El Amor de Ariel

CAPÍTULO 11

FLORENCIA, ITALIA

ARIEL

 

Sonrío al llevarme un trozo de tarta a la boca y saborearlo, ¡es deliciosa! Lo que me recuerda que no le dije a Marena que me gusta mucho la tarta, veo en mi teléfono la hora y es un poco tarde, pero le escribo antes de olvidarlo:

 

«Ariel: Buenas noches, sé que es tarde, pero estoy comiendo la deliciosa tarta que me trajiste y había olvidado decirte lo mucho que me gustó, ¡está exquisita! Gracias de nuevo, Mare».

 

Lo envío y doy otro bocado, recordando la salida de ayer al parque, Marena se relajó, rio mucho con las ocurrencias de los niños y de mis primos, incluso a mi tío Gian le cayó muy bien desde el primer momento, cosa que nunca le pasó con Pilar, recuerdo que en esa cena donde comimos juntos por primera vez con Dani y Pilar, él me dijo que la hermana de mi novia traería problemas, en aquel momento no le presté atención, pero tenía razón y el tiempo presente me lo demuestra. Mi tío dice tener un radar para locas y… le creo.

Pero lo que más disfruté fue ver la felicidad de mi hija jugando con Rafa, él parece inyectarle una dosis extra de energía de juego y a la vez de protección, porque entre Clari y ella lo estaban cuidando como par de halcones mientras Rafa se reía y jugaba sin parar como un niño más, sin diferencias de ningún tipo.

Yo me reí mucho con las expresiones y comentarios de Marena sobre cómo era posible estar celosa de una niña —en este caso de Clari— por llamar a Rafa como su Rafita.

—¿Dulce y una sonrisa?, ¿en quién estamos pensando?

Papá aparece para sacarme de mis cavilaciones y pasa por mi lado para sacar agua de la nevera, observo el enorme tatuaje en su espalda del ave fénix, siempre me llamó mucho la atención y lo sigue haciendo, el del tío Gian que tiene un león gigante también.

—Solo recordaba la salida de ayer, fue divertido, tengo que admitirlo, ¿quieres tarta? —Papá sonríe.

—¿Le preguntas a un Rojito si quiere dulce? Es como preguntarle a un santo si quiere una velita. —replica divertido y ambos reímos.

Papá busca un platillo y un tenedor, le sirvo un trozo y nos sentamos juntos a comer.

—Ale estaba tan feliz ayer.

—Sí, ni me digas, no paraba de hablar al respecto, tenía mucho tiempo sin verla tan genuinamente entusiasmada, parece que la amistad con el pequeño Rafa le hace bien, ¿no?

—Sí, eso parece.

—¿Y cómo vas con Marena? —pregunta comiendo un trozo y alzo mis cejas.

—¿Cómo voy de qué, papá?

—Tu amistad con ella, ¿o no están formando una amistad? —indaga y justo cuando quiero responder, me llega el mensaje de respuesta de Marena:

 

«Marena: ¡Hola! Para tu fortuna aún no estoy dormida, terminaba una entrada del blog de mamis mientras Bruna y Rafa duermen como angelitos. Me alegra que te gustara, disfrútala mucho».

 

Sonrío y miro a papá antes de responderle: —Sí, tal parece que estamos formando una especie de amistad, lo cual creo es algo bueno, ¿no?

 

«Ariel: Tengo diente dulce como mi padre, así que nunca me verás hacerle el feo a algún postre. Espero me dejes leer ese blog algún día».

 

—Por supuesto, es una buena mujer y muy bonita, ¿no te parece?. —comenta papá y alzo la mirada del teléfono para verlo llevarse otro trozo de tarta a la boca.

—¿Qué insinúas, padre?

—¿Yo? Nada, solo le hago conversación a mi hijo que sonríe leyendo mensajes en su teléfono, nada más. —se excusa y sacudo la cabeza.

—¿Puedo confesarte algo? Solo entre nosotros. —Me arrimo un poco más a su lado.

—Siempre, hijo, ¿qué pasa? —Papá enfoca sus ojos azules en mí y es como verme reflejado en un par de décadas más. Voy a verme muy bien.

—¿Es muy loco sentir cierta atracción por Marena? Digo, apenas la conozco, pero tiene algo que llama mi atención y provoca que quiera conocerla más. A la vez pienso en Dani y no sé, también está el hecho de que Ale es celosa conmigo y tal vez sea algo platónico, ¿verdad? Ella también apenas va a pedirle el divorcio al imbécil de su ex. —confieso y papá palmea mi espalda.

—No estás haciendo nada malo, hijo, tampoco estás irrespetando la memoria de Dani, ella siempre estará en tu corazón, pero eres un hombre joven y es normal que vuelvas a sentir y quieras salir y disfrutar. Trabajas, eres un buen padre para Ale y también mereces tiempo para ti. Si quieres explorar si lo de Marena es solo atracción o puede convertirse en algo más, adelante. Tómalo con calma y pasará lo que tenga que pasar, Ariel. —Papá alborota mi cabello y sonrío por sus palabras.

—¿No crees es muy descabellado?

—Las ideas más descabelladas a veces resultan en las mejores decisiones, hijo. A mí me pasó tan pronto vi a tu madre, esa atracción instantánea y la química. Ella fue muy paciente conmigo y mira dónde estamos hoy. Sin contar que eres mucho más inteligente que yo al poner límites con Pilar.

—¿Lo dices por Bella? —Papá mueve su cabeza en afirmación.




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