¿ El Amor Apesta?

03 | Por qué, así como todo sube, baja, todo lo que fue, vuelve.

Alexander Gil.

Noa siempre había sido la hija favorita de mis padres, aunque fuera la melliza de Izan, siempre había sido la hija del ejemplo, la hija que se quedaba a cargo de sus hermanos, la hija con buenas calificaciones, la hija de papá, la hija de mamá, la favorita de todos...

Noa en pocas palabras era perfecta.

Todos me comparaban o insistían para que fuera mejor que ella, pero yo nunca seria como ella, yo era muy diferente a ella.

Al igual que Izan, yo era la oveja negra de la familia.

Por eso había preferido que se mudara a Suecia y me dejaran respirar un poco en España, que me hostigaran con ella, pero como siempre, la extrañaba, porque a pesar de todo ella sabía la mayoría de mis cosas, ella me escuchaba.

Izan a lado mío se encontraba moviendo sus piernas con desespero, estaba nervioso mientras que yo me encontraba de lo más tranquilo, a lado mío se encontraba Sofía, se supone que iríamos a algún lugar antes de venir, pero, afortunadamente, las cosas habían cambiado.

En los altavoces del aeropuerto se confirmó la llegada del avión de Noa.

¡Por fin!

Izan se puso rápidamente de pie, mientras que yo esperaba a una distancia prudente con Sofía a mi lado. Su cabello rubio como el de mi madre destacó entre toda la multitud, Izan corrió hacia ella atrapándola entre sus brazos y estrechándola, ella gustosa lo abrazó.

Intercambiaron unas cuantas palabras mientras caminaban hacia mí.

— ¡Alexander! — Noa extendió sus brazos para que la abrazara y así fue —, ya estás muy grande — nos sacudía de un lado a otro.

— Oye, no tenemos que hacer el ridículo en medio del aeropuerto — me alejo, mientras rodeaba los ojos y fijándose en Sofía —, ella es Sofía Sanz, hermana de Alicia.

— La conozco— le sonríe —¿Cómo has estado? La última vez que te vi, tenías trece años.

— Muy bien, Noa, espero y el vuelo no fuera tan pesado — le contestó.

¿Qué mierda?

Sin embargo, sin entender nada, no proteste ni dije nada, más tarde le podría preguntar a Noa estando solos.

Izan condujo hacia la casa, mientras que Noa y Sofía iban hablando, no puse mucha atención, prefería escuchar música.

Detallaba a mi hermana, los ojos azules, su cabello rubio y la gran sonrisa que siempre tenía eran como cosas que siempre me llenaban de confianza, era la única de la familia que le contaba de mis cosas, aunque también se las contaba a Izan, pero él era un poco cotilla con mamá.

De pequeño siempre quise ser como ella, igual de estudiosa y ser el orgullo de mis padres, porque, aunque no lo quisiera admitir, siempre he querido saber que se siente ser el ejemplo de alguien. Porque Noa era mi ejemplo, Izan también, pero para no ser tan estúpido como él.

Paramos en la casa de Sofía, la cual se despide de todos he indicándome que nos viéramos más tarde para continuar con el trabajo de geografía.

Bufo.

Sin tantos rodeos le pregunto a Noa:

— ¿Desde cuándo la conoces? — ella suelta una sonrisa al igual que Izan, entrecerré mis ojos. No entendía ni una mierda — ¿Qué es tan gracioso?

— Me queda claro que nunca te das cuentas en los detalles — habla Izan mientras estacionaba el auto en la cochera.

— Sofía Sanz, vive en España desde los once años, Alexander, fue nuestra vecina hasta los catorce— explica Noa.

— ¿Cómo qué fue nuestra vecina? ¿y por qué nunca me di cuenta?

— Por qué siempre vives en tu maldito mundo — cierra la puerta cuando baja—, y mueve tu enorme trasero, tengo hambre.

Ayudo a Izan a bajar las maletas de Noa, mientras ella saluda a mis padres.

— ¿Por qué nunca me di cuenta los Sanz? — cuestioné a mi hermano.

— Era cuando tenías asma— se encoje de hombros —casi no te gustaba salir de casa, solo salías al porche.

Asentí, por qué tenía razón. Entre los trece y catorce años llegue a tener asma, no era muy sociable — sigo sin serlo— y solo me conformaba con Pau y Hugo como amigos.

— Que Oliver no se entere que llegó Noa, he— me advierte Izan mientras cerraba el maletero y arrastraba la última maleta de Noa— y no le hables de Iker.

— Me preguntará de Iker y eso lo sabes. ¡Aún no lo supera!

— Así como tú no superas a Alicia.

— Y así como tú no superas a Carolina.

— Mamá dijo que ya no hablaras de ella— bufa.

— ¿Vas a llorar bebé o me iras acusar con mamá?

— Jodete, Alexander.

Era divertido poder molestar a mis hermanos con sus ex's, lo divertido no era cuando ellos mencionaban a los tuyos.

Oliver había tenido un pequeño romance con Noa antes de que se fuera a Suecia, si, Noa era tres años mayor que nosotros y aun así no le importó, él se enamoró profundamente de mi hermana, pero a Noa no le interesaba para nada Oliver, le interesaba Iker, Iker Sanz, si algo teníamos los Gil con los Sanz.

Pero Iker no estaba interesado de Noa, él estaba interesado en Dasha.

Y fue ahí cuando nació: El club de los corazones rotos.

Estaba conformado por vario chicos, chicos de los cuales ya no tengo mucho contacto.

En el grupo estaban: Hugo, Pau, Alicia, Oliver, Noa, Iker, Dasha, Lewis, Catalina, Izan, Carolina y yo.

De algunos nunca se supo por qué estaban ahí, algunos solo mantenían el secreto.

Noa, Iker, Dasha, Lewis, Catalina, Izan y Craolina eran los mayores, eran los que se habían criado todos juntos, nuestras madres se conocían, éramos un vecindario muy pequeño.

Aunque poco a poco nos fuimos separando. La mayoría de los mayores habían decidido estudiar fuera del país, mientras que los más pequeños nos habíamos separado poco a poco.

Recargo todo mi peso en el marco de la puerta mientras observo a Noa acomodar sus cosas, Ed Maverick sonaba en su bocina y tarareaba la canción "Del Rio" era un gusto en común que ella y yo compartíamos.




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