El amigo de Emma

Parte dos

 

-Cuando llegué a la comisaría en ella se encontraba Carmen. En cuanto me vio me quiso ahorcar sino fuese por los policías. Esa mujer está loca. Ella debería de estar acá, no yo. Dije mi versión de los hechos, me dijeron que estaba loca. No entendí muy bien lo que argumentaron para encerrarme, algo de que yo tenía serios problemas porque Julián no hablaba ¡Él sí hablaba conmigo! Tal vez no tenía nada para hablar con los demás, pero conmigo era distinto. Tiempo después decidieron que no podía ir a la cárcel sino que debía ir a un psiquiátrico.

-Sigo creyendo que los verdaderos locos están afuera. -Estando adentro conocí a un buen compañero. Gastón, él es escurridizo, siempre que viene alguien, desaparece. Él me contó primero su historia, de cómo llegó a este mugroso lugar, de cómo fingió su huida. Gastón se esconde y nadie lo busca, lo que me resulta realmente estúpido, pero funciona. Él no toma las medicaciones que nos dan.

-Odio este lugar, no sé cómo lográs soportar ésto -desde que llegué no paro de quejarme -ya me quiero ir, me aburro.

-Hace años que estoy acá. Conozco los secretos de todos, hasta de los guardias, es entretenido escucharlos mientras piensan que están sólos -Gastón hizo un intento de sonrisa -hasta conozco historias del lugar.

-No creo que sean historias interesantes. -Estábamos en un loquero ¿Qué tan atractivo podría ser eso?

-Un incendio, escapes, muertos ¿Segura que no es interesante?

-Me convenciste con incendio, contá.

Sentados en la cama Gastón comenzó a contar la historia, resulta que hace unos cuantos años uno de los pacientes planeó una fuga. Pensó que iniciando un incendio tendría la oportunidad. Entre todo el caos varios pacientes lograron fugarse aunque solo cinco fueron los que nunca atraparon. Otros no tuvieron la misma suerte, hubo quienes incluyendo guardias, ni siquiera pidieron salir del lugar. Parecía una masacre, salió en periódicos, radios, televisión y fue noticia por mucho tiempo. Al parecer nunca pudieron identificar a muchos de los cuerpos. No muchos vinieron a reconocer los cuerpos siquiera. Lo peor de toda la historia es que el que inició todo no salió, planificó todo pero murió tratando de escapar. Gastón no me dijo como se llamaba pero me contó que mi habitación en su tiempo fue su habitación.

-¿Ésta fue su habitación? ¿Seguro? -Gastón asintió-¡Que genial! Me pregunto que le pudo salir mal.-Me levanté y comencé a caminar por la habitación. Tenía que pensar.

-Por la habitación.-Dijo muy convencido Gastón- Queda lejos de la salida. Si hubiese tenido ayuda, hubiese escapado. Supongo.

Tenía razón, si lo pensaba bien podría escapar, pero necesitaría más ayuda y no sabría con quien mas contar. En ese momento la puerta de la habitación se abrió y un guardia entró. Iba a descubrir a Gastón, pero cuando me giré para verlo no estaba.

-Sabía que eras vos, tenías que ser vos. Isabella Martínez.

El guardia que estaba frente a mi era joven. Su mirada se me hacía muy familiar, ya estuve frente a esos ojos. Aunque no podía recordar. En todo el trayecto antes de llegar al centro penitenciario de salud mental, conocí a demasiada gente. Recordaba sus caras, algunas más que otras. Pero el joven que tenía en frente de mí no era el dueño de ninguna ¿Entonces quién era el dueño de esos ojos tan familiares para mi?

Al parecer se dio cuenta de que no lo reconocí. En su rostro ya no estaba la sonrisa con la que entró a la habitación, la efusividad desapareció y su mirada ya no tenía ese brillo. Ver la tristeza en sus ojos me hizo volver al pasado, a unos años donde dos pequeños eran castigados por su señorita en el jardín de infantes.

-¿Lucas?-Evidentemente si era Lucas el joven que tenía al frente de mi.

-Pensé que no te acordarías de mí -ahora mi amigo de la infancia, físicamente, es más grande que yo. Y su abrazo me asfixia -tenías que ser vos, era mucha coincidencia.

-¿Cómo me encontraste?

-Pura casualidad, leí tu nombre pero primero tenía que asegurarme de que eras vos.

-Estoy muy emocionada, después de tantos años encontrarte en éste lugar. -Ahora que estaba Lucas podría salir, el me va a ayudar, estoy segura.

-Hace un año que trabajo acá, me estaba encargando de los nuevos ingresos cuando un expediente me resultó familiar.

-Pero supongo que debe de haber cientos de chicas que se llamen Isabella Martínez ¿Cómo sabías que era yo?

-Por la información. No sabía tu fecha de nacimiento pero el año debía de coincidir con el mío; estás relacionada, junto con otras tres chicas, en el incendio de una escuela, y si mal no recuerdo, tenías tendencias piromaniacas… querías prender fuego el auto de la señorita porque no te dejaba jugar con un auto.



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En el texto hay: escapes, fuego, centro de salud mental

Editado: 15.07.2018

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