El amor apesta

Capítulo 7

Rotsi

Cuando los señores Connor se marchan, todavía siento el olor a Vick Vaporub y a catástrofe flotando en el aire. Lara y yo apenas cerramos la puerta cuando Camilo aparece en el pasillo con una expresión de triunfo.

—Salvé una vida humana. ¿Eso me da puntos para quedarme a vivir aquí, no?

—Te da puntos para que te pongas pantalones, más bien —respondo, tapándole los ojos a Lara que ya está mordiéndose el labio para no reír.

—Ay, cierto —mira hacia abajo y se encoge de hombros —. Que ustedes los humanos le dan mucha importancia a la ropa. En Emoji…

—Sí, si, Cami, eso mismo —digo con una sonrisa tensa evitando que hable de más.

—¿Sí me da puntos? —pregunta con interés.

—Podrías dejarnos un rato a solas, cariño —me acerco a él y disimulo poniendo una mano en su mejilla.

—Claro que sí, gatita —imita, tanto el apodo como el tono de voz, que usó el señor Connor tomándome de la cintura. Me está siguiendo el juego y por algún motivo me sonrojo—. ¿Puedo ver más películas educativas mientras tanto?

—Cariño, las películas educativas están prohibidas hasta nuevo aviso.

—¿Incluso las de biología humana, gatita? —se inclina como para darme un beso, quizás imitando a los señores Connor.

—Sobre todo esas —fuerzo una sonrisa y me alejo rápidamente de él.

Asiente, un poco decepcionado, y por fin desaparece hacia la cocina.

💩

—Tienen más vida sexual que yo, esos dos.

—Y que yo —estoy de acuerdo con Lara, y las dos soltamos una risa que rebota en las paredes.

Después de que la fogosa pareja Connor se fue y Camilo se puso a ver películas normales nos quedamos largo rato bromeando sobre su “romántico rescate geriátrico”. Estoy segura de que nunca podré verlos igual otra vez, ni entrar a su apartamento sin imaginar cosas que no quiero imaginar.

—No estoy tan segura de eso, ¿anal? —dice de pronto, mi amiga, con una sonrisa maliciosa—. ¡Te lo metiste en la boca!

Le tapo la boca antes de que suelte una carcajada a todo pulmón.

—¡Shh! No es lo que piensas —le digo entre dientes, aunque ya estoy roja hasta las orejas. Ella me mira con esa expresión de “ajá, claro” que usa cada vez que cree que miento.

—Por favor, Ross, no tengo mucho que imaginar después de lo que vi hoy. Estoy casi segura de que tu nuevo novio es más candente que los señores Connor —rompe a reír y yo la sigo, aunque más por nervios que por diversión—. Ahora sí, cuéntamelo todo sobre él —se acomoda en la cama como si se preparara para un maratón de chismes—. ¿Dónde y cómo se conocieron? ¿Por qué está viviendo contigo? ¿Y por qué hasta ayer no sabía nada de su existencia?

—La verdad es que… —me muerdo el interior de la mejilla y miro hacia la puerta, donde juraría que Camilo acaba de pasar cantando Libre soy de Frozen— …no estoy segura de poder contarte la verdad.

—¿Por qué? ¿Ya no confías en mí? —se lleva un cojín sobre su regazo y lo abraza. Hago lo mismo con el cojín de caquita y lo dejo sobre mis piernas cruzadas—. Yo te he contado todo sobre mi relación con Alex y amo contarte todo con detalles. Nunca he dudado en hacerlo, eres mi mejor amiga, mi confidente. La única que tengo. Jamás te ocultaría algo y menos si es sobre cualquier novio nuevo que sé que…

—Lara, no seas paranoica, por Dios —tomo sus manos para tranquilizarla, aunque la que necesita tranquilidad soy yo—. No es eso, sabes que confío en ti. Es solo que… qué… Es más complicado de lo que crees.

—¿Qué tan complicado? —pregunta acercándose a mí.

—Muy complicado —muerdo la uña de mi pulgar evitando su mirada porque sé lo que intenta. Insistirá y no parará hasta que hable.

—Ya me estás asustando.

—La verdad es que sí es para preocuparse.

—¿Es algún actor porno? —se lleva la mano a la boca y cuando niego suelta el aire aliviada—. Es lo que se me ocurre después de ese recibimiento.

—Créeme que eso sería mejor.

—¡Oh por Dios, Rotsi! No me digas que es algún ex convicto.

—Lo habría preferido —digo sin pensar. Y al ver su cara de horror, me apresuro—. ¡No es un ex convicto! Bueno, al menos no que yo sepa. Técnicamente, no creo que pueda tener antecedentes legales.

Lara se levanta, se acerca a la puerta y la cierra con llave. Eso me alarma más que cualquier cosa.

—¿Qué haces?

—Asegurarme de que nadie entre hasta que me digas la verdad —dice, cruzándose de brazos—. Estás actuando raro, y cuando actúas raro, es porque algo muy raro pasa.

—Lara, no es lo que piensas.

—Entonces explícate, porque mi mente ya está haciendo su propio tráiler: “Chica universitaria adopta ex convicto adicto al porno y lo esconde en su apartamento”.

—¡No lo adopt…! —Me detengo, porque a estas alturas, cualquier cosa que diga sonará peor.

—¿Ves? Ni siquiera puedes negarlo con convicción. —Da un paso hacia mí y baja la voz—. ¿Qué hizo? ¿Te está chantajeando? ¿Te amenazó? ¿Te…?

—¡Lara! —la interrumpo al borde de la risa nerviosa—. No me está amenazando, no es un criminal, y no es un actor porno. Es… un poco más… complicado.

—¿Complicado? —parpadea, confundida—. Define complicado. ¿Complicado tipo “estoy en una relación tóxica con un moreno irresistible”? ¿O complicado tipo “oh, mierda, en qué estoy metida”?

Lo único en lo que puedo pensar es precisamente en la palabra mierda.

Literalmente. ¿Cómo se supone que le diga a Lara que Camilo es una mierda sin sonar como si hubiera perdido la cabeza? Y no me refiero a que sea un mal tipo, no. Me refiero a que es, en serio, una mierda.

La miro y trago saliva, porque no existe un manual de cómo confesarle a tu mejor amiga que tu cojín de caquita cobró vida y se convirtió en un hombre sexy.

—Me rindo, está visto que no confías en mí —se tira a la cama con sus rizos rebotando alrededor del cojín y los brazos extendidos.



#47 en Joven Adulto
#630 en Otros
#41 en Aventura

En el texto hay: cambiaformas, humor absurdo comedia, romcom

Editado: 13.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.