El Amor de Ariel

CAPÍTULO 15

FLORENCIA, ITALIA

MARENA

 

Estoy nerviosa, muy nerviosa, pero tener a Ariel acompañándome mientras Rafa se quedó en el orfanato con Bruna y Alessia mientras yo estoy aquí, me hace sentir solo un poco más tranquila. Quisiera no tener que lidiar con todo esto, pero debido a que hoy mientras trabajaba recibí una nueva llamada, necesito actuar lo antes posible para proteger a mi Rafa.

Entramos al imponente Corporativo que dirigen sus primos y jadeo impresionada, él da nuestros nombres y enseguida nos dirigen al ascensor. Estoy nerviosa.

—Toma un poco de aire, Marena, respira. Todo va a estar bien y si no, haremos que lo esté. —me asegura Ariel con tanta convicción que eso me da un poco más de calma mientras subimos.

—Quisiera tener tu seguridad, Ariel, pero tengo miedo, no puedo perder a mi hijo. —confieso y él toma mis manos, mirando directo a mis ojos de esa forma que alborota todas mis partes femeninas y las que no son tan femeninas también.

—No vas a perderlo, estás ahora en nuestra familia y nosotros nos defendemos de todo y de todos en unidad.

Sus palabras me dan ganas de llorar, pero trato de contenerme porque no puedo ser un desastre frente a los abogados que me van a ayudar.

—Gracias, Ariel, por todo, de verdad. —murmuro y él se acerca un poco más para dejar un protector beso en mi frente y me toma todo mi control no derramar lágrimas.

—Nuestros hijos se adoptaron y por ende nosotros también, Mare. —Me da un guiño que me hace sonreír en automático y justo las puertas del elevador se abren, avisando que hemos llegado.

Me sorprende ver un hombre en la recepción, pero él enseguida nos dirige a una sala de juntas, nos ofrece café y galletas que no dudo en aceptar, la ansiedad me da por comer y aunque sé controlarme, creo que hoy necesito más que nunca.

Me como tres de un solo bocado y las paso con un gran trago de café, Ariel se ríe a mi lado y pasa su mano por mi espalda. Me quedo esperando que diga algo negativo respecto a mi forma de comer, pero no lo hace. Con mi ex eso era casi a diario.

—¿No vas a decir nada?

—¿Por qué tendría que cuestionar cómo controlas tu ansiedad? Además, te ves linda, yo no tengo objeciones ni tampoco ningún derecho a opinar, Mare.

Su respuesta me hace suspirar y recostarme un instante de su hombro, la otra mano de Ariel frota mi brazo y entrelaza nuestros dedos, suspiro de nuevo.

Justo en ese momento entra un grupo de cuatro personas, tres mujeres y un hombre, ¿serán todos abogados?

—Buenas tardes, Ariel, Marena, yo soy Ali Kivanc, la directora del departamento legal del Corporativo Cavalcanti-D’Angelo y ellos son Eugenia, Carmen y Diego, parte de mi equipo y quiénes más van a ayudarte.

La rubia es bellísima y no puedo evitar notar sus argollas de matrimonio y esa pequeña curva creciendo en su abdomen, exhalo con pesar porque siempre quise más hijos, pero después de Rafa me dijeron que no podía arriesgarme porque soy la que está mal, mi cuerpo es el que está mal.

«¡Dios, no vayas a llorar, Marena, no vayas a llorar!», me repito mentalmente y Ariel frota mi espalda una vez más como si supiera que necesito apoyo.

—Muchas gracias por recibirnos con tanta premura, pero su ex llamó de nuevo hoy en la mañana y queremos proteger al niño y a ella lo más posible. —interviene Ariel.

—Bien, entonces primero necesitamos que Marena nos cuente toda la historia y sin omitir ningún detalle, por favor. —Pide Ali antes de sentarse y solo ahí los otros lo hacen. ¡Vaya! Se nota cuando eres la jefa.

Tomo aire profundamente y Ariel entrelaza con más firmeza nuestras manos, dejándome saber que está aquí conmigo. Empiezo a relatar desde que conocí a Marco y como era nuestra relación, que ahora en retrospectiva, me doy cuenta que nunca fue equitativa y siempre fue violenta de su parte, ejerciendo su poder sobre mí.

Se me salen las lágrimas al hablar sobre las pérdidas de mis bebés, los doctores, las clínicas, y como me decían siempre que todo era mi culpa, que yo no podía mantener un embarazo, por gorda, por enferma, por defectuosa. No solo Marco, sino toda la familia, y cómo él siempre tuvo más dinero que nosotros, mi familia siempre estaba a favor de él.

—¿A él nunca le hicieron pruebas genéticas o de fertilidad? —cuestiona Ali y sacudo la cabeza.

—¿Para qué? La que lleva los embarazos soy yo, al menos eso siempre me decían los médicos a los que íbamos. —respondo y Ariel deja escapar un gruñido.

—¡Hijo de…! —masculla—. Lo siento, Marena.

—Déjame decirte que has sido engañadas, Marena, no tengo todas las pruebas, pero no hay dudas, esos médicos no son de confianza y se venden al mejor postor. —afirma Ali y jadeo horrorizada.

—¿Cómo sabes eso? —cuestiono, sintiendo mi cuerpo empezar a temblar.

—Sus nombres, esa clínica, hay cientos de casos fraudulentos, pero no depende de nosotros sino de Udine que los financia, pero sabemos del caso, nuestra firma ha tenido varios que han obtenido compensación monetaria, pero nadie les devuelve el tiempo, las humillaciones, la autoestima, es una familia de machistas que te vende cortinas de humo y humilla a las mujeres. Caen presos y salen al poco tiempo, así de corruptos son, pero bueno, creo en el karma y a esa gente tarde o temprano les llega su hora.




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