di una muestra de lo que es mi verdadero poder espiritual, aunque ahora mismo te veas completamente vulnerable, estoy segura de que no eres tan estúpida, mantendré mis ojos puestos en ti infeliz, la pregunta aquí es ¿Dónde esta tu maldito familiar?

Beatriz iba camino al castillo, mientras ella avanzaba, Lía, junto a los guerreros de elite, estaban absortos ante la aparente tranquilidad, pues por más que observaban con detenimiento, a las afueras del castillo, no había ningún rastro de amenaza.

—No hay ninguna amenaza de peligro…—externó Calipso incrédula.

—¿Sera que la jefa se quedo sola con el enemigo? — preguntó Adonis sosteniendo fuertemente su hacha.

—¿Por qué nos mandria la jefa de vuelta al castillo en primer lugar? Si no hubiese detectado una amenaza considerable no nos habría dicho nada, algo esta muy raro aquí. —manifestó Durém con seriedad.

—La bruja de sangre es en sí, una caja de sorpresas, su magia le permite manipular la sangre de sus enemigos y disponer de ella a voluntad, no solo puede convertir a sus victimas en títeres, si no que probablemente también haya hecho copias de ella misma para distraer a la generala, seguramente esa fue la razón por la que nos envió de vuelta al castillo, pensando en esa posibilidad. —dijo Cicero mirando a sus compañeros.

—Pero no hay nadie aquí ¿tuvimos suerte no? —exclamó Galadriel con algo de alivio.

—No, algo no encaja, lo único seguro es que el enemigo no ha entrado al castillo, nadie puede entrar por su propio pie, amenos que se le conceda el permiso, la jefa nunca se equivoca, sus ordenes fueron claras y tienen un motivo. —manifestó Calipso frunciendo el ceño.

Lía permanecía en silencio, lo mismo que sus familiares, los cuatro tenían el mismo presentimiento.

—Hay un demonio cerca. —exclamó Lía con gran seriedad.

—¿Qué?

—Princesa…la presencia demoniaca es abrumadora…pareciera que se trata de…. —Lilith no terminó de hablar cuando el pelo de su lomo se erizo, Beel y Emm parecían congelados.

—¿Qué sucede? —preguntaron los guerreros de Elite al verlos a todos conmocionados.

—Esta presencia es…la de un rey infernal. —exclamó Emm con voz temblorosa.

Lía nunca había visto a sus familiares tan asustados, no sabia que pensar al respecto, ella podía sentir aquella extraña presencia, era muy diferente a la de Valeska, esta parecía de otra dimensión, un mundo completamente diferente, como el inframundo.

 Los ojos de los guerreros de elite se abrieron de par en par, pues enseguida ellos también sintieron aquella presencia.

—Prepárense, quien sabe que es lo que se esta aproximando. —exclamó Cicero alerta.

Los guerreros de elite, permanecían a las afueras del castillo, su misión principal era no permitir el acceso a Bitchancy ni a lo que sea que fuera que se estaba acercando, así que todos se prepararon para el ataque.

Mientras esto sucedía, Beatriz podía deslúmbralos a lo lejos, al verlos tan conmocionados, se extrañó he instintivamente volteó hacia atrás a ver a Bitchancy, esta estaba, bien despierta, con una sonrisa relajada y miró fijamente a Beatriz y ante sus ojos la jaula donde la tenia encarcelada comenzó a desestabilizarse. 

—Gracias por el aventón jaja. —Bitchancy se dejo caer de espaldas y al instante una gran explosión envolvió a Beatriz.

—¡Mamá! —gritó Lía al reconocerla.

—¿Qué demonios es esto?

—Nos tendió una trampa.

—¡Maldita perra! —dijo Calipso furiosa.

—¡Lilith ve por mi madre ahora! —Le ordenó Lía a su loba blanca y enseguida esta se fue por Beatriz.

—Todo esto es culpa mía…mierda, la traje a donde quería. —manifestó Beatriz furiosa, mientras la mitad de su rostro se regeneraba, pues por la explosión se había desfigurado.

Lilith recogió a Beatriz en su lomo y esta se subió en ella y la llevaron hasta donde estaban sus subordinados.

—¿Mamá te encuentras bien? —le preguntó Lía preocupada.

—¡Generala!

—¡No se preocupen por mí! ¡esa maldita rata es más astuta de lo que creí! Intenta penetrar el castillo y asesinar a los dioses, pase lo que pase, esa bruja no puede poner un pie en este territorio. —exclamó Beatriz con enojo.

—¿Asesinar a los dioses?

—Quiere usurpar el trono, escúchenme, es más fuerte de lo que pensamos, no se confíen, no duden y asesínenla.

—Pero… ¿Qué hay de la orden del rey?

—Yo asumiré las consecuencias de esta decisión, no importa si morimos aquí, esta hereje a insultado la divinidad de nuestros dioses al considerarse igual que ellos, hagámosle ver el infierno por sus muchos pecados. —manifestó Beatriz decidida.

—Nosotros somos leales a lo que usted nos ordene generala, haremos lo que nos dice. —expresaron sus subordinados emocionados por enfrentarse a la bruja de sangre.

—Mamá, la bruja de sangre esta acompañada de un demonio especial, no es como los que conocemos, este es superior, por favor déjenmelo a mí.

—Es su familiar…esa perra se consiguió al mismísimo rey del…

De pronto, la voz de Bitchancy los interrumpió, de entre el humo ocasionado por la explosión salió Bitchancy triunfante, sonriente, se había burlado de todos.

—¿Por qué las caras largas? Jaja ¿no les da gusto verme? Debo confesarles que me he decepcionado mucho de ustedes, los guerreros de elite de los dioses gemelos, jajaja, son un grupo patético y mediocre, he estado jugando con ustedes todo este tiempo y al fina me trajeron a donde quería, ante mi esta mi futuro imperio, el reino que he estado esperando por años y ustedes me han brindado la oportunidad que necesitaba, les estoy agradecida, aun que no les prometo que su muerte será indolora, a mí me gusta torturar a mis víctimas, no es personal, excepto contigo, bruja negra, estoy segura que tienes más poder dentro de ti, no te contengas ¿de acuerdo? —exclamó Bitchancy con una sonrisa brillante.




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