El amante infernal (libro 2)

El rey del inframundo

 

El cielo y la tierra se estremecían con el impacto de cada ataque que daban Eira y Beatriz, aquel hermoso cuervo era inexpresivo, hasta estas alturas, no tenía ningún rasguño y era de esperarse, después de todo, él era un rey oscuro.

Su cabello negro azulado se ondeaba con el fuerte viento, dejando ver sus brillantes ojos azules, su piel pálida y sus labios color manzana le daban un toque de misterio y divinidad, Beatriz seguía con la incógnita de como un monarca como él había terminado en manos de Bitchancy y se inquietaba con las primeras palabras que el hermoso caballero le había dicho “No recuerdo nada”.

—No parece fatigado, estoy segura de que ni siquiera esta pelando enserio, su marca a brillado, eso significa que Bitchancy lo ha llamado, debe encontrase en apuros, parece que Lía ya comenzó a pelear con ella, ja, esa es mi niña, como deseo que la despelleje de una vez por todas, tengo que evitar que Eira se re encuentre con esa bruja. —se dijo Beatriz a sí misma mientras cerraba los ojos.

—Esto quizás te haga tomarte las cosas más enserio. —Beatriz se inclinó y puso sus manos en el suelo y una runa azul se dibujo debajo de sus pies, la runa era gigantesca con un alcance impresionante.

—Solo hay una manera de retrasar su encuentro y esa es llevando a Eira a mi domino. —pensó Beatriz mientras una ligera sonrisa se le escapa.

Eira solo miraba con tranquilidad lo que Beatriz estaba haciendo, la hermosa Beatriz levantó la mirada clavándola sobre él y le dijo:

—¿No le tienes miedo a los fantasmas cierto?

De pronto, un frio invernal se apoderó de todo, todos los espectadores sacaban humo por la boca de lo helado que era el clima he incrédulos decían:

—¿Va a utilizar su magia maldita?

—¿Sera que podremos ver su dominio de magia?

Todos estaban atentos, no sabían a donde mirar, por un lado, Lía se encontraba enfrentándose a Bitchancy y por otro, la gran bruja negra luchaba contra el rey perdido del inframundo, dejando a todos los vampiros emocionados.

Aquella runa gigante llegó hasta Lía y Beatriz, el dominio mágico de Beatriz se estaba apoderando de todo, lo único que no podía influenciar era el castillo, gracias a la barrera mágica que lo resguardaba.

Eira miró a su alrededor y la gravedad era diferente, más pesada, abrumadora, el aire era dificil de respirar, todo estaba nublado y la niebla estaba como una alfombra manifestando los lamentos de las almas del mundo espiritual.

Beatriz había trasladado a todos en el campo de batalla al mundo de los espíritus, un lugar desolado y melancólico.

—Maldita bruja…nos ha encerrado en su dominio. —se decía Bitchancy a dolorida y añadió. —¿Por qué no viene Eira a mi encuentro? Tendré que sanarme yo sola, usaré todos mis recursos para matar a esa infeliz, no dejaré que me vuelva a poner una mano encima.

De pronto, Bitchancy invocó sus ultimas reservas de sangre para sanarse y así recuperar todas sus fuerzas, como finos hilos se fueron adhiriendo a sus heridas, sanando cada hueso roto, cerrando cada herida y juntando cada vertebra dañada, poco a poco iba recuperando su fuerza.

Lía por su parte se había distraído no solo porque su madre los había transportado al mundo espiritual al que ella dominaba, si no por que pudo ver a Calipso moverse por si sola, poniéndose de pie como un zombi y es que esa era la más grande habilidad que Calipso poseía, el hecho de maldecirse así misma para convertirse en zombi y así sobrevivir a las brutales batallas a las que se enfrentaba, ella era un zombi solo que uno muy especial, ya que no lo parecía y no olía mal.

—¡Calipso! —Lía se alegró de saber que estaba viva, pero su felicidad tendría que posponerla para después, Bitchancy ya se había recuperado por completo y la miraba con un profundo desprecio.

—Me rompiste los huesos maldita, es mi torno de romper los tuyos.

Por otro lado, Eira se sorprendió al ver el lugar donde Beatriz lo había trasladado, por alguna razón la amnesia que tenía se estaba esfumando poco a poco.

—Debes conocer bien este lugar, aunque no es el centro de tus dominios, es el primer plano para llegar al inframundo, el primero de los nueve niveles para llegar al lugar más oscuro y terrible del mundo espiritual, más horrible que el infierno y más desolado que el mundo de los muertos.

—Entonces debes saber que no me afecta en lo absoluto estar aquí. —le dijo Eira mirándola con desdén.

—Ya lo veremos. —le respondió Beatriz confiada y añadió. —déjame decirte que yo conquiste este lugar, los espíritus claman mi nombre como si fuese su salvadora.

—Y también llorarán tu muerte. —le dijo Eira abalanzándose sobre ella.

—¡Espíritus corrompidos por la desesperación sometan a este rey y pídanle justicia! —gritó Beatriz mientras miles de almas en pena llegaban de todos lados rodeando a Eira para después formar un torbellino donde lo atormentarían haciéndole ver sus sufrimientos.

—¡Ayúdanos!

—¡Danos el descanso eterno!

—¡Lévanos al paraíso!

Una vez que los espíritus lo rodearon con violencia, Eira expulsó una sombra negra de su cuerpo, parecía una neblina que terminó ahuyentándolos a todos, una vez que Eira quedó libre, se dispuso a atacar.

 El dominio mágico de Beatriz parecía inútil contra Eira, ella sabía que no lograría mucho encerrándolo ahí, pero quería que de alguna forma sus recuerdos llegaran a su mente, buscaba hacer que el rey perdido recordara su identidad para que pudiese revelarse contra Bitchancy.

—Eira era muy rápido y ágil, sus movimientos eran limpios y perfectos, su defensa era impecable al igual que sus ataques certeros, el cuervo le dio un golpe a Beatriz en el vientre haciéndola vomitar sangre, era extremadamente fuerte.

—Maldita sea…—Beatriz escupió sangre y se puso de cuclillas y añadió. —él me hace más daño que la hechicera…estoy en total desventaja si seguimos peleando cuerpo a cuerpo, su fuerza es descomunal, fue mi culpa por confiarme, el no piensa razonar en lo absoluto, quizás sea incapaz de traicionar a su dueña.




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