El Amor a veces Duele

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Habían pasado unos días desde que habíamos llegado a esa ciudad y un solo pensamiento cruzaba por mi mente pero no era capaz de ponerlo en palabras.

Desde que había llegado solo me había limitado a ponerme al día con los trabajos y a ignorar lo que realmente estaba pasando.

Aunque por más que lo intentara ignorar sabía que no desaparecería e iba a ser peor todavía. Fue en un abrir y cerrar de ojos que me encontraba sentada en uno de los pasillos de aquella clínica.

El interés por arreglar mi móvil había desaparecido y mis instintos de querer huir estaban alertas, incluso había cambiado mis correos y no había vuelto a abrir mis redes sociales.

Estaba anónima y exenta de toda mi vida de días, semanas y años atrás.

¿De qué huyes Astrid?

—Astrid Bailey —al oír mi nombre sentí mi corazon empezó a latir con rapidez.

Mire a la doctora que se encontraba a un lado de la puerta y ella me miraba sonriente.

Solo intente disimular mi sonrisa pero el miedo era aun mayor, tome asiento en una de las sillas que estaba en frente del escritorio y junte mis manos sobre mi regazo.

—Bueno Astrid veo que tu motivo de consulta es por un atraso de tu regla —al oír eso mis manos otra vez se pusieron sudorosas— ¿Has tenido relaciones en los últimos meses?

Asentí con mi cabeza tratando de disimular los nervios.

—Recuéstate en la camilla —hablo ella señalando hacia la cama donde a un lado estaba el aparato para hacer ecografías.

—¿Te estuviste cuidando? —pregunto la mujer mientras encendía el aparato.

—Dejé las pastillas hace un mes porque me hacían mal al estómago —respondí mientras levantaba un poco mi remera.

—Quizás sea eso a veces suele pasar —ella volvió a sonreírme— así que tranquila.

Por un momento sentí un poco de alivio y relaje mis hombros, estaba siendo demasiado pesimista y siempre pensaba en lo peor.

<<Seguro que es por las pastillas>>

Solté el aire mientras ella aplicaba el gel que estaba frio y solo hizo erizar los vellos de mis brazos.

—¿Cuántos años dijiste que tenías? —dijo ella apoyando el pequeño aparato sobre mi vientre mientras me observa con una sonrisa.

—Hace poco cumplí los diecinueve —dije tragando saliva apretando mis puños que estaban a cada lado de mi cuerpo.

—Eres joven… —ella hizo una mueca y fue donde la maquina empezó a emitir un sonido— mmm muy bien… mira aquí están…

Fue en ese momento que cerré mis ojos con fuerza tratando de imaginarme que había un quiste. Fueron unos segundos hasta que abrí mis ojos llevando la mirada a la pantalla.

—¿Ves esas dos bolsitas? —ella señalo a los dos pequeños círculos que había en la pantalla— aproximadamente de diez semanas.

Al oír eso empecé a escuchar el pitido en uno de mis oídos, volví a mirarla esperando que algo mas saliera de su boca.

—Dos hermosas sorpresas —volvió a afirmar ella.

Mi esperanza seguía allí intacta esperando que dijera que estaba bromeando.

<<No es una broma>>

—¿Do-dos? —dije parpadeando varias veces como si no hubiese escuchado que había hablado en plural.

—Si son dos embriones están en diferentes bolsitas eso indica que son mellizos —en ese mismo momento que ella lo dijo sentí como si un balde de agua fría caía sobre mí.

En el centro de mi pecho sentí esa puntada y acompañada de la opresión. Mis ojos se dirigieron al techo de aquel consultorio, esos paneles de luz blanca alumbraban sobre nosotras.

Y las lagrimas no tardaron en hacerse presente, solo podía llorar y llorar.

—Se que esto es muy fuerte y además eres joven —la doctora hablo después de unos largos segundos de dejarme llorar— quiero decirte que estamos en un país donde puedes decidir que hacer, lo que si es que tienes hasta la semana 12 después de eso es mas riesgoso y considerando que son dos embriones.

Otra vez su voz se hacia lejana limpie el gel que había quedado sobre mi abdomen.

—Mientras tanto te daré algo para que no te debilites y debes alimentarte —ella se dirigió a su escritorio y empezó a escribir en un papel.

Solo la observe por unos segundos, su bata blanca y mi mirada llego a la foto que había sobre el escritorio. Era una foto de graduación, eso que muchas veces imagine cuando entre a la universidad.

Rápidamente tomé el papel entre mis manos y asentí a lo que ella decía, pero no había escuchado nada porque mi mente estaba en otro sitio.

Sali del sitio sintiendo mi paso cada vez mas pesado, camine unas cuadras hasta llegar al parque de Doustown que estaba repleto de arboles tanto que ocupaba varias manzanas.

Caminaba observando cada detalle de la naturaleza y me dirigí hacia la parte que mas me gustaba del parque que era un camino que estaba repleto de arbustos con flores de distintos colores.

Camine hasta llegar a un banco que estaba al lado de un árbol, a pocos metros se encontraba el arenero que era un lugar para niños.

Eran niños pequeños que corrían de un lado a otro, mientras sus mamas los observaban a unos pocos metros.

Y fue en ese momento que sentí la soledad hacerse presente. ¿A quién iba a llamar? Si después de una semana nadie sabia de mi paradero y mucho menos habían intentado contactarme.

¿Qué iba a hacer? Y fue esa pregunta que me llevo a Brick.

Flashback.

Mire a Brick que estaba recostado sobre mi, el me miraba con sus ojos color grisáceos mientras depositaba besos en mi abdomen. Ese gesto que solo me hizo producir cosquillas.

Y fue cuando ese pensamiento surgió en mi cabeza.

¿Cómo sería Brick en papel de padre?

—¿Quieres tener hijos? —la pregunta salió de mi boca por impulso.

El levanto su cabeza para luego borrar la sonrisa que tenia en el rostro. Aquella pregunta no había sido de su agrado.




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