El Amor a veces Duele

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Mi mirada temerosa llego a la persona que tenía al lado.

—¿A dónde vas? Aun nos quedan tres horas —dijo la pelirrubia que se le notaba el cansancio en el rostro.

Mi teléfono no dejaba de vibrar y eso aumentaba mi preocupación.

—Clara yo… —mi voz salía entrecortada— mi hija me necesita debo irme.

Ella se quedó observándome por unos segundos sorprendida por lo que acababa de decirle.

—No le digas a nadie de esto por favor —dije sintiendo que en cualquier momento las lágrimas iban a salir.

—Tranquila As —ella tomo mi mano que estaba temblorosa y luego me envolvió entre sus brazos— puedes confiar en mi. Ve yo te cubriré.

Sentí una minúscula sensación de alivio ante el gesto de su parte, un abrazo que no me lo esperaba ni mucho menos que iba a confesarle mi secreto.

Sin pensarlo más tomé el primer taxi que encontré y me dirigí hacia casa.

A penas cruce la puerta de mi hogar me percate del llanto de mi hija que provenía de la cocina. Solté todo lo que llevaba encima y un pequeño niño apareció para correr hacia mi y abrazarme.

—Mami, Livy no deja de llorar —dijo Owen que hacia una mueca de tristeza.

Mi mirada llego a mama que se encontraba con su bata de color bordo una mano en su rostro y otra sosteniendo una de las manos de mi hija.

—Lo siento hija no sabia como calmarla —dijo mama que su rostro lucia cansado— tampoco encontré ese peluche con forma de león.

Me acerque a Olivia que al verme ceso un poco el llanto, la observe rápidamente tratando de buscar algo que me dijera que algo le estaba ocurriendo pero no había nada a simple vista.

Livy extendió sus brazos hacia mi y yo la levante abrazándola como un pequeño osito.

—Ve a descansar mamá —dije mientras pasaba una de mis manos por la espalda de mi niña.

Con mi hija en brazos camine hacia la puerta que daba hacia el patio. Al salir el aire fresco de la noche choco contra mi rostro, a un lado estaba la lavandería busque una manta y envolví a mi pequeña.

—Mami ¡Mira las estrellas! —mire a Owen que había salido con nosotras y miraba fascinado el cielo nocturno.

Me acerque hacia el banco de madera que había en el patio y tome asiento.

—Owy ven hijo —abrí un poco la manta para envolvernos a los tres.

Ya no sentía más presión solo era ese silencio, esa tranquilidad que me generaba la noche.

—¿Vas a contarme por que estabas llorando? —dije bajando la cabeza a mi hija que me miraba con sus ojitos brillos.

—Tuve un sueño feo mami… y no sé dónde está Lulo —dijo mi hija haciendo referencia al pequeño osito que le había regalado Chase.

Ya no había llanto y solo había quedado ese sollozo de su parte.

—Te extrañe mami —Owy se puso de pie sobre el banco para abrazarme— no te vayas otra vez.

Aquella frase solo despertó esa angustia en mí. ¿Cómo iba a poder con todo? Algo estaba haciendo mal y lo sabía porque lo veía en las actitudes de mis hijos.

—No te preocupes por Lulo mi amor, conseguiremos otro ya veras —dije mirando con una sonrisa a mi hija que seguía acurrucada en mi pecho.

—Mami ¿sabías que a Isabela su papa le regalo un gran osito de peluche? —hablo mi hijo que se lo veía con bastantes energías.

—Mami, ¿cuándo conoceremos a nuestro papa? —otra vez esa pregunta.

No había aun una respuesta y era algo que me causaba más pesar. Solo me recordé minutos atrás como Brick había reaccionado y su extraño desagrado a los niños.

—Intentare hacer lo posible para que lo conozcan se los prometo —dije fingiendo una sonrisa.

Un pequeño destello vi en esos dos pares de ojos que me observaban expectantes.

Eran tantas las preguntas que tenía y como también los problemas que cada vez parecían tomar mas relevancia aquellos pequeños detalles.

¿Cómo iba a decirle a Brick?

Me recosté en la cama junto a mis dos pequeños dejándome llevar por el cansancio.

Brick se encontraba de espaldas mire a mi alrededor y no podía divisar donde nos encontrábamos.

—¿Brick? —dije acercándome mas a el para tocar su hombro.

—¿Por qué me lo ocultaste Astrid? ¡Me mentiste! ¡Me engañaste en la cara! —exclamo el de repente mirándome con enojo.

—Yo… no sabía como decírtelo —el nudo en mi garganta a penas me permitía pronunciar palabra— lo siento Brick… yo aun te sigo queriendo.

—¡Deja de mentirme! ¡No quiero a esos niños! ¡No los quiero! ¿Oíste? —era la primera vez que veía a Brick tan enojado— ¡Jamás voy a quererlos! ¡Porque son parte de tu mentira!

—¡Pero ellos son unos niños Brick! ¡Son mis bebes! ¡Son tus hijos! —Brick se dio la vuelta alejándose mas y mas de mi— ¡Espera!

Mis piernas se debilitaron y caí de rodillas al suelo, solo podía llorar y llorar.

—Tienen tus ojos…

Abrí mis ojos de repente dando una bocanada de aire, miré a mis lados y mis mellizos se encontraban tranquilamente durmiendo.

Los rayos de sol entraban por la ventana chocando justo con mi rostro.

Lleve una de mis manos hacia mi rostro percatándome de las lágrimas que lo habían empapado.

<<Maldita pesadilla>>

Me senté en mi lugar y mis ojos llegaron a mis hijos. Los cabellos dorados resaltaban del rostro de mi hijo, su pequeña nariz y su cachetitos.

Nunca había sentido un amor tan grande como el que tenía por ellos.

¿Cómo Brick no iba a querer a esas hermosuras?

Negue con mi cabeza para alejar todo tipo de pensamiento que involucrara a Brick.

—Mami…—dijo Olivia abriendo sus ojitos para luego sonreír.

—Mi princesa buenos días algo tarde —dije para depositar un beso sobre su mejilla— ¿Dormiste bien?

Mi linda hija sonrío mostrando sus pequeños dientitos, era esa imagen que no quería que desapareciera de mi mente.




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