Maldito el que haya inventado toda esta mierda del amor.
También maldito el que haya inventado toda la mierda de estudios.
Menuda mierda.
Llevaba treinta minutos tardes para llegar a la clase de geografía con el profesor Gregory, el viejo me mataría y me dejaría barrer todo su puto salón.
Y el viernes trece me estaba dando una patada en los huevos.
Camino a paso lento mientras me mentalizo para la regañina que me dara, estaba empezando mal el ciclo escolar.
Llego al salón número 545, mientras una compañera jadea en la puerta, toco la puerta y la panza del profesor es lo primero que veo.
— Llegando tarde como siempre, Gil — me reprocha.
— Tengo una reputación que cuidar — le guiño un ojo. Él rueda los ojos y se concentra en mi compañera que trata de recuperar el aire.
— Y usted señorita, Sanz, es un milagro verla llegar tarde.
— Si, perdón mi alarma no sonó — titubea.
— Entren.
Oh santa virgen de la mierda, ¿en qué me estaba metiendo?
Estaba en la boca de todos, mi nombre y desgraciadamente también el de Alicia era el nuevo cotilleo de todos. Menuda mierda.
Mierda y más mierda.
Y yo como amaba estar en la boca de todos.
Alicia y yo habíamos mantenido una relación de cinco meses, cinco meses desperdiciados de mi vida. Para toda la escuela éramos la mejor pareja, que éramos el uno para el otro y quien sabe que otras mierdas más.
Habíamos terminado porque me estaba siendo infiel con Oliver, mientras yo trataba de alejar toda la puta escena que vi, ella había inventado una y millones de mentiras para hacerme ver el malo del cuento.
Menuda mierda.
Los minutos pasan, Gregory sigue hablando y hablando, acerca de la maldita geografía de España. ¿Y a mí que carajos me importa? Yo solo quería ir a mi casa y escuchar música mientras esperaba que mis padres llegaran del trabajo para cenar.
Pau y Hugo se acercan a mí, con una sonrisa malévola, la clase ya había terminado y todos empezaban a salir como borregos.
— Estas en las bocas de todos — habla Hugo.
— No tienes que decirme lo obvio, idiota — le reprocho.
— No viene con bueno genio — susurra Pau.
— Es viernes trece — se burla Hugo.
— Y todos tenemos mala suerte este día — concluye Pau.
— Que buenos amigos son— me pongo de pie mientras me coloco la mochila en el hombro derecho.
— Lo sabemos, no tienes que decir lo obvio— Pau suelta una carcajada.
— ¿Con quién harás pareja, Alexander? — cuestiona Hugo, mientras se coloca a lado mío. Frunzo mi ceño, ¿de qué mierda habla? —, no pusiste atención ¿cierto?
— Gregory quiere un informe acerca de los paisajes más hermosos del continente Europeo, no importa el país, pero quiere un reporte, debes hacer equipo con alguna chica, las parejas son mixtas — explica Pau mientras saca su libreta de su mochila y me la ofrece— necesitaras los apuntes, quiere fotos, comprobantes de que realmente hemos conocido el lugar.
— Esto es una mierda — guardo la libreta en la mochila — no hablo con ninguna persona en el puto mundo, solo con ustedes, pero dudo que sean personas.
— ¡Oye! — se quejan.
— A la mierda, lo hare solo.
— ¿Podrías dejar de decir mierda a cada rato? — Pau se irrita.
— Nell — le enseño el dedo de en medio.
Él se hace el indignado mientras se lleva una mano a la boca, pero no le hago caso.
Caminamos a la cafetería mientras me coloco la capucha de mi sudadera en la cabeza, quiero pasar desapercibido en lugares públicos. Pau ordena por mí, mientras yo busco una mesa para los tres; observo a Alicia desde lejos, esta con Oliver.
Camino hacia la mesa más alejada, nadie me nota, mientras todos comen y hablan entre ellos.
Pero todo mi puto escape se va a la mierda cuando la misma compañera de la mañana choca conmigo, ensuciándome con su comida, haciendo que ella caiga de culo y toda la escuela empieza a murmurar entre ellos.
Respiro hondo.
Le ofrezco mi mano a la chica.
— ¿Estás bien? — ella acepta mi mano y la pongo de pie.
— Si, si — titubea, se sonroja cuando observa mi sudadera sucia— cuanto lo siento, no he tenido un muy buen día, si me la das mañana te la traeré limpia.
Mañana es sábado.
Ni loco le daría mi sudadera.
— No, está bien, yo la lavo— le sonrío. Me estaba llenando de mucha paciencia.
— Cuanta pena, es mi primer día.
— No me interesa.
— ¡Alexander!— me regaña Pau detrás de mí —la chica trata de ser amable— le extiende la mano cuando llega a nuestro lado — me llamo Pau, él es Alexander y el otro idiota que ves allá, se llama Hugo — nos presenta.
— Me llamo Sofía.
— Bonito nombre, eh. ¿Te gustaría comer con nosotros? Eres nueva, dudo que tengas con quien comer.
— No — respondo de manera tajante. Pau me advierte con la mirada, mientras yo me encojo de hombros.
— Ignóralo, sí.
— Yo...yo no sé — balbucea mientras observa detrás de mí, sigo su mirada y me doy cuenta de que observa a Alicia.
— ¿Eres Sanz, cierto? ¿o me equivoco?— asiente — vámonos, Pau, su hermana es Alicia— le doy un golpe a mi amigo.
— Comeré con ustedes— habla cuando damos dos pasos.
— Dudo mucho que tu hermana...
— Bien, adelante — Hugo llega detrás de la chica— me llamo Hugo, aquí tienes tu comida — le ofrece una bandeja con comida.
Menuda mierda.
Mierda de viernes trece.
La chica habla de su viaje por Estados — es de allá— de las amistades que llegó a tener, de su hermana, de su noviazgo con Oliver y muchas más cosas, las cuales no me interesan.
Arrugo la nariz cuando el olor a comida inunda mis fosas nasales. Es la chica que tengo delante de mí.
— Creo que deberías ir a cambiarte la playera — sugiero mientras me tapo la nariz.
— Si yo creo que si— observa su playera con asco.