¿ El Amor Apesta?

05 | A las tres de la mañana te iré a buscar y bailaremos bajo la luna.

Sofía Sanz.

Siempre he dicho que cada uno puede llegar a tener sus propios problemas de sueño, y el mío no era el insomnio, el mío era la ansiedad que llegaba por las noches mientras todos dormían y las luces de la casa se encontraban apagadas.

El cielo nublado se cernía sobre mí. El viento frío chocaba con mi cara y el globo que tenía a lado, el cual estaba amarrado a una piedra, me pegaba en el rostro cada que se movía. El vídeo de mi madre despidiéndose de mí, se reproducía en mi teléfono, las lágrimas caían por mi mejilla y las limpiaba con el dorso de mi mano.

Ha sido complicado crecer sin ella, por qué necesitó a alguien que me entienda, aunque tenga a Alicia o a Iker no es suficiente.

Observo el cielo, ella está ahí, lo sé.

— Te he estado buscando por toda la casa— hablan detrás de mí—, y cuando me di cuenta que no estabas en tu alcoba supe de inmediato que estabas aquí.

Iker se sienta a lado mío deshaciendo el nudo del globo y tomándolo en sus manos.

— La extraño mucho, Iker — murmuro.

— Yo también extraño a mi mamá, pero ellas están allá arriba, Amanda, tu madre se despidió de ti y la mía ni adiós me dijo — señala el globo antes de hablar: — ¿lista?

Asiento.

Ambos tomamos la cuerda del globo y lo dejamos ir, viéndolo como es que se pierde entre el cielo oscuro.

— ¿Acabas de llegar? —le pregunto mientras me limpio con el dorso de la mano las pocas lágrimas que me quedan.

— Si, papá y Carmen no están, y Alicia está en su quinto sueño.

— Dijo que hoy nos acompañaría.

Se encoge de hombros. Suspira y pasa sus manos por su cabello, despeinándose.

Lo que admiraba de Iker es que; a pesar de todo lo que ha vivido, sigue teniendo aquella sonrisa que tanto lo caracteriza. Aunque no sabía si era una sonrisa verdadera o una sonrisa falsa, por qué él era bueno fingiendo.

La madre de Iker había sido la primera esposa de Emilio, habían sido la familia feliz por muchos años, hasta que la señora Anastasia cayó enferma de Cáncer de mama, fue cuando Iker tenía dos años, ahí, él tuvo que decirle adiós a su madre. Unos tres años después, nacimos Alicia y yo.

Emilio la superó muy rápido, a Iker aún le duele.

Creo que por lo que pasamos con nuestras madres, fue lo que nos unió, cada dieciocho de junio a las tres de la mañana, aventamos un globo azul al cielo, creemos que nuestras madres lo reciben y lo guardan. Ideas que tenemos desde los cuatro y siete años.

— Sé que te gusta Alexander, Amanda— habla de repente. Me quedo callada, esperando que siga hablando —, y es raro, por qué, ningún Sanz se enamora de un Gil, él ama a Alicia y Noa, su hermana, creo, que me quiere. Solo te lo diré una vez: si él no te quiere, como tú lo quieres, no estés mendigando amor, te puedo asegurar que hay más personas que te quieren y esperan una oportunidad.

Suspiro, tiene razón, pero tengo esperanzas de que Alexander me dé una oportunidad.

— A veces, —sigue cuando se da cuenta que no diré nada—, no vemos los detalles que están delante nuestro, por qué estamos atentos a otras cosas, eso te pasa, Amanda.

— No me gusta que me digas Amanda— me quejo.

— Y a mí no me gusta que estés mendigando amor. Aparte ese es tu segundo nombre— bufa.

— ¡No lo estoy haciendo! — lo señalo, desviando el tema de mi segundo nombre —, tú no quieres que me rompan el corazón.

— Por qué sé cómo se siente, no quiero que pases por eso.

— Iker, todos pasamos por el problema "del corazón roto"

Mira la luna y sonríe, asiente con la cabeza y me observa.

— ¿Quieres saber un secreto? —frunzo mi ceño, pero asiento—, no sé por qué estoy haciendo, pero vamos, eres mi consentida. Todos los sábados a las tres de la mañana, Alexander toca su violín en el sótano.

Ladeo mi cabeza.

— Aja.

— Ve, ve y baila con él, toquen el violín juntos y rían— extiende sus brazos.

— Iker, yo no puedo hacerlo, ¿qué pensara papá?

— Papá no se enterará — hace un ademán, quitándole importancia —, de hecho, dudo mucho que vuelva hoy en la noche.

Lo observo, lo analizo y frunzo aún más mi ceño.

— Eres tan cotilla, que capaz y le dices mañana— lo acuso.

— Oh, vamos, te estoy diciendo algo que no debería— se acuesta en el tejado y cruza sus brazos detrás de su cabeza—, solo baja y ve— insiste.

Me niego, me niego hacerlo.

— ¿Qué esperas? Ve y ten tu historia de Wattpad.

— ¿Descargaste Wattpad? —sonrío.

— Leí a través de mi ventana y lasciva, y no sé cómo es que papá no sabe que lees todo eso— hace una mueca—, ¡tienes la teoría y no la práctica! —suelta una carcajada—-, el Ares y el Cristopher son muy tóxicos— reflexiona.

— Amo a los tóxicos.

— Ya lárgate.

Suelto una pequeña risa y camino hacia el borde del tejado, lo observo una última vez y él me regala una pequeña sonrisa. Sus ojos están cristalizados y dudo mucho en si debo irme.

— Estoy bien —trata de tranquilizarme, aunque creo que se lo dice para él mismo—, en el jardín trasero estará la puerta hacia el sótano, ¡suerte, Amanda!

Le enseño el dedo de en medio, bajo rápidamente, mientras él se ríe a carcajadas.

Salgo hacia la avenida principal, y corro, corro como si mi vida fuera a depender de ello. No sé qué ganaré con todo esto, pero por algo lo estoy haciendo.

Si él supiera como es que lo observo, creo que dejaría de amar a Alicia y me daría la oportunidad de curar su corazón. Pero la realidad es esta: él la ama a ella y yo lo amo a él.

De repente, me detengo, me cuestiono el que estoy haciendo, porque hago esto, es solo un arrebato. No tengo que estar aquí. Sin embargo, quiero hacerlo, quiero intentarlo, quiero saber qué pasará cuando llegue y lo vea tocando el violín.

¿Y si me corre? ¿Y si se enoja? ¿Y si...?

Sacudo la cabeza, quitándome aquellas ideas, cuando veo una silueta acercándose, corriendo hacia a mí. Entrecierro mis ojos, tratando de enfocar mejor.




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