El amigo de Emma

Parte uno

Siempre tengo ideas brillantes, la verdad es que tengo mucha imaginación. Ahora, el problema es mi mala suerte. Por eso nadie quería que los ponga en práctica "No hagas eso, Isa" "eso es ilegal, Isa" "La violencia no es la solución, Isa" "No podes ponerle sapos en el auto de tu profesora, Isa" y bla bla bla.

Solo mis amigas me hacen la segunda y me ayudan, son como mi amuleto de buena suerte. Mis planes no fallan si los hacen ellas. Pero no todo me sale mal, mis planes tienen la siguiente secuencia.

El plan sale perfecto. Algo malo me pasa. Y luego hay ciertas consecuencias que son mejores que el plan principal. Por ejemplo cuando tenía cuatro años, estaba en el jardín, era recreo y jugaba con mi amigo cuando vino un niño y nos sacó los juguetes. Era obvio que no se iba a quedar así, para el siguiente recreo ya tenía una venganza. El niño estaba en la calesita jugando solo, entonces sin que se diera cuenta le hice un nudo con sus cordones y con mi amigo Lucas empezamos a girarlo, lo giramos con todas nuestras fuerzas y el pedía que paremos, seguimos hasta que nos cansamos, cuando se quiso bajar estaba mareado y no se dio cuenta de sus cordones. La idea estuvo genial al final se cayó y se rompió dos dientes, fue muy satisfactorio ver como lloraba, pero... Lo malo tenía que pasarme, me expulsaron. A los cuatro años fue mi primera expulsión, me eché toda la culpa y dije que obligué a Lucas a que me ayudara, entonces dejé de verlo, su familia creía que yo era mala influencia. En fin las consecuencia que trajo eso fue que me cambiaron a otro jardin de infantes en el que se encontraban Macarena, Belen y Milagros, ahí fue donde nuestra amistad comenzó.

¿Cómo me metí acá? Es una gran pregunta. La respuesta: Por ayudar a Julián. Pero todo comenzó por una propuesta que les hice a mis amigas "¿Por qué no nos vamos un tiempo hasta que todo se calme?"

Y así fue.

Belén se fue con su familia a no sé que parte de  Brasil.

Milagros se fue a Córdoba pero nos dio todos los datos para poder encontrarla.

Macarena por otro lado desapareció, solo se fue y no dijo a donde.

Yo por mi parte decidí tomar mi mochila y recorrer toda Argentina, comenzando en el sur llegaría hasta Jujuy, pero solo quedó en un sueño. Lamentablemente no me pude ir del sur.

Estuve viajando por unos cuatro meses. Primero fui a Tierra del Fuego, donde esquié en el Cerro Castor, subí al "Tren del fin del mundo" entre tantas cosas, me fui a Santa Cruz después a Chubut. Me quedaba en casas de familias que amablemente me daban hospedaje por un par de noches, juntaba plata guiando a turistas, lavando platos hasta paseando perros. Pero un día llegué a la casa de Carmen, ella fue de las personas mas amables con la que traté en todo mi viaje. Me sentía en deuda con ella y su familia, por eso ayudé a su hijo Julián.

Yo sé que hice una buena acción. Julián sufría mucho y aunque nadie me crea (y ese es el motivo por el cual me encuentro acá) él me lo dijo, él estaba triste y no aguantaba el dolor, pero no podía hacerlo solo, era cobarde y no podía terminar con esto por su propia cuenta. Esa es la razón por la que me pidió ayuda a mi, solo conmigo se sentía con la libertad de hablar. Cuando llegaba a la noche luego de conocer nuevos lugares, mientras todos en la casa dormían, nosotros nos la pasábamos horas hablando sobre los lugares que conocí, él quisiera hacerlo pero no podía y yo me iría en unos días, Julián ya no podría seguir escuchando mis historias, estaría muy triste y no me parecía correcto dejarlo así.

Julián ya estaba cansado, quería descansar tranquilo por lo que decidimos que nuestro plan se ejecutaría al anochecer en cuanto Carmen y su hijo más pequeño, Mateo, se fueran a dormir. Yo me fui al baño y el agua empezó a fluir hasta que la bañera se llenó. Fui por Julián, le escribimos una carta a Carmen explicándole cómo se sentía su hijo y que ya no podía seguir. Luego de que me diera las gracias por todo lo sumergí en el agua. Un minuto y medio ya iba contando, las burbujas de aire seguían saliendo. Justo en ese momento Carmen entró al baño. Su grito me asustó, pero no había terminado todavía con Julián por lo que lo seguí sujetando bajo el agua. Carmen me empujó y sacó a su hijo, que egoísta pensé de inmediato, fue inútil nuestro plan funcionó y Julián estaba en un mejor lugar.

Pude escuchar la voz de Julián que me pedía que huyera y así hice. Salí rápidamente de ahí, escuchando los llantos desgarradores de esa mujer tomé mi mochila que ya estaba preparado y corrí, corrí sin darme cuenta de donde estaba.

Ya habían pasado varios días, pero seguía escuchando la voz de Julián diciéndome que me escondiera. Pero yo tenía hambre por lo que salí de mi escondite. Salí de la tienda comiendo un alfajor, no tenía mucha plata conmigo, estaba caminando tranquilamente cuando una patrulla me detuvo.



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En el texto hay: escapes, fuego, centro de salud mental

Editado: 15.07.2018

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