¿ El Amor Apesta?

09 | Que todo sea mutuo.

Sofía Sanz.

Paso mi pulgar por mis labios, no he dejado de pensar en cómo fue que Alexander pudo haberme besado, es como si fuera un sueño, pero un sueño grandioso. Ed Maverick inunda toda la habitación. La casa se encuentra sola — como la mayor parte del tiempo—, Iker es el único que se encuentra, pero está dormido.

No he hablado con Alexander acerca del beso, no he tenido la oportunidad para hacerlo, pero todas sus acciones me dan una gran esperanza, tal vez, me estoy haciendo demasiadas ilusiones, pero él me lo ha demostrado con hechos y los hechos dicen más que las palabras.

Observo la foto de mi madre que se encuentra en la mesita de noche y la nostalgia llega, quisiera que estuviera conmigo, quisiera que ella me apoyará en cada momento, que fuera ella la que me vaya a apoyar con todo lo que se avecina, porque, tengo miedo, mucho miedo.

Paso mis manos por mi cara y suspiro frustrada. El timbre de la casa suena y tengo que ponerme de pie para poderle abrir a la persona que toca, ya que Iker no lo hará. Abro la puerta y la persona que encuentro detrás de ella, no es la persona que esperaba ver.

Pau. Él sonríe cuando me observa y yo solo me sonrojo, no estoy vestida para recibir alguna visita, pero él aun así sonríe cuando me observa.

— Pau — murmuro.

— Sofía, que hermosa te ves hoy— me hago a un lado y lo dejo pasar.

— ¿Tú crees?

— No lo creo, lo reafirmo.

— Andas muy coqueto el día de hoy ¿no?

— Es que siempre que te tengo a mi lado todo sale natural.

Desvío mi mirada hacia otro lado, porque no puedo verlo a los ojos, me he ruborizado y odio que la gente me vea con las mejillas rojas y Pau ha conseguido ese efecto en mí desde hace más de una semana. No sé si solo coquetea o sea así por parte de su naturaleza, pero me gusta.

— Te he traído esta rosa— él me extiende la rosa negra y yo la tomo con el ceño fruncido—, lo sé, es raro ver rosas negras, porque no las hay, pero la he pintado para ti. También te he hecho una carta, espero y algún día la puedas leer, no quiero que la leas en este momento, quiero que la leas cuando te sientas mal... con todo.

— Bien, gracias, Pau, no me lo esperaba.

— Me gusta dar sorpresas.

Asiento con la cabeza. Iker baja poco a poco de las escaleras y saluda a Pau con un asentimiento de cabeza.

— ¿Saldrás? — le pregunto un poco preocupada.

— Voy a salir con Dasha— bufo—. Le hablé a Alicia, no tardará en llegar.

— No llegues tarde.

— No prometo nada, me espera una noche loca.

Niego con la cabeza y él se despide de mí con un beso en la frente.

La mayor parte de la tarde la paso con Pau viendo películas y una que otra serie, él me explica cómo es que puede llegar a pintar las rosas de diferentes colores y yo trato de prestarle la mayor atención, pero mi mente está en otro lugar, en otra persona.

Alexander viene a mi mente. Sus labios y esa sonrisa que él tiene, su cabello rubio y sus ojos azules. Aunque a veces son de un color verde, sus ojos son los que me han encantado de él, su mirada intensa y calculadora.

Él para mí es magnífico, es como un hermoso ángel.

Mi ángel.

— ¿Me has escuchado, Sofía? — Pau pasa su mano frente a mi rostro y yo parpadeo—, no me has puesto atención — se queja.

— Lo siento, he estado un poco distraída estos días. ¿Qué decías?

— Te decía que te ves más delgada de lo normal, ¿estas comiendo bien? — su tono de voz suena preocupada, yo también lo estoy.

» No tengo apetito por qué es parte de los síntomas «

— Quiero bajar un poco de peso — miento.

— ¡Pero si tú te ves hermosa con un poco más de peso! ¡te ves magnifica!

— El chico que me gusta no piensa lo mismo... — él suspira con frustración.

— Si a ese chico no le gustas con tus lonjitas, con tu carita sin maquillaje, con tu cabello mal arreglado y sin estar arreglada, entonces es un idiota, ¿Quién no estaría encantado de tenerte, Sofía? Yo estaría más que encantado, jamás dejaré de decirte lo tan hermosa que eres, porque eres magnifica. Mucho más que magnifica. Eres una hermosísima diosa.

No digo nada, solo meto un mechón de cabello detrás de mí oreja y me sonrojo. Pau es lindo, sabía cómo llegar a sonrojar a cualquier chica, lo había visto coquetear con varias y todas caían a sus pies, sabía que palabras decir o que hacer. Pau era magnifico a su manera. Su cabello castaño, sus ojos cafés y su cara, lo hacían lucir como un niño, un niño muy inocente.

Pero yo prefería al chico rubio y de ojos azules. Ese chico que estaba en su casa, ese chico que tocaba el violín, ese chico que amaba con locura, ese mismo chico que no me aceptaba, que rechazaba mi amor.

Ese chico que quería darme todo el universo, cuando no se daba cuenta que el universo ya lo tenía cuando veía su rostro, cuando veía su sonrisa, cuando veía sus ojos. El universo, para mí, era él.

— ¿Crees que merezco el universo, Pau? — el castaño me voltea a ver y frunce su ceño, rasca su barbilla, pensativo.

— No — niega con la cabeza —, no mereces que nadie te baje o te lleve al universo, Sofía, mereces a alguien que realmente te quiera y que te sepa valorar, que esté consistente de sus sentimientos y que no esté pendejeando en otras cosas o personas.

— ¿Ah sí? — alzo mis cejas, un poco sorprendida. Él bufa y sé que lo estoy sacando de sus casillas, porque nuevamente pasa una de su mano por su cabello.

— Si — contesta un poco frustrado.

— ¿Cómo quién? — cruzo mis brazos sobre mi pecho, hace una mueca y aprieta su mandíbula con fuerza.

— Seré claro— comienza—, no andaré con rodeos porque no soy ese tipo de personas— exhala —. Me gustas, Sofía, no solo me gustas, me encantas. Si me preguntas desde cuando he empezado a sentir todo esto que siento por ti, no tengo una respuesta fija, no sé en qué momento empecé a necesitar tu sonrisa para poder tranquilizarme...




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