El amor apesta

Capítulo 6

—Rotsi Helena.

La voz de Lara, con tono de regaño, me detiene justo cuando voy saliendo. Volteo, pero en lugar de esperarla, camino más rápido.

—¡Oye!, no huyas de mí, cobarde —sus palabras me confirman que lo sabe. Sabe lo de mi “novio”, así que acelero el paso. Paso de caminar rápido a participar en una marcha olímpica. Y ella creo que hace lo mismo.

—Debo ir a la biblioteca. Lo siento, Lara, hablamos después —sin darme cuenta ya estoy corriendo.

Volteo para cerciorarme de que no venga detrás, pero como saben es Lara y no se rendirá fácil. Viene corriendo detrás de mí y cada vez está más cerca.

—¡Oye, de mí no te libras tan fácil! —me grita—. Me explicas quién diablos es Cacamilo y por qué actúas tan raro. ¡¿Y qué fue eso lo de Instagram?!

Lo último prácticamente lo grita, lo que me obliga a ralentizar el paso y detenerme a pensar, por primera vez, en los comentarios que escribí. Respiro con dificultad cuando me detengo y ella hace lo mismo al alcanzarme.

Había puesto todas mis energías en solucionar el problema del cojín que había olvidado por completo lo que mi teléfono loco había hecho.

—¿Qué sucede contigo? Te he estado llamando y a ese cacharro viejo no le entran las llamadas —habla con dificultad cuando llega a mi lado—. ¿Por qué pusiste ese comentario sobre Anna en la foto que Mario? Estás actuando raro, tú no eres de ese tipo de persona.

Lara me conoce y es obvio que a ella no puedo mentirle por más que quiera.

—Es una larga historia —pongo las manos en las rodillas, pues todavía estoy agitada por la maratón que acabo de correr—. No te imaginas el lío en que estoy metida.

—Entonces cuéntame, lo solucionaremos como siempre. Juntas, podemos salir de lo que sea. Sabes que siempre te voy a ayudar, no te juzgaré —me toma de la mano y da un ligero apretón.

Le sonrío como agradecimiento y después de asegurarse de que estoy bien, continúa.

—También me dirás quién es ese nuevo novio llamado Cacamilo y por qué toda la universidad está hablando sobre él y tú en tu apartamento.

Como es de esperarse, su interés se inclina hacia mi supuesto novio.

—No es mi nuevo novio. Es solo… —No estoy segura de contarle la verdad por muy cercana que seamos. Que un cojín haya cobrado vida no es lo más normal del mundo y no sé como se lo tomará, a eso sumarle que ese cojín es del emoji de caquita. Creo que terminará por creer que me he vuelto completamente loca—, ya te lo explicaré.

—Bueno, novio, amantes o casi algo. Lo importante es que ese alguien no sea mierda como tu ex.

—Ajam. —Si tan solo supieras, mi Lara—. Vayamos a mi apartamento. Es mejor que lo veas con tus propios ojos.

¿Cómo diablos le explico que mi cojín con forma de emoji de caquita cobró vida y que literal sí es más mierda que mi ex?

💩

Cada vez que me acerco al edificio siento los nervios agudizarse. Lara no ha parado de hacerme preguntas e impacientarse por saber la verdad.

Le conté a medias sobre lo del accidente del celular con las fotos en Instagram y ella, después de regañarme y decirme como mil veces “Te lo dije”, sugirió que, en definitiva, debo comprarme uno nuevo.

Le dije que lo de Camilo se lo contaré en mi apartamento donde nadie nos escuche porque es más complicado de lo que piensa. Sin embargo, lo que realmente no sabe es que la mantendré retenida hasta que asimile todo y no salga corriendo.

Para eso he pensado en encerrarla en mi closet y si para la noche no está tranquila me tocará matarla, envolver su cuerpo en bolsas de basura y lanzarla a algún pantano en la madrugada cuando nadie me vea. Es lo que aprendí en los programas de asesinatos y la solución más tranquila que encuentro.

El recepcionista abre la puerta para las dos y al entrar me cruzo con mi vecina del 503 que al verme se persigna y lanza una mirada acusadora. No sé si estoy delirando, pero su acción me da a entender que hice algo malo, muy malo.

¿Por mis gritos de ayer se habrá enterado de lo de poop?

—¿Cómo está, señorita Margot? —ignoro su mirada juzgadora y saludo como de costumbre.

—Hay que considerar la clase de inquilinos que dejan vivir aquí. Es indignante lo que uno puede llegar a escuchar a través de las paredes —habla hacia el recepcionista y me ignora. Cosa que me extraña porque normalmente corresponde a mi saludo.

Lara tampoco comprende que está pasando y me hace señas para que le explique. Me encojo de hombros y entramos al ascensor.

—¿Qué le pasa a la vieja loca hoy? —pregunta y miro alrededor las caras de los demás inquilinos en la caja de metal. Me miran algo raro.

OK. Aquí es donde digo que, no es que esté paranoica, pero creo que realmente está pasando algo.

La señora del piso de abajo, que está a mi lado, se rueda y no lo hace para darme espacio dentro del ascensor, su gesto de apartar a la niña que lleva delante de ella y taparle los oídos, me indican que no es normal. Tampoco la expresión de Antonio, mi vecino más cercano, que me mira de forma sugerente y se muerde el labio.

Dejo de ver las expresiones de los demás; sin embargo, puedo intuir la extraña tensión que se forma cuando las puertas se cierran. Lara también se da cuenta de lo que sucede a mi alrededor.

Llegamos a mi piso. El pasillo se encuentra solo y en completo silencio, eso calma un poco mis nervios y el pensamiento de que algo pasó dentro de él. Giro la llave en la cerradura para entrar, pero antes de poder lograrlo la puerta se abre sola.

—Que bueno que llegaste, Ross. —Camilo está en ropa interior y se ve preocupado. Me lleva de la mano hasta la sala y el panorama que veo es aterrador. Incluso peor de lo que imaginé.

En el televisor, la pantalla congelada muestra a una rubia de proporciones generosas, rodeada de un hombre que parecía practicar una clase de yoga bastante avanzada. Trago saliva. Al mirar al suelo, encuentro pañuelos arrugados por todas partes, y un olor raro flota en el aire.



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En el texto hay: cambiaformas, humor absurdo comedia, romcom

Editado: 30.09.2025

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