El Amor a veces Duele

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Mi mirada estaba sobre aquel ventanal, el cielo que antes estaba de un hermoso color celeste se cubrió de unas grandes nubes grises.

<< El clima expresa mi sentir >>

Así era como esos últimos días me estaba sintiendo con una nube flotando sobre mi cabeza que hacía estruendo y que en cualquier momento el agua caería sobre mi.

Desde el suceso con Owen intentaba pasar el menos tiempo posible alejada de ellos.

—¡Mamá! —escuche el pequeño grito de mi hija— ¡Mira lo que hicimos! ¡Para ti mami!

Mi linda hija levanto su brazo mostrándome la pequeña manualidad. Mi hijo se paró a su lado repitiendo el gesto de su hermana.

Tome los dos amuletos que tenían forma de estrella y estaban pintados de diferentes colores.

El de color morado era el de mi hija y el otro azul el de mi hijo, tenían algunas imperfecciones pero estaban preciosos para mí.

—Hola mucho gusto —saludaron.

Gire mi cabeza observando a la pareja que estaba de pie a un lado junto a una pequeña niña de cabellos castaños.

—¡Mami! ¡Ella es Isa! —exclamo mi niña contenta.

—Un placer conocerlos —dije disimulando una sonrisa— soy Astrid.

—Nosotros somos Ferda y Joshua —se presenta la mujer que parecía de unos treinta años— nos gustaría invitar a tus hijos a nuestra casa para que puedan jugar.

Era la primera vez que interactuaba con papas de las amistades de mis pequeños. Eso me recordó a una de las tantas charlas que había tenido con mama.

—Él es mi papi —dijo la niña que estaba tomando la mano del hombre.

El hombre era de una gran altura y tenía algo de barba, mis hijos miraban atentos al hombre que levanto a su hija entre sus brazos.

—Vamos princesa —el tal Joshua deposito un beso sobre su mejilla.

—Estamos en contacto —se despidió la mama de Isabela.

Mis hijos y yo los vimos alejarse, solo de mirar a mis hijos sentí esa extraña sensación hacerse presente en mi pecho.

Caminamos los tres hasta el parque que se encontraba a una calle de mi trabajo.

—Mami ¿Cuánto más tenemos que esperar? —pregunto Livy que lucía algo cabizbaja.

Cerca del estanque de los patos divise a la joven con su cabeza repleta de rizos al lado de un muchacho.

—¡Tía Becca! —exclamo Owen corriendo hacia Becca.

Me incline para quedar a la altura de Olivia que seguía con su mirada triste.

—¿Cuándo vamos a conocer a nuestro papá? —al oír eso sentí como el nudo apareció en mi garganta.

Levante la cabeza encontrándome con Becca y Nevan que habían escuchado a Livy.

Mi prima reacciono más rápido y extendió una de sus manos hacia mi hija.

—¡vamos al tobogán! —propuso ella a lo que Olivia asintió con su cabeza.

Los tres se dirigieron hacia donde estaban los juegos dejándome junto a Nevan, que no tenía esa sonrisa y mantenía una mirada seria.

—¿Cuándo piensas decirle la verdad a mi hermano?

Su pregunta no era de mi sorpresa ya que sabía que en cualquier momento el preguntaría algo.

—Tengo que encontrar el momento —respondí nerviosa cruzándome de brazos.

—Desde hace casi dos meses que estas aquí ¿Y aún no encontraste el momento? —Nevan se giró hacia mi— ¡Mi hermano no tiene idea de que uno de sus hijos casi muere!

La puntada en el centro de mi pecho se hizo presente al oír las palabras de Nevan.

—Lo siento Nevan esto es difícil para mí —dije apartando la mirada de él.

—Si no hablas yo le diré la verdad —mi corazón se detuvo— él debe saberlo Astrid.

Mi corazón otra vez volvía a latir con apuro acompañado de los nervios y el miedo que volvía a tomar forma.

—Becca me importa más de lo que tú te imaginas —el miro hacia donde estaba ella— pero esto se trata de mis sobrinos y mi hermano.

La presión se hacía cada vez más intensa mientras más pensamientos aparecían en mi cabeza.

Mi reloj de mano empezó a hacer un sonido tenía que irme al trabajo. Mire hacia donde estaban mis pequeños que jugaban y reían junto a Bec.

<< No puedo dejar pasar más tiempo >>

La nube oscura se posaba sobre mi cabeza había truenos y rayos sentía como esa tormenta en cualquier momento iba a desatarse.

—¿Está todo bien? —preguntó Becca acercándose hacia nosotros.

Asentí con mi cabeza y miré hacia mis hijos que jugaban felices.

—¡Adiós mis amores! —exclame.

Mis dos niños hermosos se volvieron a mi para abrazarme, quería tenerlos allí entre mis brazos volver a casa y no salir otra vez.

—Nos vemos más tarde pórtense bien —deposite un beso en cada una de sus cabezas— en sus mochilas están sus almuerzos.

Mire a Becca que asintió con su cabeza y luego a Nevan que su rostro lucia más relajado.

Podía percibir aún esa tensión de su parte pero algo de tranquilidad sentía al saber que él no diría nada hasta el momento solo por el cariño que le tenía a Becca.

Al llegar al trabajo lo único que seguía presente en mi cabeza era la situación que debía resolver cuanto antes.

<< Miedo y culpa >>

¿Cómo iba a decirle? ¿Por dónde iba a empezar? ¿Cómo iba a reaccionar Brick?

Todas esas preguntas me causaban un profundo malestar que acompañaba con la ansiedad que cada vez invadía más mi vida.

—Dos matcha frapuccino —dijo Trevor entregándome un papel— y un latte macciatto.

Asentí con mi cabeza para luego preparar la orden, mientras lo hacía recordé que había quedado con Brick luego del trabajo.

Al pensar en el solo me recordó las palabras de Nevan provocando que otra vez sintiera ese nerviosismo.

Mi respiración empezó a hacerse más rápida y poco a poco el aire empezaba a faltarme. Agarre el jarrón con leche que ya estaba caliente intentando concentrarme en mi tarea pero la desesperación crecía más.

—¡Mierda! —exclame tirando el jarrón y el vaso.

La leche caliente se vertió por toda mi mano a los segundos Trevor apareció a mi lado, no entendía lo que decía solo pensaba en que no podía cometer errores porque iban a echarme.




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