El amor como un árbol de cerezo

Capítulo 1

Aún recuerdo esa tarde de verano, donde el árbol de cerezo del vecindario, estaba floreciendo avivando el color sus hermosos pétalos.

Esa tarde no fue una tarde común, fue la primera vez que estuve bajo ese árbol, junto a mi nueva vecina.

Me causaba cierta curiosidad como observaba aquel gigantesco tronco ante nosotras, es como si nunca hubiera visto algo igual.

Esos ojos grisáceos se iluminaron con un brillo de admiración y con sus pequeñas manos, acaricio uno de los pétalos a su altura.

En ese preciso momento, me quede paralizada, observando cada uno de sus movimientos. Nunca había visto a alguien tan fascinada por un tronco de pétalos rosas.

—¿Cómo te llamas?—me atreví a preguntar.

Se sobresaltó al escuchar mi voz, por lo que solo procedí a fruncir el ceño ante su reacción.

—Me llamo Sakura Ming.—respondió a mi pregunta, sin siquiera apartar la vista de aquel árbol.

Sakura Ming. Ese nombre lo decía todo, "Flor de cerezo". Había encontrado el significado de su nombre ante sus ojos.

—¿Cuántos años tienes, Sakura?—pregunté tratando de captar su atención.

—8 años, ¿y tú, como te llamas y cuantos años tienes?—por primera vez apartó los ojos del tronco y sus ojos grises se clavaron en los míos.

Nunca había visto unos ojos tan bonitos, por lo que me quedé observandolos un momento. Eran profundos, lograba ver mi reflejo en ellos y tenían un brillo sin igual, la inocencia de una niña, la inocencia de Sakura.

—Me llamo Akaida Young, tengo 8 años.—respondi a su pregunta.

—¿Toda tu vida has vivido aquí?—preguntó mientras jugaba con un pétalo que cae sobre ella.

Solo me limite a asentir.

—¿Vives con tus papás?—nuevamente otra pregunta.

—Solo con mi madre.—respondi sin agregar nada más.

—¿Y tu papá?

—Qué te importa.—dije a la defensiva.

—No tienes porque avergonzarte, yo tampoco tengo papá.—respondió ante mi rudo comentario.—¿Quieres ser mi amiga?

—No quiero ser tu amiga.—respondi frívola.

Aquellos ojos grises se llenaron de lágrimas y salió corriendo en dirección a su nuevo hogar.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Desde aquel día me dedique a ignorar a Sakura con todos mis anhelos, porque había tocado un tema que siempre ha dolido.

Mi padre nos abandonó cuando yo tenía 4 años. Lo observe marcharse de casa con sus maletas en mano, dejando atrás a su familia para irse con otra mujer, cosa que jamás pude perdonarle a ese hombre.

Cuando aquella pelirroja de ojos grises me preguntó por él, solo pude sentir tristeza que se convirtió en enojo. Aunque debo admitir que me sorprendió la manera tan tranquila en la que dijo que ella tampoco tenía una figura paterna.

Usualmente me encuentro con Sakura por las tardes, en aquel árbol. Mientras yo leo un libro sentada bajo la sombra, ella solo se dedica a observar los pétalos rosas que caen sobre su cabeza.

Antes solía interrumpir mis lecturas, intentando captar mi atención a toda costa, pero nunca cedí. Cuando me hartaba su parloteo, me retiraba del lugar o me colocaba los audífonos.

Ella siempre esperaba que yo saliera, para ir a hacer de las suyas.

Cuando cayó en cuenta de que sus intentos en todos estos años, eran en vano, se rindió y sólo se limitaba a observar desde su lugar. Algunas veces, se sentaba a mi lado, sin decir nada, pero siempre fui firme a mi determinación de ignorar a esa chica.

Esta tarde como todos los días, no fue la excepción. Salí de mi casa con un buen libro en mano, "Orgullo y prejuicio" me acompañaría está vez.

Me senté en el mismo lugar de siempre, bajo la sombra de aquel árbol y abrí las primeras páginas que me causaban una inminente emoción, soy fanática de los romances de época y Jane Austin es una grandiosa escritora basándose en ese género.

Disfruto de las primeras páginas, hasta que la fastidiosa de mi vecina sale en asecho. Y esta vez viene decidida a volver a esforzarse.

No sé qué pretende con todo esto.

Las relaciones interpersonales no son lo mío, ya sea de amistad o pareja. No tengo amigos en el instituto y no tengo amigos en el vecindario. Nunca he tenido novio, nunca me he sentido atraída a ningún hombre, las chicas me parecen lindas, pero hasta ahí.

Quizá hay algo mal en mí, solo puedo decir que me es más fácil enamorarme de personajes ficticios que de una persona de verdad.

Las personas suelen defraudarte con mucha facilidad y no sirve de nada que pidan perdón si volverán a dañarte nuevamente.

Prefiero ahorrarme el sufrimiento y ser una solterona de por vida, con 50 gatos, viviendo de lo que más amo hacer en este mundo; escribir.

—Buenas tardes, vecina.—saluda Sakura. Mantengo mi vista en el libro.—Solo te hablo el día de hoy para hacerte saber que el próximo ciclo escolar, estaré en tu mismo instituto.

Por primera vez en años, le dirijo la mirada, con el ceño fruncido. En su rostro podía apreciar la alegría y el entusiasmo que aquellas palabras le causaban.

Por lo tanto, yo solo me enfoco en intentar mantener la calma. Suficiente tengo con compartir mi lugar seguro con ella, ahora también tendré que soportarla en el instituto. ¿Qué mal he hecho yo para merecer todo esto? Dios mío.

Mis ojos están fijos en los suyos, tratando de descifrar que clase de mala pasada es está. Noto como sus mejillas enrojecen, dándole vida a las pecas que las adornan.

—Escúchame bien, Sakura.—empiezo sin apartar la mirada de sus ojos.—Soporto compartir este lugar contigo, pero en el instituto te quiero lejos de mí vista.

Mis duras palabras parecen herirla, pero no me inmuto. Regreso mi vista a la lectura, solo que está vez me es difícil retomar la concentración.

—¿Por qué eres tan cruel conmigo?—la escucho murmurar.

Nuevamente mi vista recae sobre ella, esos ojos suyos se han cristalizado.

Cierro con fuerza el libro y me coloco de pie.

Estoy por marcharme, cuando siento como me toma del brazo, evitando que avance.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.