El Amor de Ariel

CAPÍTULO 6

FLORENCIA, ITALIA

MARENA

 

—¡Hola, bienvenida, Marena! —Es mi jefe el primero en recibirnos y observo alrededor que muchas miradas recaen en mí.

«¡Dios! ¿Dónde me vine a meter?, ¿no se supone solo era una cena y pastel?».

—Muchas gracias, qué pena aparecer así, pero Rafa estaba tan entusiasmado que no podía decirle que no después del día que tuvimos. —le explico a mi jefe y papá del doctor de mi hijo, porque ya planeo quedarme con Ariel, me gustó lo bien que trató a Rafa.

—Mi hijo me contó, lo siento mucho, pero aquí estará feliz con mis nietas y sobrinos que lo van a cuidar mucho. —asegura y creo que sonrío.

—Papá, ¿me guardas bien esta tarta? Es de higos y no la voy a compartir.

—Tranquilo, yo la escondo de Caeli porque sino la desaparece en segundos, —Andrés toma la tarta—, siéntete en casa, Marena.

Veo a Andrés irse y los demás me siguen viendo, pero doy un respingo al sentir la mano de Ariel apretar suavemente mi brazo.

—Me están viendo. —murmuro y por alguna razón, Ariel se ríe de mis palabras.

—Sí, todos son inofensivos y buena gente, tranquila. ¡Familia, ella es Marena! —exclama Ariel y siento que me sonrojo—. Son muchos nombres que seguro no te aprenderás esta noche, pero tranquila, no hay prisas.

—Hola, Marena, yo soy la dueña de la mitad del material genético de este muñecote, mucho gusto.

Una hermosísima mujer de cabello castaño, ojos verdes, sonrisa amable y cuerpo envidiable se acerca a saludar, paseo la mirada entre ella y Ariel y puedo notar ciertas similitudes.

—¿Eres su mamá? ¡Qué joven y bella te ves! ¡Dios, qué genética! —jadeo impresionada.

—Bueno, muchas gracias, soy Ekaterina, pero si preguntas por ahí todos me llaman Doctora K, el amor por la medicina de niños viene de mí. ¡Tienes un niño precioso! Y puedes despedirte porque ya Alessia y los demás lo van a acaparar. —afirma y miro a Ariel, creo que con un poco de pánico, no estoy acostumbrada.

—Tranquila, él está bien. Mira, ven.

Ariel vuelve a tomarme del brazo y lo sigo hasta un inmenso jardín dónde mi hijo está jugando a la pelota con otros niños, bueno, muchos niños y niñas de todas las edades.

—¡Mia, mami, es achul! ¡Niña achul dinda! —exclama mi hijo señalando a una bellísima niña con impresionantes ojos azules y cabello castaño recogido en dos trenzas, ella enseguida viene corriendo hacia nosotros y tira de mi vestido.

—Hola, señoa mami de Rafa. —saluda con dulzura y pareciera brillar, me agacho frente a ella—. Es usté mucho linda, soy Clari o niña achul como dice Rafita.

—Eres bellísima, Clari, yo soy Marena o mamá de Rafa.

—Yo cuido a bebé, yo puedo. —dice estirando su manito para apretar mi brazo y siento un extraño cosquilleo, pero sus manitos se posan en mis mejillas y una cálida sensación nace dentro de mí—. Todo está bien, estás en casa, en familia.

Dicho esto, sale corriendo y abraza a mi hijo que tiene una enorme sonrisa de felicidad en su rostro, yo no entiendo lo que acaba de pasar y siento que pierdo un poco el equilibrio, pero Ariel es rápido en sujetarme para ponerme de pie entre sus brazos, quedando a escasos centímetros el uno del otro. ¡Es un hombre bellísimo! ¡Y huele muy rico! Su rostro está bañado por pequeñas pecas en su nariz, mejillas y frente.

—Clarissa es mágica, no te asustes. Somos una familia grande y ecléctica.

—Nos están mirando. —murmuro con esa sensación y Ariel se ríe.

—¿Te molesta?, ¿les digo que no nos miren? Puedo hacerlo y…

—¡Ari!

Una chillona voz femenina se deja escuchar y antes de que pueda reaccionar soy empujada por esta mujer que se guinda del cuello de Ariel como una boa constrictora a su presa. Es alta, delgada y lleva un vestido nada apropiado para una fiesta donde hay tantos niños, pero ¿quién soy yo para juzgar?

Ariel ni siquiera se mueve, parece sumamente incómodo con la efusividad de la mujer que lo manosea como carnicero a nuevo corte en el supermercado.

—Ni la topes, a esa ridícula solo le gusta la atención.

Me giro ante ese susurro para ver a una mujer igualita a la mamá de Ariel, pero obviamente más joven.

»Yo soy Valentina, mi mamá me habló de Rafa y de ti, soy la hermana del grandote rojo incómodo de allá. —señala a su hermano y sonrío un poco.

—¡Eres la cirujana de niños!

—Esa misma, ¿empiezas mañana con mi papá? Podrías llevar a Rafa a mi consulta en la tarde después que salgas del trabajo, le diré a mi hermano que me envíe las radiografías y evaluamos lo que se puede hacer con mi equipo, ¿te parece?

—¿Eres real?, ¿de dónde salieron todos ustedes?

—Esas pechonalidades y esas nalgas de catorce quilates son tan reales como las mías y las tuyas. —Otra impresionante mujer aparece, tiene lindos ojos verdes y un cuerpo lleno de curvas con una cabellera castaña envidiable—. Hola, soy Vicky. Y espero que no me decepciones al decirme que tus pechos son falsos y no lo juzgo, pero no puedo permitirme un fallo en mi radar.




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