El Amor de Ariel

CAPÍTULO 25

FLORENCIA, ITALIA

ARIEL

 

—Mi hermanito se está enamorando, ¡qué emoción! —Aplaude Valentina—. ¿Es fogosa? Parece serlo.

—¡Valentina!

—¿Qué? ¿No puedo preguntar? —se excusa—. A mí me alegra que mi hermanito rehaga su vida con una buena mujer y un hermanito hermoso para Ale.

Sonrío por su entusiasmo, pero ha sido una constante los últimos días que mis hermanas estén molestando respecto a Marena.

Se me nota creo que demasiado lo sucedido entre nosotros y no me importa, me siento feliz de estar con Marena y que las cosas avancen entre los dos. Lo que más me alegra es que tanto Ale como Rafa aceptan nuestra relación y se adoran a morir, era una de las cosas que más me preocupaba, las reacciones de los niños; pero ambos son nobles y creo los hemos criado bien dentro de todo.

—Los niños se aman e independientemente de lo que suceda entre Mare y yo, conservaremos eso por ellos. —comento y mi hermana alza sus cejas.

—Te conozco, no vas a dejarla ir, hermanito. Y me alegra tanto que te des una nueva oportunidad en el amor, estás hecho para tener una mujer y una familia, eres como papá. —sonrío ante esa comparación.

Justo nos avisan que Marena llegó con Rafa y mi hermana los hace pasar, ¡ella luce bellísima en ese conjunto deportivo verde! Ha venido directamente del trabajo.

—¡Doto dojo, dotoa mosa! —Rafa corre a saludarnos tan dulce como siempre—. Pede besá a mi mami.

—¡Rafa! —exclama Marena.

—Salió a ti, indudablemente. —Le doy un guiño antes de acercarme solo para dejar un casto beso en sus labios—. Hola.

—Hola, Ariel. —murmura—. Te ves demasiado bello así.

—Gracias, tú eres siempre hermosa. —Le doy un guiño antes de ponernos más íntimos.

Tocan la puerta y sonrío al ver a Astrid, la traumatólogo pediatra, es hija de una amiga de mi papá, Emma, quién era visitadora médica cuando se conocieron y ahora tiene su propia compañía de visitadores médicos.

—¡Ariel hermoso, qué gusto verte! —Ella me abraza y deja un par de besos en mis mejillas.

—¿Cómo estás, Astrid? No sabía que ya habías regresado de tu formación en Milán.

—Sí, regresé repotenciada y con más ganas que nunca de trabajar, me emocioné cuando Valentina me mandó este caso, pero no me dijo que estabas involucrado. No importa, siempre es placentero trabajar contigo. —Me da un guiño coqueto y sacudo la cabeza.

Astrid me ha coqueteado desde que tengo uso de razón y nos acostamos una vez antes de conocer a Dani, ella es un par de años mayor que yo y fue solo eso, cuestión de una vez. Ella se casó y se divorció hace dos años después que su esposo la engañara con una enfermera, a raíz de eso, se fue a Milán a hacer una subespecialidad en microcirugía.

—Ellos son Rafa y Mare, mi…

—La mamá de Rafa, un gusto. —repone Marena rápidamente y parpadeo confundido.

—Un gusto, Marena y hola, Rafa, soy la doctora Astrid.

—Dotoa Asti. —repite y Astrid le acaricia el cabello.

—Sí, muy bien. Podemos sentarnos y conversar, Valentina me puso al tanto del caso, soy traumatólogo pediatra especialista en microcirugía.

—¿Qué eso? —pregunta Rafa y le saco la silla a Marena para que se siente, ella lo hace con Rafa en sus piernas y me siento a su lado.

—Es la doctora de los huesos y hace cirugías pequeñas para que queden cicatrices chiquitas. —le explico.

—Ohhh la tía Buna tiene una gandota en su badiga, ¿usté acomoda? —Marena le besa la cabeza a su hijo.

—Ella es doctora de niños, mi amor.

—Puedo recomendarle otro doctor a tu tía que la ayude con eso.

—Shiiii así no sente tiste y usa su kikini sin medo.

—¡Mi vida, es demasiado bello, Mare! —exclama mi hermana tocándose el pecho.

—Se dice bikini, hijo.

—Eso. —replica—. Su kikini.

—¿Entonces sí se puede hacer la cirugía de Rafa? —pregunta Marena directamente y la noto tensa. Aprieto su hombro y paso la mano por su espalda.

—Sí, ya vi sus estudios de imagen y demás exámenes y es un candidato perfecto para una transferencia de falanges sin tener que usar las del pie, sino la misma de la mano, pero acercarla al pulgar para lograr una pinza más efectiva, posteriormente necesitará fisiatría para la coordinación. —explica Astrid.

—Es mover su dedito al lugar donde iría el índice para que sea capaz de hacer la pinza, sujetar el lápiz, recoger cosas, sostener una taza, una cucharilla y demás. —agrego a la explicación.

—Sí, exactamente, querido Ariel. En general se suelen tomar falanges de los dedos de los pies cuando no hay falanges en las manos o las que hay son muy cortas, pero el caso de Rafa es más sencillo. Aunque también está esa opción para aumentar el largo de ese pequeño brote de dedo que tiene y darle tres dedos, solo que esa cirugía se llevaría en etapas.

—Según he leído podrían ser dos o más, ¿no?




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