El Amor a veces Duele

- 40 -

Solté un suspiro sintiendo una extraña sensación esparcirse en todo mi pecho.

Era tristeza mezclada con culpa como siempre.

Tome asiento a un lado de la señora Magda las dos con la mirada hacia afuera, los rayos de sol y la copa de los árboles que apenas se movían.

El cielo estaba completamente despejado.

De repente mi móvil empezó a vibrar, pero ni siquiera lo atendí porque me sentía sumergida en ese momento.

—Astrid esto no quiero que lo sepa mi familia —ella llevo una mano a su pecho y me miro con una débil sonrisa.

Solo pensar que había algo más que ocultarle a Brick no me agradaba para nada, pero sabía que eso era su decisión.

—Tenemos que iniciar con el tratamiento cuanto antes aún hay tiempo —dije sintiendo un poco de esperanza apoyando una de mis manos sobre la suya.

Pero ver aquellos ojos brillosos que intentaba disimular que todo estaba bien cuando no lo era, solo me hicieron sentir más angustia.

Me acerqué más a ella y la abracé sin pensarlo demasiado.

—Todo estará bien Magda, lo solucionaremos pase lo que pase.

—Eres un ángel mi querida Astrid —ella se alejó un poco para tomar mis manos— me alegro de que mi nieto haya enmendado sus errores…

Las dos nos quedamos observándonos por un largo momento, no quería llorar pero sabia que en cualquier momento lo haría.

Otra vez mi móvil sonaba y sonaba, hasta que recordé que Becca cuidaba de mis hijos.

Tome mi bolso entre mis manos buscando mi teléfono, hasta que unas risitas provenientes del patio llamaron mi atención.

—¿Vinieron mis nietos? —dijo Magda poniéndose de pie para acercarse al balcón.

Pero fueron esas vocecitas que reconocería en cualquier lugar que me hizo pararme.

—¿Y esos pequeños? —pregunto la que era abuela de los niños que estaban allí.

—¿Ese es Brick? —dije sintiendo como mi corazón empezaba a paralizarse.

Parpadee varias veces intentando procesar aquello que mi mente estaba viendo. Brick corriendo detrás de un balón y mis hijos corriendo detrás de el.

<< Brick está jugando con mis hijos >>

—Esto es increíble es la primera vez que lo veo interactuar con niños —hablo la abuela Magda también lucia sorprendida— después de que su padre se fue cuando era un niño, mi nieto desarrollo un extraño desagrado hacia los niños y por ser padre…

Mire a la abuela Magda procesando lo que acababa de decirme. Otra vez mi corazon empezaba a tomar velocidad.

—Aunque yo siempre le dije un hombre enamorado siempre cambia de opinión.

Mi corazon parecía que iba a salirse de mi pecho volví a mirar hacia donde estaba Brick con mis mellizos, el estaba con una sonrisa y mis hijos también.

Era definitivamente un sueño o eso quería pensar.

¿Qué debía hacer? ¿Ir y decirle? ¿Y si esa era mi oportunidad?

Me volví hacia el sofá y tomé mi bolso, era el momento quizás.

—Debo irme señora Magda —dije intentando disimular mi ansiedad.

—¿Cómo es la vida no? —dijo ella mirándome directamente a los ojos— a veces nos confundimos pero siempre habrá una segunda oportunidad para hacer las cosas bien.

No sabía si reír o llorar pero iba a tomar las palabras de la señora Magda como una señal.

Asentí con mi cabeza para luego salir de allí. A penas bajé las escaleras vi a Becca de pie observando con una sonrisa hacia el patio.

La tome del brazo para arrastrarla hasta la cocina.

—¿Qué hacen mis hijos aquí? —musite mirando seriamente a mi prima.

—Te estuve llamando no sabía que estabas aquí —respondió ella frunciendo el ceño— además no iba a dejarlos en el auto encerrados.

—Encontré la cámara. ¿Astrid que haces aquí? —Nevan me miro confundido.

Lo miré a él y luego a Becca, volví la mirada hacia la puerta que daba al patio. Brick se acercó junto a mis hijos y rápidamente volví a meterme en la cocina.

Les hice una seña a los dos jóvenes que lucían confundidos.

¿Acaso era la única que estaba por entrar en pánico?

<< Tu eres la que miente >>

—Bueno peques ¿Se divirtieron? —hablo Becca manteniendo su tranquilidad.

Mis hijos emocionados exclamaron emocionados un largo “¡Sii!”

—¿Desde cuándo a ti te agradan los niños? —pregunto Nevan obviamente su pregunta dirigida a Brick.

Hubo un largo silencio mi curiosidad aumentaba así que me asome un poco para poder mirar mejor. Brick estaba de brazos cruzados y miraba a mis hijos como si los analizara.

—Ellos me agradan son muy entendidos y hablan correctamente —respondió Brick volviendo su mirada a Nevan— yo igual debo irme. Adiós niños.

—¡Adiós señor Brick! —exclamaron mis mellizos.

Volví a esconderme detrás de la isla de la cocina y fue cuando entré en pánico otra vez al ver que Brick había detenido su paso.

—¡Oh, hijo, no sabía que vendrías! —aquella aguda voz era de la señora Monice.

—Si quería ver a la abuela pero estaba con visitas —respondió el con un tono serio— nos vemos luego Monice.

Dicho eso escuche sus pasos otra vez alejarse. Mientras tanto seguía escondida detrás de la isla porque aún escuchaba la vocecita de mis hijos y sabía que si ellos me veían no iban a contenerse en decirme mamá.

—Buenos días, hijo, hola querida Becca —la voz de Monice retumbaba en aquella silenciosa sala.

Hasta que ella hizo una pausa.

—¿Ese niño? —hablo ella con un tono de desconcierto.

—Estoy trabajando de niñera —respondió mi prima.

—Ella es nuestra tía Becca —hablo mi hija.

—Si eso… bueno nosotros ya nos vamos —respondió Becca disimulando otra vez.

Ella paso por la cocina hasta la puerta que daba al garaje. Me puse otra vez de pie para poder seguirla pero el comentario de Monice me detuvo.

—Ese pequeño me recordó mucho a Brick cuando era un niño.

Sentí esa puntada hacerse más intensa pero solo avance hasta llegar al garaje.

Entre a la Jeep y los dos pequeños se abalanzaron sobre mi envolviéndome con sus pequeños bracitos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.